Sólo una vez

68.9K 5.2K 1.4K
                                    

Tenerlo cerca, poder mirarlo directo a los ojos. Sentir su calor, era algo enloquecedor, me pasaba algo que no entendía con él. Nahek ya no estaba sólo en mi cabeza, estaba frente a mí, besándome como cualquier otro hombre podría hacerlo, aunque sólo quería que fuera él. Nahek ahora era de carne y hueso, y eso me confundía aún más, me podría atrever a decir que lo deseaba. ¡Ahí esta de nuevo! Esa parte oscura, luchando contra mi racionalidad.

Su cercanía, y que me besará me gustaba, no podía resistirme a dejarlo hacerlo, quería seguir sintiendo ese calor recorriendo mi cuerpo, como electricidad que invadía mis sentidos. Tenía tantas emociones acumuladas chocando una contra otra. Miedo, amor, deseo, todas ellas colisionando. Creando un caos. Un bello caos que parecía de lo más armonioso.

Esas sensaciones me aturdían. Quería más de él, más de eso que me hacía sentir.

Era caótico y a la vez lo más auténtico que había vivido. Lo que Nahek me hacía sentir era indescriptible, era como si todos mis sentidos al fin desadormecieran. Se sentía tan bien estar a su lado.

Sin darme cuenta no sólo le correspondía el beso, sino que era exigente, lo necesitaba, no era consciente de cuán grande e inquietante era lo que sentía por él. Le exigía que se entregara, que se olvidara de todas las reglas, yo quería olvidarme de todo, y sólo dejarme llevar.

¿Valía la pena dejar que todo se fuera al infierno por amor? ¿Era amor? Lo que me hacía sentir me atemorizaba, por que nunca había sentido algo parecido, algo tan arrebatador, y si yo me sentía así, Nahek debía de tener todos esos sentimientos aún mas confusos que yo. Tenía miedo de lo que yo podía hacer, y orillar a hacer a Nahek.

Vaya encuentro de los dos, un ser que estaba descubriendo sus sentimientos humanos,  y que solo se dejaba llevar de manera arrebatadora por aquellas sensaciones que no entendía. Y yo bueno, yo me deleitaba con eso que me hacia sentir, con sentir que aquel ser me correspondía. Aquel encuentro alimentaba mi orgullo. Era una vanidosa.

Era una necesidad, un complemento.

De pronto recordé las palabras de Canek. Y la magia se había ido. Sentir todo ese caos de sentimientos, era lo más parecido a un placer culposo.

Me separé de él bruscamente, tratando de evitar que sollozara como una niña, no quería herir sus sentimientos más bien quería seguir besándolo. Quería tenerlo sólo para mí. 

Saque fuerzas de donde pude, debía mantenerme alejada de él. Al menos hasta pensar en algo. En esos momentos odiaba tanto a Canek, lo odiaba, por llevarse a mi familia, y por que solo le importaba hacer el mal, ese era su fin, no tenía escrúpulos, él vivía de la maldad, de los pecados del ser humano, ese era su propósito. Causar el mayor daño posible. Quería apoderarse de este mundo, utilizándome, o utilizando a Nahek.

Lleve mis dedos a mis labios, aún quedaba esa sensación de su beso. Jamás pensé en poder sentir algo parecido. ¿Era justo renunciar a algo así? No quería hacerlo. Más bien quería solo desaparecer con aquel ser que estaba conmigo ahora. ¿Y si lo hacia?

Creo que sabía la respuesta: Mi familia sería la primera en desaparecer.

No contaba con lo difícil que sería ahora que estaba vivo, por así decirlo, el deshacernos de los sentimientos humanos, mantener a raya las emociones, nunca ha sido mi fuerte. 

Mientras estaba sólo en mi cabeza, y nuestros encuentros eran en medio de ambos mundos era más sencillo. Pero ahora tenerlo tan cerca y poder besarle a placer y que él por supuesto estuviera más que dispuesto, era una tortura. Por que me gustara o no, sentía algo por él. 

  —¿Te hice daño?—  Pregunto de la manera más inocente Nahek. ¿Se podía ser más... tierno? Nahek podía ser una de las fuerzas más excepcionales en la Tierra y en su mundo. Pero en el terreno del amor, era recién un aprendiz.

Cuando la muerte se enamoreWhere stories live. Discover now