Prólogo.

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LERUM SUECIA

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LERUM SUECIA. 2009. 

Si Sander Svanberg hubiese tenido la más remota idea de dónde y con quien se estaba metiendo, de haber sabido lo que una decisión desencadenaría en su vida, las consecuencias que traería para su familia; habría pensado dos veces antes de aceptar el soborno.
Pero la  cosa con el dinero es que vuelve a las personas codiciosas, ambiciosas y estúpidas.

Hace tres semanas que Sander, su esposa y sus dos hijos murieron en un terrible accidente que conmocionó a sus conocidos. Aunque la verdad es mucho más oscura y sangrienta. La presencia de ciertos desconocidos en el funeral no hicieron más que poner a Hannes en alerta, si no empieza a moverse pronto, el único superviviente de dicho accidente y él mismo, serán los siguientes en acabar bajo tierra.

Del otro lado de la sala se encuentra Isak, ajeno a sus pensamientos o preocupaciones, con la espalda encorvada en dirección a la mesa de madera sobre la cual se encuentra un rompecabezas a medio armar. Da tristeza mirarlo. 

El chico está concentrado en la pieza que casi pasa en tamaño la pequeña mesa de madera frente a él. Es un regalo que su madre le obsequió para su noveno cumpleaños unos días antes de su muerte,  por lo cual ahora le guarda más cariño que a cualquier juguete. 

Pensar en el dolor que la pérdida de sus padres le ha causado al niño, los traumas que evidentemente le ha dejado, es tan devastador como revivir lo ocurrido. Después de todo, él también perdió a su hermana hace tres semanas.

Su sobrino es todo lo que le queda ahora. Es la razón de aquella promesa que le hizo a su hermana antes de que la muerte la reclamara. Ahora es también su mayor motivación para cumplirla.

Hannes se asoma por la ventana por tercera vez en la última hora esperando que la lluvia haya amainado.  El viento sopla cada vez más fuerte y sigue lloviendo a raudales. Con tal clima es difícil salir de la ciudad, ni que decir del país. 

La vocecilla en su cabeza le recuerda que tiene que empezar a moverse. No pueden quedarse en ese lugar por más tiempo de cualquier forma. La casa en donde se están quedando temporalmente es fría. No se parece nada a un hogar y aunque a él ya no le importa, eso es justo lo que su sobrino necesita: la seguridad de un hogar. Aparte de los muebles con los que está equipada al ser un sitio de paso, no hay casi nada de ellos ahí. Todas sus pertenencias caben en un bolso de mano ahora y así será por un buen tiempo hasta que consiga poner a Isak a salvo.

—Voy a salir un momento —le avisa a Agnes, la chica que se ha encargado de cuidar a su sobrino desde el accidente. 

Agnes no dice nada, pero con un gesto confirma que lo ha oído desde el otro lado de la cocina. 

Hannes abandona la comodidad del sofá con un hormigueo bajo la piel que bien puede deberse al nerviosismo y preocupación que le provoca dejar a Isak solo, o quizá es porque lleva más de una hora sentado en la misma posición.  

—¿Volverás antes de que se apaguen las velas? —pregunta Isak enseguida notando el movimiento. Aparta la atención del rompecabezas para mirarlo. Su cara regordeta lo observa desde abajo y en su mirada se aprecian sombras de tragedia y el peso de traumas que ni siquiera años de terapia podrán borrar.

—Volveré antes de que ella se marche —le promete Hannes suavizando el tono. 

A pesar de que ha tenido la misma niñera desde que dejó el hospital, eso no ha hecho nada por la confianza y tranquilidad de Isak. El niño sigue mostrándose distante y huraño alrededor de cualquiera que no sea él. Y dadas las circunstancias  en las que perdió a su familia, tiene toda la razón para ser desconfiado.

—¿Nos iremos mañana incluso si sigue lloviendo? —cuestiona el pequeño esta vez. 

Hannes asiente a pesar de no estar tan seguro. Sus planes pueden estropearse con tanta facilidad. 

—Asegúrate de empacar eso —le recuerda señalando el rompecabezas— Puedes pedirle a Agnes que te ayude si lo necesitas.

—Lo haré enseguida —promete el niño— no necesito ayuda con eso. 

—Muy bien —acepta agachándose a su altura para revolverle la mata de pelo rubio con mucho cuidado de no tocar el vendaje que le rodea la cabeza y cubre uno de sus ojos celestes—. Nos vemos a la hora de la cena. 

Cruza la sala a pasos largos hasta llegar al armario junto a la entrada donde guarda su chaqueta impermeable y un par de botas altas para el clima.  Una vez listo para salir, se sube la capucha para protegerse y pasar desapercibido al mismo tiempo.

Se asoma por la ventana junto a la puerta para asegurarse que no haya nadie afuera y tras un último vistazo a su sobrino y una mirada significativa a Agnes, abre la puerta y sale a la lluvia con un objetivo claro y determinación extra, prometiéndose que la mañana siguiente o cuando se marchen, enterrará el  pasado junto a su hermana y su familia, y  le dará a Isak un nuevo comienzo lejos de los malos recuerdos de ese lugar.

Hay secretos que demandan guardarse, y lo que Hannes sabe, de lo que huye… vale la vida de su sobrino y la suya. 

 

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