Día 9: Un amor sin final.

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Sonreía mientras limpiaba la cara de su enojada pareja. Rechinaba los dientes con furia, mientras que apretaba los puños en signo de enojo máximo. Todo estaba tan calmado que al castaño de ojos caramelo se le crispaban los nervios por no saber con exactitud que pasaba por la mente del Alpha menor. Él menor se le tiro encima y con los ojos centelleantes de ira mordió su cuello dejando una marca visible.

—¿Qué te pasa?—cuestionó él mayor un poco sorprendido, aunque al principio se había enojado.

—Estoy enojado—confesó en voz baja al sentir su cabello ser jalado para quitarle algo del chocolate de el.—Me estás maltratando.

La pantera estaba malhumorada bajo el tacto agresivo; en su opinión; de su pareja. Pero es que mientras le jalaba de apoco el cabello sentía que se le caería de uno a uno sus bellas hebras negras.

—Estás exagerando Reborn—le susurró al oído mientras desenredaba su cabello con más cuidado—, no es apropósito cariño.

—Auch—se quejo por lo bajo solo para conseguir los mimos de su pareja—, por cierto, ¿Cómo están él príncipe falso y ese chico inexpresivo?

—Bel y Fran—sintió una gota de sudor bajarle por la nuca. Su pareja era demasiado directo.

—Esos...—se removió en los brazos del más alto.

—Se separaron—murmuró limpiando las mejillas y los labios de su azabache.

—¿Qué paso con él cachorro?

—Está al cuidado de Xanxus, pero eran dos cariño. ¿Por qué?

Cuestionó por lo bajo y con voz algo culpable, estaba triste por mentirle a su pareja. Se había Enterado de manera prematura sobre la muerte de los dos integrantes de Varia.
Estaba realmente triste por los cachorros que se quedaron solos, sin cuidado,  sin sus padres.

—¿Qué pasa?—preguntó suave y muy dulcemente al ver al castaño deprimido. Se dió la vuelta con el ceño fruncido y un puchero en los labios.

Aparto mechones de esa linda cara; que según él Arcobaleno era perfecta y quién lo negará moriría en sus manos; dándole una sonrisa amorosa deslumbrante, de esas que sólo él mayor tenía derecho.

—Es que...—sintió un nudo enorme en la garganta y lucho por no ponerse a llorar amargamente.

—No quieres dejarlos con Xanxus ¿verdad?

No sabía cómo lo leía tan abiertamente y descubría sus mentiras con solo verlo. Pero sí de algo estaba muy seguro era que quería mucho a ese azabache enojon y sádico.
Sólo atinó ha asentir de manera afirmativa mientras limpiaba sus lágrimas gruesas, lo sentimental ni con el paso de los años se le había quitado.

—Dime la verdad Tsunayoshi—le robo un beso un tanto posesivo en los labios.

—Es que Fran y Bel—los sollozos salieron por sus labios sin querer— ellos no sobrevivieron a la misión que le dí a Varia hace algunos días—su voz suave era opacada por momentos gracias a los pequeños hipidos que su llanto le ocasionaba.

Él Arcobaleno dibujo en sus labios una sonrisa triste, se dedico a acariciar el suave cabello color chocolate mientras lloraba en su pecho. Era un pésimo jefe, era lo único que podría repetirse por un tiempo en la cabeza, él nunca quizo la baja de los integrantes del escuadron independiente de Vongola, su meta no era esa.

—Deberías decirle a Mukuro—le aviso con suavidad al oído sin dejar de darle suaves mimos.

—Me odiara por mandar en una misión tan peligrosa a su pupilo.

Pudo seguir regañando al joven Vongola, pero se vieron interrumpidos por el suave golpe en la puerta.

—Adelanté—se seco las lágrimas y junto todo su orgullo para sonreír esperando que no se notará en sus ojos que había estado llorando.

—Décimo—Gokudera hizo una pequeña reverencia al entrar—preguntan los médicos de Vongola sí..—se callo unos momentos, no quería hacer sentir mal a su jefe.

Reborn estaba harto por el pequeño silencio sepulcral que se formo en el cuarto. Ese tipo de silencios sólo eran para los muertos y él todavía estaba muy vivo.

—Habla de una vez.

Él de cabello plateado hablo apesar de estár nervioso.

—Sí separan las manos del príncipe falso y la rana—se mordió la lengua ante la mirada de Reborn—perdón, de Bel y Fran, los encontraron con las manos entrelazadas...

No pudo terminar de hablar ya que el llanto del Décimo Capo más importante de la mafia comenzó a ser algo inoportuno para él jóven que quería retirarse, él dolor de la pérdida era mutuo, pero sí no salía pronto terminará como su jefe.

—Ellos no se separaron ni aunque su vida dependiera de eso—respiró un poco más calmado—no los separen ahora, dejenle los anillos de matrimonio y hagan que los entierren juntos.

Vongola se estaba vistiendo de luto en esos momentos. Era por un par de personas que se amaban aún después de la muerte. Era una trágica historia de amor.

Lamento haberlos matado a ellos T-T no me odien. Yo los amo, en serio no me maten.

La vida de cabeza (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora