Verdades

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Canek me sujetaba fuerte. Y me miraba diferente tenía la mirada oscura, estaba conteniendo su rabia.

— ¿De dónde lo sacaste?—  Volvió a preguntar. Me quedé callada unos instantes, pero tomó mi rostro y acercó su frente a mi mejilla.

—Canek, piensa, acabas de luchar con nosotros. No eres lo que piensan—  Le dije mientras trataba de quitarme sus manos de mi rostro.

—No, tienes razón, no lo soy. Pero si tú no me dices dónde esta mi hermana... Haré que tu y Nahek paguen.

No podía estar sucediendo, acababa de enfrentarme a Lilith, Canek no era parte del plan, no lo era.

— ¡Déjala! ¡Suéltala Canek!—  Dijo Nahek quién ya estaba cerca de nosotros, Nahek tenía en la mano la daga de obsidiana y le apuntaba a Canek. Su mirada era feroz, sabía que iba a hacerlo, nunca había visto esa mirada en Nahek, era muy diferente de de como me miraba. Sus ojos estaban fijos en Canek.

Canek me soltó y miró a Nahek.

Me alejé de él. ¿Era el momento de toda la verdad?

— Ella me lo dio.—Susurré.

— Ella ¿te lo dio? ¡Eso es imposible ya que esta muerta!—  Dijo Canek gritándolo como si fuera lo más obvio. Yo no quería que Nahek escuchara la verdad, y si hablaba indudablemente llegaríamos a ese punto.

— Ella no pudo habértelo dado, porque tu querido esposo...— Sabía lo que Canek iba a decir y lo detuve.

— ¡No lo hagas! No lo digas, dije mientras me había ido sobre él, y lo había estampado contra uno de los retablos de la iglesia.

—¡Wow! En verdad quieres protegerlo. 

— Con mi vida.—  Le contesté.

—Bien, si tú no me dices por tu propia voluntad, quizás pueda persuadirte, lo cual es una lastima porque me estabas agradando. ¿De que tienes miedo? ¿De que Nahek pierda la cabeza al saber o que hizo?

Yo lo solté y me alejé de él. Nahek nos miraba con curiosidad.

—¡Habla!— Está vez le ordenó mi ángel.

— ¿De verdad quieres saber? ¿Quieres saber porque te odio Nahek?

— Si, así dejas en paz a Adara, puedo soportarlo.

— Tu dama no piensa lo mismo. 

— ¡Espera! Te lo diré.— Dije interrumpiéndolo.

— Ella me ayudó a rescatar a Leo, ella me dio esa gargantilla en el infierno. 

Canek pareció sorprendido, no supe que decir, y podía imaginarlo había pasado demasiado tiempo creyendo que estaba muerta.

—Ella no murió Canek, esta viva. Ella me ayudó a salir de ese infierno. Quedó atrapada con Lilith y se escondía de ella.

—¿Dónde esta ella?—  Preguntó confundido.

— No lo sé. Realmente no lo sé, yo desperté en el templo, y Leo en el hospital. En cuanto pude le pedí a Adam que la buscara. Luego pasó esto, así que no tengo idea de donde esta ella. 

—¿No la tienes? ¿O la dejaste en ese infierno?

¿Acaso pensaba que yo la había dejado a propósito ahí.

— ¿Cómo puedes pensar que yo la abandoné?

— ¿Y no lo hiciste?

— ¡No, por supuesto que no! 

Cuando la muerte se enamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora