Capítulo 15

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Capítulo 15

   Pronto había pasado un mes en medio de ellos. Un mes, que hacía a Ethan más distante, a aquella posibilidad de que Daphne pudiera conseguir cumplirle la promesa a su pequeño hijo.



— ¿Qué intentas hacer?— le preguntó John a Gilbert al verlo inclinarse en la borda del yate en donde navegaban aquel fin de semana, con una lata de cerveza en la mano, llenándola de agua de mar.

— No digas nada... Shhh...— dijo al llevarse un dedo a los labios—. Es una pequeña broma...

— ¿A quién pretendes hacerle una broma?

— ¿A quién crees?... Es momento de sacar a nuestro quarterback de su estado pensativo.

— ¿Quieres preparar tu propia tumba?

— No estamos en Nueva York. Estamos en Los Ángeles, en el bote de Patrick. ¿No te parece extraño que este perdido en sus pensamientos, en vez de divertirse con nosotros?

— Algo le preocupara...

— ¿Y sino?... Una pequeña broma le hará ver que se está perdiendo la diversión. Él es el alma de la diversión cuando nos encontramos en casa. Un don Juan, en ocasiones. Pero ni eso ya le preocupa. ¡Basta con ver cómo ha dejado plantada a ese bombón de la cubierta, que se encuentra con Amy!

— Bien... Has lo que quieras. Pero déjame darte con anticipación mi sentido pésame, antes de que Ethan te mate.

— Luego me lo agradecerá... Siempre suele hacerlo.

— Temo que esta no sea una de esas ocasiones. Y con esa bromita, lo dudo mucho...— se rió haciendo un gesto de sentido pésame.



    Algunos de los chicos se divertían, comían, sin embargo, Ethan se encontraba distante de todo aquello que surgía a su alrededor. Sus pensamientos seguían torturándole, cuestionándole si había hecho lo correcto en New York. Una parte de él le decía que sí. Que nadie había podido actuar de mejor forma, de la que él lo había hecho. No la había ignorado, a pesar de que era lo que ella se merecía. No obstante, aquellas palabras que él había deseado que se hubiesen quedado allí. A miles de distancia de él, le seguían como su propia sombra.



   Su helado corazón, poco a poco, presentaba una pequeña grieta que lentamente se abría, más y más, sin él desearlo o esperarlo, de sí mismo. Daphne, sin él quererlo, se había vuelto a adherir en sus recuerdos, en los poros de su piel y en cada espacio vacío que se encontraba en él. Apoderándose de lo que él ya no tenía poder de controlar. Acorándolo en ese estado, en donde el recuerdo y el pasado, lo aprisionaban.



— Te odio... Debo odiarte. Sal de mis pensamientos..._ dijo al levantarse, diciéndole basta a aquella tortura.




   Se alejó un poco más del grupo. Odiaba sentirse de esa manera en que su estado de ánimo estaba tan abatido. La brisa rozo su rostro, al mismo tiempo, que desordenaba un poco su cabellera rubia.



    Gilbert, en ese instante, decidió acercarse a él. No dudo en aprovechar aquella oportunidad de verlo cabizbajo. Le ofreció la lata de cerveza que había llenado de agua de mar.



— Es momento de que te reanimes, Ethan... Te necesitamos.

— Gracias Gilbert, pero no estoy de ánimo para beberme otra cerveza.

— ¡Anda! ¡Anímate!... ¡Que sea la última! Es que no nos gusta verte así. Estamos acostumbrados al Ethan misterioso e enigmático. No al que estamos viendo desde hace una hora.



   Ethan le miró y comprendió que Gilbert tenía razón. Sonrió, tomando la cerveza con inocencia, y decidió dejar ese abatimiento que tenía. Tenía más que razones para hacerlo.



   Le dio un trago antes de ahogarse y escupir el líquido por la borda. Realmente quería matar a Gilbert cuando lo escuchó reírse. Pero, aquello, al menos, le había causado realmente gracia. No obstante, no lo demostró en ese momento.



— ¡Caíste!... ¿No me negaras que ha sido la mejor de mis bromas?

— ¡Gilbert, voy a matarte!...— dijo al ver como esté se escabullía de su presencia, mientras los presentes se reían de ellos, al verlos como un par de niños—. Deja que pongas mis manos sobre ti...

— No creo que puedas... Recuerda que soy uno de tus mejores jugadores, Ethan. Y como el quarterback sabes exactamente cuánto haría falta en el próximo juego que tendremos. Además hay damas presentes... ¿No querrás darles una mala impresión de ti?




   Miró en ese instante a su alrededor. Con ello se aplacó un poco. Y cedió a reírse de aquella broma de Gilbert.




— Daphne, ¿te sientes bien? — le preguntaba Sabrina al entrar en el salón de clase, mientras se disponían a salir.

— No te preocupes... Ya se me pasara. Sabes que es algo ya normal.

— Déjame ayudarte... Te has vuelto a poner pálida. No te sientes bien, aunque digas que es normal.

— Sabrina, no exageres. Me siento bien...

— Si sigues diciendo que estás bien, seré yo quien busque a Ethan Greene y le diga toda la verdad. ¿Me has entendido?

—Sí... A la perfección.

— Muy bien. Ahora déjame ayudarte...Es mejor que te sientes un momento... ¿Pensabas pasar a buscar a Nathan al kínder garden?

— No, hoy les toca a mis padres.

—Bien... Entonces, tienes tiempo para descansar un momento. He visto que no has comido mucho en la hora del almuerzo.

—¿Ahora harás de mi niñera? — dijo asombrada y en son de broma.

— Si es lo que considero, sí...

— He perdido un poco el apetito en estos días... Es sólo eso. Nada de qué preocuparse.

— Me encantaría creerte. Pero te conozco, amiga. A mí sí que no puedes engañarme.

—Sabrina...

— Te lo juro, cada vez estoy más tentada en viajar a Los Ángeles y cruzarme con ese tonto de Ethan Greene. Él tiene que saber toda la verdad...

— No te escucharía, por más que quisieras. Así como no quiso escucharme o creerme a mí.— sonrió con cierta tristeza, mientras se volvía a poner de pie—. Ya se me ha pasado. Es mejor que salgamos, o se preguntaran por qué no hemos salido nosotras.


Su única esperanza (Editada)Where stories live. Discover now