¿Tú?

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Estaba a punto de terminar de vestirme cuando oí que alguien tocaba a mi puerta. Seguramente era Amelia. Tenía entendido que sus padres habían salido de viaje y no quería quedarse sola en casa, así que además de lo obvio que era vigilarme a mí, Amelia no quería estar sola en su casa. Sospechaba que esa parte eran instrucciones de Adam y de Leo. No entendía por que le habían pedido eso, a mi me ponía más nerviosa tenerla cerca, sentía que corría mayor riesgo y no quería que a nadie más le pasara nada .

Estaba claro que ninguna de las dos quería estar sola en nuestras respectivas casas, de alguna forma saber que no estaba sola en esta casa me daba cierta tranquilidad, no me sentía tan sola y le daba algo de normalidad a mi vida. Amelia distraía mis pensamientos de cualquier escenario fatídico en mi cabeza, cuando empezaba a divagar.

— Pasa —Fue lo que dije, mientras terminaba de secar mi pelo con la toalla.

La puerta se abrió y entró Amelia con su sonrisa efusiva. Y esos ojos achocolatados. Tenía un aspecto aniñado. En realidad aún a veces la veía como esa niña que me odiaba, cuando era novia de su hermano. Sus caras cada vez que me veía con Adam eran épicas. Era como una niña pequeña que hacía berrinche por que le quitaban su juguete favorito. Siempre quise acercarme a ella, sin embargo no me lo había permitido y yo me había hecho a la idea de que me odiara.

Ahora las circunstancias nos habían hecho buenas amigas. A veces la vida da giros inesperados, te pone donde jamás lo hubieras pensado hace tiempo. Y haces cosas que nunca imaginas serías capaz.

—Yo sé — Se detuvo un momento. — Más bien hoy en la mesa me quedó claro. Tal vez aun no lo aceptas, tal vez tengas tus razones para no hacerlo pero es claro que sientes algo por ese ser. ¿Dios? O lo que quiera que sea él. Pero debes terminar con Adam.—

Amelia me miraba un poco dudosa, temerosa. Creo que había aprendido que hablar de mis sentimientos no era precisamente la cosa más sencilla para mí. Y menos si se trataba de Adam.

Adam era un tema incómodo entre las dos, al final entendía que Amelia sintiera esa lealtad de hermana hacía él. Y agradecía que me recordará que Adam era un tema que tenía que terminar, si fuera por mí, solo me quedaría con esa espina y lo dejaría pasar. Adam no se merecía eso. De cierta forma Amelia era como la voz de mi conciencia a veces.

—Bueno se podría decir, por que eso creo que ya lo hiciste. —
Hizo una mueca extraña, entre una sonrisa y algo más.

—Lo sé Amelia, debo enfrentar a tu hermano. Pero tengo miedo.—

—¿Miedo? ¿En serio Ángela? ¿tú?— El tono en que lo dijo me hizo sentir un poco mal. Podía ser fría en muchos aspectos pero no era de piedra.

Le lancé una mirada reprochando le lo que había dicho.

—Sé que no soy tan expresiva con eso de los sentimientos, es algo que estaba aprendiendo, que sigo aprendiendo y eso es todo un reto con Nahek. Con él necesito ser más explícito con los sentimientos. Y eso no es mi fuerte. Pero sabes que tu hermano fue importante, de alguna forma lo será siempre pero Nahek es mi presente. — Esperaba que quedara claro.

Ambas nos quedamos en silencio. decidí hablar yo.

—Amelia si no te importa tu puedes organizar eso, si fuera por mí, solo dejaría que la distancia y el no hablarnos se atraviese entre ambos aunque Adam es especial para mí, un amigo.

Quisiera que lo entendiera, pero sé que no será fácil para ninguno de los dos. Así que tú organizalo, y yo me presentaré a la cita.— Le dije sin saber que decir.

—Ángela fue tu idea, si no mal recuerdo tu misma se lo pediste a Nahek.—

—Lo sé, sé también que es lo más justo pero no lo hace más fácil Amelia. ¿Como haces una cita para terminar? ¿Como terminas algo que nunca terminó y sin embargo lo hizo?—

Cuando la muerte se enamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora