No lamento haberte besado

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Al despertar me sentía un poco más recuperada, apenas podía creer lo que había sucedido anoche. Adam, Leo, la misma muerte estaba en mi cuarto. Era un escenario que no me había imaginado. Y que esperaba nunca enfrentar y no había sido del todo divertido. Aunque estaba claro que tenía que lidiar con mis sentimientos hacia Adam y los sentimientos de Adam por mí.

 Estaba a punto de despertar, cuando sentí que algo andaba mal, la casa estaba demasiado tranquila, no había música, no había ruido de televisión y las cortinas aún no estaban corridas, a pesar de que podía sentir que ya era tarde, aunque no quería levantarme, no aún, tenía que volver a ver a Adam y a Leo, y luego de los sucedido anoche, quería que la Tierra me tragara.

Tomé valor para levantarme, y lo primero que hice fue ver el reloj, eran cerca de las once de la mañana, me levanté de la cama, corrí las cortinas y me puse la bata. 

Al salir de mi habitación la casa estaba totalmente en silencio. Sentí ese hueco en el estómago, algo no andaba del todo bien. Pero me negaba a la idea. Apenas anoche mi madre casi me descubre con Leo en mi habitación, de acuerdo no en ese sentido, pero Leo era al único al que vería mi madre.

—¿Acaso se atrevieron a dejarme sola?—Dije en voz baja, mientras recorría el pasillo para bajar las escaleras, y el piso de madera en aquella casa que se sentía vacía, no estaban ayudando en nada, solo a ponerme los pelos de punta, y ponerme nerviosa.

Sentí como los vellos de mis brazos se erizaron, mientras caminaba por el pasillo.

Cuando estaba a media escalera, escuché un ruido en la mesa del comedor, como si alguien jugueteara con un cuchillo sobre la mesa de madera. Un ruido constante, primero un sonido largo, que supongo era la punta de algo filoso arrastrándose por la mesa y luego un sonido corto, seco. Aquel sonido me aterró. 

Mi mente se negaba a pensar lo peor, pero todo mi cuerpo me gritaba que corriera, que huyera. Algo que no hice, mi curiosidad pudo más que el miedo y fui hasta la cocina a paso lento. Algo muy tonto en realidad. Pero estaba en mi casa ¿que podía pasarme?

No sabía lo equivocada que estaba, pero estaba muy cerca de descubrirlo.

Al entrar al comedor por la cocina, lo primero que vi fueron unos zapatos oscuros de vestir, por alguna razón preferí mirar al piso, creo que muy dentro de mí sabía lo que iba a pasar, y quería hacerme a la idea que no estaba en una pesadilla, si no que era real. Alguien estaba en el comedor de mi propia casa, y además estaba completamente sola.

Subí la mirada y vi a un hombre realmente atractivo con camisa blanca, y una sonrisa que derretía, pero que escondía algo malévolo. Todo en él emanaba una oscuridad latente, y algo más que no quería creer. Era un ser realmente oscuro.

En cuanto entré sonrió aún más, y dejó de juguetear con lo que ahora podía ver era algo parecido a una daga.

Sentí un viento correr hacia mí, y enseguida lo tuve de frente. Eran unos ojos azules intenso, enmarcados por unas pestañas negras y coquetas, unos ojos que parecían casi sobrenaturales. Eran de un color hermoso.

Si así era el demonio o el diablo, nadie puede poner un pero para que el te llevará. Quizás por eso siempre los malos tenían ese aspecto, así es más fácil perderte con la lujuria. El deseo. En resumen... Perder tu alma.

Todo estaba en silencio y estaba sola, lo sabía, podía sentirlo y era una de las cosas que me aterraba. ¿Donde estaba mi familia?

—Creo que ya sabes que tus padres adoptivos no están aquí, querida.—Me quedé callada y tragué saliva, por un momento sentí como mi cuerpo era tan débil y frágil, no sabía si era por que apenas había salido del hospital o por que... Mi vida, y la vida de mis padres y mi hermana estaban en peligro. Y sabía que querían... Querían a la muerte.

Cuando la muerte se enamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora