Prólogo.

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《—Tenés que fingir que no sabías nada.》

Ámbar se la había pasado sola en todo lo que restó de la tarde, caminando por las calles de Cancún hasta que el sol comenzó a ponerse; y cuando por fin regresó a aquella enorme mansión, la recibió el señor Alfredo con una sonrisa adornando su rostro y esa alegría que lo caracterizaba. El señor extendió sus brazos para ella, y sin dudarlo se escondió en aquél abrazo reconfortante, como una chiquilla indefensa. Se sentía tan agotada, física y mentalmente que por poco se soltaba a llorar a ahí mismo.

Pero no lo hizo.

—Ay, Ámbar —dijo el mayor en un suspiro—. Si querés perderte un rato, por lo menos avisame, estaba preocupado. Pero estoy tan feliz que te la voy a dejar pasar.

Ella sintió un vuelco en su corazón, pues sabía que su felicidad nada tenía que ver con su retorno. Y lo comprobó cuando el señor Alfredo comenzó a contarle una historia que ya conocía, sobre un pasado que nunca había sido el suyo. Las palabras de su madrina resonaban en su mente; hizo justo lo que ella le había pedido.

—Ámbar... ¿estás bien? —le preguntó Alfredo al notar que ella no reaccionaba.

—No. No puede ser —comentó ella con fingida negación.

—Ámbar, cariño, yo te digo la verdad.

《—Ponete de su lado.》

Tardó unos minutos en responder, pero luego sus ojos, sus bellos ojos celestes se cristalizaron. Miraron al que un día llamó con tanta alegría "abuelo" sin serlo. Y finalmente le dijo:

—Te creo.

《—Hablá mal de mí si es necesario.》

—No pensés que...

—No —dijo interrumpiéndolo—. Dejalo así; no puedo creer que Sharon me haya utilizado de tal forma, como si mis sentimientos no importaran. ¡Y yo le creí! ¡Yo confié en ella y esto es lo que gano! Es un monstruo malvado, siempre manejandome a su antojo. Y para colmo se fue y me quedé aq...

—¿Se fue? ¿Cómo que se fue? ¿A dónde? —preguntó enfadado el hombre, interrumpiendo su actuación.

《—Mentí.》

—No lo sé —confesó—. Me mandó un mensaje que decía que había tenido que abandonar la ciudad por motivos importantes y que por eso no pudo verme patinar en la competencia. No estuvo ahí conmigo y ahora se regresa a Buenos Aires. Seguro sabía que vos me ibas a contar todo esto, y ella huyó como una cobarde. Luego de todo lo que yo tuve que pasar, ella me transformó en una persona horrible; perdí a mis amigos, al chico que me gusta. Ni siquiera sé quién soy ahora realmente; me quedé sola.

Su voz se quebraba con cada palabra. Su corazón dolía contra su pecho. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

¿Cuánta verdad había tras aquella mentira? Ese discurso había querido salir de su boca siempre, pero no había oídos que quisieran escucharlo. Como una pintura abstracta, que realmente nadie comprende.

—Escuchame —dijo tomando las manos femeninas entre las suyas con cariño—. Sabés que aunque vos no seas mi nieta verdadera, yo te quiero como a una. Fuiste la primera a la que mi corazón quiso completamente y eso no va a cambiar —él le sonrío con alegría—. Vos siempre serás mi Sol; y ahora siento que mi universo está completo junto a ti y a mi Luna. Ámbar, Sharon se fue, pero yo estoy aquí para ayudarte y cuidarte. ¿Te gustaría vivir conmigo y los Valente?

《Tenés que estar cerca de ellos, pero no te confundas.》

—Sí.

Aceptó, Alfredo volvió a rodearla con sus brazos. Ahí, en la sala de la mansión, se sintió más protegida y querida. Y el llanto que soltó fue auténtico; lágrimas de verdadero dolor, que reflejaban cómo se sentía. No supo cuánto tiempo estuvo llorando, pero sí que el hombre fue muy paciente con ella, dejándola llorar en su pecho acariciando sus rubios cabellos, hasta que su corazón volvió a latir tranquilo.

Aún con lágrimas en los ojos, pudo distinguir que, desde la puerta dos personas observaban la escena, y parecían sentir directamente el dolor de ella. Odió más a Luna, al ver la mirada de lástima que le dedicaba. E incluso más a Simón, pues la suya mostraba arrepentimiento. Escondió su rostro nuevamente en el cuerpo de su abuelo, y respiró profundo. Ahora comenzaba su nueva etapa, pero ¿exactamente cómo te preparas para lo desconocido?

《—Sólo podés confiar en mí.》

Recuperar... ¿lo que era mío? || SimbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora