Redención

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No supe como reaccionar. Literalmente me habían... ¿Como podría decirlo? <<Me habían agarrado con las manos en la masa>> Pensé.

Seguro Amelia se iba a preguntar que demonios me pasaba ahora, en cuanto a Amelia su expresión de desconcierto lo dijo todo. Sólo me quedó sonreír como si fuera inocente de todo cargo del que se me pudiera acusar.

Me aleje rápidamente de Leo, aunque moría por saber si se encontraba bien, verlo desaparecer así me había preocupado. Él estaba en ese infierno debido a mi. Leo podía ser todo lo que quieran, pero nadie merecía estar ahí, excepto Lilith, ella si merecía estar ahí. Necesitaba saber más de ella, saber con certeza que era lo que quería de mí, Adam quizás no me diría nada pero quizás sabía quién sí me lo diría.

  —No sabía que mi hijo tuviera visitas —  Dijo una mujer de cabello rizado y largo, sus ojos color miel me miraron intrigada. Tenía algunas arrugas alrededor de los ojos, eso hacía más evidente sus expresiones. Era una mujer bella, esbelta y más alta que el promedio de mujeres. Con una sonrisa cálida.

No supe que decir. Hasta que Amelia habló.

  — Tía, madre, ella es Ángela— 

— Ángela ella es mi madre y ella es la madre de Leo—  continúo Amelia. Por un instante percibí una mueca de sorpresa en la madre de Amelia. Ella llevaba el cabello corto, unos ojos cafés más oscuros, tez blanca. Las facciones de su rostro eran delicadas, sin embargo tenía ese aire semejante a Adam. Ahora sabía a quien se parecían ambos. Amelia y sobretodo Adam eran muy parecidos a su madre.

Ambas me extendieron la mano y yo me acerqué a saludarlas.

  — Yo soy Elienay, la madre de Leo.—  Al estrechar su mano, tuve un dejavú. Sabía que a alguien me recordaba, pero no sabía a quién con exactitud. Recordé entonces dónde había visto esa sonrisa cálida y esos ojos miel, eran como los de la niña que llamaba a Leo papá. Mi corazón se estrujo, al ver el parecido. 

  — Soy Gabriella, la madre de Amelia y...—  Vaciló y dejo la frase incompleta. 

  — En realidad es Adara, me llamo Ángela... Pero prefiero que me digan Adara — aquello lo dije apresuradamente, y a la vez deseando que alguien más siguiera hablando. Lo cuál sucedió, el doctor entró y pidió un momento a solas con el paciente. Todos salimos del cuarto excepto Isabella y la madre de Leo.

Salí al final y cerré la puerta tras de mí.

— Iré por un té. ¿Mamá, quieres que te traiga algo? ¿O me acompañas?— Amelia le preguntó.

— Un café por favor. Y creo que tu tía también va a querer algo. Es mejor que espere a tu tía. —

— Está bien  Dijo Amelia, mirando a donde su madre lo hacía, ella me miraba fijamente. Tal vez ya había sacado la conclusión de quien era. Y eso me puso nerviosa, creo que ni Lilith lo hacía de esa forma. 

Escuché que los pasos de Amelia cada vez eran menos fuertes, ya se había alejado. Iba a sentarme en las sillas que estaban doblando la esquina, cuando aquella mujer se animó a dirigirme la palabra.

  — Eres ella... ¿No es así?¿Eres la Ángela de... Adam?—  Con el nombre de Adam titubeo. Sentí una opresión en el pecho. Había deseado tanto nunca enfrentar a su madre.

Me volteé tímidamente, a la vez que tomaba una gran bocanada de aire.

  — Lo soy, mejor dicho lo era.—  Ahora que lo pensaba, Ángela si le pertenecía a Adam, pero yo ya no era más Ángela, nunca lo había sido del todo. Ahora era feliz siendo Adara. No sabía como explicarlo, siempre me había faltado algo, nunca me había sentido como yo misma, hasta ser Adara y Nahek se hizo presente en mi vida.

Cuando la muerte se enamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora