Día 5: ¿Antes de que yo llegará?

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Se encontraba recibiendo tanto placer de su destinado, le besa desde el glande hasta el tronco. Sus manos traviesas acariciaban sus muslos con devoción y deleite, le parecía extremadamente lindo ver al azabache de esa forma.
Bajo sus besos dejando su erección húmeda y sensible, mordió la blanca entrepierna para luego besarla dejando así un claro chupeton.
Estaba siendo territorial, más de lo de costumbre.

—Tsuna—la voz del menor salió ahogada, mientras echaba la cabeza hacia atrás, con toda la fuerza de sus manos intentaba sujetarse del escritorio.

Todo iba bien, estaba que quería hacerle el amor al azabache en todas las posiciones imaginables e inventadas encima de aquel escritorio, que luego no cambiaría por nada del mundo, aunque quedará manchado con sus esencias.

—Tsuna~—él azabache ronroneo dejando ver unas orejas negras y una cola del mismo color—, Ven aquí.

Los instintos del Alpha vibraron de excitación, su linda pantera estaba dispuesta a llegar más allá que simples roces, besos y estimulaciones. Él pequeño quería acción con su fuerte y guapo León.

—¿Quieres jugar gatito?—cuestionó sobre sus labios mientras acariciaba aquella cola de un azabache realmente profundo.

Él menor ronroneo feliz al sentir las caricias, cuando estás bajaron un poco esos pequeños sonidos de gusto se volvieron gemidos de placer, era uno de sus puntos sensibles.
Pero todo se vió arruinado con alguién toco a la puerta, él castaño estaba enojado, estaba a punto de probar que era estar con aquel chico de patillas rizadas más allá de simples coqueteos.

—¿Quién?—pregunto enojado él Alpha mientras seguía dándole mimos a su gatito.

—Décimo...—la voz temblorosa de una sirvienta se dejo escuchar, al parecer no querían interrumpir a su jefe. Pero se ánimo a hablar antes de hacer enojar en serio al castaño—Una mujer lo busca, y traé un cachorro de león en brazos. Dice que desea hablar, él niño tiene una similitud con usted—aquello lo susurró tan bajo, pero fue escuchado por la celosa pareja del jefe.

Aquello sorprendió al León Primo, su destinado se removió realmente sorprendido, una mujer buscando a su pareja, no le importaría sacar las garras para matarla.

—Reborn miró a Tsunayoshi buscando una respuesta—Hazla pasar, pero antes asegúrense de que la cría este bien.

Reborn miró de manera inquisidora a su pareja, estaba preocupado por un simple cachorro, a menos que ella haya sido su amante antes, eso le hizo agachar la mirada realmente triste imaginandose cosas del león de vongola, nada buenas.
Apretó los puños enojado y bajo del escritorio acomodándose la ropa para que no se observaran los estragos de lo que habían estado haciendo en la oficina.

—¿Con quién estuviste antes de que yo llegara?—cuestionó ocultando su cara con su fedora; la cuál recogió para ocultar su llanto.

Él cielo tembló de manera notable, la voz de su destinado sonaba tan amenazadora y al mismo tiempo tan rota.

—No he estado con nadie—tomo al chico de las manos— por favor, créeme Reborn, sólo lo acepte por el cachorro.

—¿Qué tienes tú con ese cachorro?—levanto la mirada entre lágrimas—, ¿tuviste un hijo con alguién que no era yo?—limpió sus lágrimas al escuchar como tocaban la puerta.

—le apuntó al Vongola con Leon transformado en pistola—Te castrare sí haz dejado hijos por ahí maldito León de Vongola.

—Pase—él castaño tembló cuando su tutor y pareja lo amenazo, disimuló su sorpresa cuando miró a una joven de cabello rubio, curvas espectaculares y sonrisa prepotente, entrar cargando a un cachorro de Leon, lo sabía porque el jóven estaba en su forma media.

—Buenas tardes—saludó de manera formal dejando al chico en el piso—, joven Vongola, he venido a que reconozca a su hijo.

Él mayor quedo helado cuando sintió el cañón del menor apuntándole en la sien, las pruebas no fallaban, él menor tenía el cabello rubio como la madre, pero en todo lo que quedaba era parecido al padre, era una viva imagen del mayor.

—En honor a Vongola, le he llamado como su antepasado—él chico miraba todo curioso sin tomar su forma humana— se llama Giotto.

—Yo a usted no la conozco—aseguró el cielo agachandose a la altura del menor, ignoraba las ganas asesinas del Hitman.

Él azabache estaba seguro que se parecía al cielo, había visto muchas fotos del chico cuando estaba más pequeño. Y lo comprobó cuando el menor reconoció el aroma del castaño, feliz tomo su forma original.

—¡Que te mato Vongola!—gritó el chico enojado.— ¿Cómo pudiste hacerme esto?—cuestionó con lágrimas en los ojos y el corazón partido—, te odio, te metiste con una zorra y ahora tienes un hijo con esa puta.

Todos en la mansión temblaron notablemente.
Sólo se podía observar a un azabache llorando mientras corría por la mansión, quería estar solo, sí no nunca se le enfriaria la cabeza y las locuras son fáciles de cometer.

Mi imaginación y yo hablando, cuando tienes ideas para terminar los fics, y piensas en otro. Odio eso, pero lo amo.

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La vida de cabeza (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora