Día 3: Cena al estilo Vongola.

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Estaba enojado y se notaba en sus manos aporreando aquella cabeza de manera errática y forzada.
Claro que era forzada, porque aquel sujeto no dejaba que lo matará a placer, se estaba resistiendo a tener la cabeza destrozada contra aquel fino piso de cerámica.
Estaba intentando manchar el bello piso blanco con la poca materia gris y blanca que su cerebro lograba llenarle. Estaba realmente enojado, se había atrevido a ofender a su pareja. Era un chiquillo, pero no le permitiría ir tocandolo tan libremente como ese sujeto pensaba.

—¿Te atreviste a llamarlo prostituta?—cuestionó tomando a él Alpha de la barbilla, para que le sostuviera la mirada.

—Tsunayoshi suéltalo—Reborn intentaba hacer que soltará al idiota que lo llamó “prostituta barata”, sólo porque él castaño se nego a obligarlo a tener sexo con ese imbécil.— Yo sé luchar mis propias batallas.

Aquello sólo consiguió que el animal interior de Tsuna rugiera en protesta y mostrará los colmillos en un acto amenazante. Y funcionó, por qué él azabache retrocedió asustado.

—Repite lo que dijiste de él antes de que me enojé y te castre.

Él hombre debajo suyo tembló como una simple gelatina y buscó la excusa perfecta para escapar de su captor.

—Te dije que me dejarás tener a esa prostituta barata en mi cama—sonrió con algo de confianza al ver al castaño quitarse de encima.

—Reborn, dame a León.

El fiel compañero del pequeño Hitman se encogió en su lugar al escuchar esa órden llena de rencor. Sus ojos color caramelo ahora eran de un color ambar brillante. Y las llamas del cielo estaban descontroladas, en vez de tranquilizar a los presentes los hacia sofocarse, hundirse en un intento desesperado por respirar.

—¡Qué me des a León!—alzó la voz haciendo que todos los alphas y omegas se sometieran ante su voz de mando.

Todo el restaurante quedo en silencio, Él joven Vongola estaba fuera de sus casillas mientras usaba su autoridad de Alpha de alto rango sin darse cuenta. Reborn tenía experiencia en resistirse, pero cuando Tsunayoshi se enojaba no era tan fácil, cayo de pecho al suelo cuando ya no pudo aguantar, los ojos se le llenaron de lágrimas, sentía el pecho oprimirle, pero no iba a llorar, eso sería patético.

Él castaño saco su caja-arma y con su anillo introdujo la cantidad correctas de llamas del cielo en ella. Cuando esta se abrió, se dejo ver una pequeña cría de León, era como su dueño, adorable, hasta que tomaba la forma de un gran León. Y eso sucedió a los pocos segundos de salir, las vibraciones de su amo le obligaban a atacar.

—Pídele perdón—su voz sonó forzada— besale los pies sí es necesario.

Él hombre, que hasta ahora era tomado como un capo de una pequeña familia sin importancia, obedeció, su cuerpo se estaba moviendo sólo, las ordenes del Alpha menor lo estaban sometiendo.

—¡Te dije que de rodillas!—grito presionando el cuerpo del acusado con sus pies, lo aplastaría como un insecto.

Lo pateó rompiéndole el esternón y consiguiendo que este respirará con dificultad, sus ojos nublados y sedientos de sangre, demostraron que él estaba dispuesto a matar a cualquiera que lastimars a su destinado. Presiono más cuando escuchó a su victima retorcerse en busca de aire, sonrió satisfecho y le ordenó a Natsu acabar con ese patético tipo.

La vida de cabeza (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora