¿Hermanos?

23.5K 2.4K 314
                                    

Mi ángel oscuro y Adam se voltearon en cuanto se dieron cuenta de mi presencia. Sentí un peso muerto apretando mi corazón. Lista o no tenía que enfrentar lo que había hecho.

Aunque había algo que me llamó la atención. Ambos estaban confundidos, cómo si estuvieran pensando en un asunto ajeno a mí. Yo no era precisamente lo que ocupaba sus mentes.

Nahek reaccionó rápidamente y se acercó a mí. Me abrazó tan fuerte que pensé que iba a quedar aplastada, quizás era que aún me sentía débil y los golpes recibidos unos momentos antes de todo lo que pasó no ayudaban en nada.

  — ¡Al fin! ¡Estas despierta!— Dijo mi ángel mientras me abrazaba.

— ¿Que fue lo que sucedió y por que él está aquí?—  Pregunté con un nudo en la garganta, si mi ángel iba a saber la verdad debía ser de mi propia boca.

— No lo sé, todo fue confuso... Yo no supe que hacer, nada de lo que hacía te calmaba, estabas... Sufriendo mucho Adara, y sólo se me ocurrió traerte aquí, tenías razón debía de haberte traído aquí. El tlatoani logró apagar tu conciencia, pero Adam podía sentir que estabas en peligro. Tu cuerpo estaba aquí, pero tu mente estaba extraviada.

Ni siquiera Adam podía encontrarte, fue entonces cuando apareció Canek. El supo que hacer para traerte de nuevo. 

— ¡Así que esto es tu culpa! —  Le gritaba a Canek mientras caminaba enojada hacia dónde estaba parado.

Canek sonrió. Y dijo algo en voz baja, casi inaudible para asegurarse que ni mi ángel ni Adam escucharan.

— Sólo estoy cuidando mi inversión. De nada me servirás si Lilith te hace daño. Además sólo cumplo mi parte del trato, no diré nada de nuestro pequeño secreto, y si estoy aquí es para asegurarme de que tu esposo no hiciera ninguna tontería que pueda afectar nuestro trato querida.—  Me quedé helada, así que en realidad ese ser vil no tenía nada que ver y que había ayudado aunque fuera por propios intereses.

— ¿Por qué quieres culparme de todo a mí? Yo también quiero a Lilith muy lejos de este mundo. Y aunque para mí sea todo una gran proeza reconocer que tenemos algo en común. 

Los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Aunque sea sólo en esta ocasión. Lilith no es cualquier mujer maléfica, ella en sí es el mal de la humanidad. Muchos creen que es mal, que el demonio es un hombre. ¿Quien podría creer que detrás de gran parte de la maldad existente es culpa de una presencia femenina? Créanme las mujeres son peores, son astutas y embaucadoras. 

No comprendía bien a que venía todo ese discurso. Quizás imaginaba cosas pero podría jurar que hablaba de Lilith. ¿Era posible que Canek hubiera estado liado con Lilith? Eso era una imposibilidad. No imaginaba a Canek ¿enamorado? Canek sólo era maldad pura. No era posible que Lilith tuviera que ver con él. Aunque si Lilith lo utilizó para sus fines. ¿Era posible que eso pudiera haber sucedido?

Las preguntas en mi cabeza fueron interrumpidas por la voz de Nahek.

  — ¡Por favor! Tú no sabes nada más que servir a la oscuridad—  Le dijo a aquella figura imponente, sus cabello oscuro y esos ojos lo hacían parecer un ángel, pero era toda una fachada.

— ¿Sabes? A pesar de tantos siglos, de toda una existencia aún sigues con el mismo discurso. Aún cuando te hicieron olvidar, sigues siendo el mismo en esencia. Siempre fuiste así, siempre has sido el que se sacrifica, el que obedece toda regla. Bueno, más bien obedecía. Mira que enamorarte de una humana. Y ¿aún así me juzgas a mí? Cuando tú eres el culpable en parte de que este atorado en este mundo.—  Le contestó Canek a mi ángel oscuro.

— Tú y yo somos más parecidos de lo que crees, de lo que recuerdas.— Las palabras de Canek nos confundieron a todos. Estaba en lo cierto, Canek y Nahek ya se conocían. Y de ser así ¿porque Nahek no lo recordaba?

Cuando la muerte se enamoreKde žijí příběhy. Začni objevovat