Capítulo 24

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Capítulo 24

— ¡Papá!...

— ¡Hola Campeón! — dijo al tomarlo en sus brazos, sin soltar la bolsa en donde le llevaba un regalo.

— Hola Ethan...— le dijo fríamente Daphne, después de hacerlo pasar, mientras él entraba llevando en sus brazos a Nathan.

— Hola Daphne...

— ¿Qué es eso, papá?— preguntó con cierta curiosidad Nathan al ver la bolsa que llevaba en su mano derecha.

— Un regalo...

— ¿Para mí?— preguntó emocionado.

— Sí... Déjame entregártelo.— dijo al mismo instante en que lo soltaba. Y Daphne miraba a ambos.

— Deja respirar a tu padre... Estaba preparando algo para merendar. ¿Quieres unírtenos?

— ¿Una merienda?— le miró sorprendido.

—Mamá todos los domingos hace una rica merienda... Mmm... ¡Ya tengo hambre!

— Vengan al comedor...

— ¿Y puedo abrir mi regalo?

— Nathan, come primero...Y luego abre tu regalo junto a tu padre. Y dale las gracias.



    Un desayuno en familia. Eso era lo que le parecía a Ethan en aquel instante. Se sentó al frente de Daphne, mientras Nathan se sentaba en medio de ellos.



— Mmm... ¡Que rico te quedo la merienda, mamá!

— ¿Te gustó o sólo lo dices para que te deje libre para abrir tu regalo?— le preguntó al mirarlo con cierta picardía.

—Digo la verdad...Mmm...— dijo con la inocencia que lo caracterizaba, mientras le robaba una hermosa sonrisa a su madre. Cuanto amó Ethan encontrarse allí y verla sonreír de nuevo. Aunque no fuese por él por quien sonreía. Ella ya le había dejado claro que él era su pasado.

— ¡Está bien!... Puedes levantarte y abrir tu regalo junto a tu padre.

— Deja que yo lavo los platos. Por favor...— le interrumpió Ethan.

— No es necesario... Puedo hacerlo por mí misma. Vete con Nathan.



Se acercó a la sala con Nathan, al ver que ella le insistía una vez más.



— ¿Buzz Lightyear y Woody?... Gracias papá... Gracias...— dijo Nathan después de abrir su regalo, abrazándolo con fuerza. Daphne se asomó un momento, encontrándose con esa imagen. Mientras su corazón le hacía sentir algo que ella se había prohibido. Por lo que quitó aquella sonrisa que empezaba a pintarse en su rostro. Al mismo tiempo en que regresaba a la cocina.



   Ethan, mientras tanto, en su silencio pedía que ese domingo se fuera lo más lento posible. Amaba cada segundo, cada hora, cada instante que se encontraba allí. Con aquella familia que se negaba a perder.



   No obstante, también era consciente de que tenía que regresar a Los Ángeles a la mañana siguiente. Debía estar presente en el próximo juego de su equipo. Y Daphne no quería que por culpa de ellos, él se ausentara.



—Perdona si te interrumpí... Vine a buscar cotufa... Vamos a ver películas.

— No me has interrumpido— dijo al cerrar aquel libro que tenía en sus manos—. Espero que Nathan no te esté mareando mucho.

— No lo está haciendo... Me recuerda a mí de niño...

— Sí, tiene mucho de ti...— sonrió sin pensarlo. Quitándola de su rostro demasiado tarde. Ya Ethan la había visto sonreír.

— Nunca debí dejar de buscarte... Es algo de lo que me culpare siempre...— dijo y sin querer sus miradas se encontraron aún más cerca cuando Ethan se agachó junto a ella, cuando se le cayó el sobre de cotufas para microondas que había sacado de uno de los armarios.



    Se miraron. Sus almas se encontraron como si al fin hubiesen encontrado su camino mutuo. Tras aquel beso que ninguno de los dos pensó. Fue un accidente al instante en que sus rostros se levantaron. Rozando sus labios. Un beso por accidente.



— Lo siento... En verdad lo siento...— dijo apenado. Mirando los ojos de Daphne que le miraban con una rabia contenida.— Fue un accidente... Un accidente. Te lo juro.

— ¡Basta Ethan!

— No hay ninguna razón para que te sientas así. Ha sido mi culpa... He sido el único culpable. Siento lo que te ha hecho ese beso.

— Ha sido un accidente, ¿no?... Nada de esto ha ocurrido. Nathan espera por ti. Vete, yo llevare las cotufas.



   Entró de nuevo a la habitación de Nathan, él se sonrió de nuevo al verlo entrar, no podía ocultar su emoción. Era su padre y se encontraba a su lado como siempre lo había deseado. Ahora no se volvería a sentir solo cada vez que viera a uno de sus compañeros del Kínder garden con su padre. Él también tenía uno. Y tenía muchas actividades que compartir con el suyo.



— Tu madre nos traerá ahorita las palomitas de maíz.— le informó Ethan al sentarme a su lado—. ¿Qué me he perdido?



   Ethan le escuchaba, encantado de ver aquel niño. Su hijo. Aquel niño que era un vínculo de unión eterno con Daphne. Al mismo tiempo en que le hizo sentir un inmenso vacío en su corazón. Estaba perdiendo parte de su vida cada vez que estaba lejos de él. Y de su madre. Ellos eran aquel todo lo que siempre había soñado y había odiado al no tener, sin saber, que si existía.



— ¿Dios acaso me estas castigando con su presencia? ¿Dime que he hecho mal para merecerme esto?— se decía Daphne antes de dirigirse a la habitación de Nathan. Sin querer, recordaba ese beso y la sensación que había sentido—. Sabes que no es justo... Muy bien sabes que aunque le siga amando. He comprendido y aprendido que somos y siempre seremos de mundo distintos.— respiró profundamente. Y entró en la habitación de Nathan. Encontrándose con la imagen de Nathan feliz de compartir con su padre.



    Por ello es que había buscado a Ethan. Por ello, y por nada más, se repetía en silencio.



— Tomen chicos...

— ¡Gracias mamá!

— De nada Campeón...

Su única esperanza (Editada)Where stories live. Discover now