Capitulo 1

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Capítulo 1

     Desde aquel día en que la profesora de álgebra le había dado una clara advertencia, su mal humor se había incrementado, hasta volverlo en un ser aún más distante de lo que era. Hasta el entrenador de fútbol americano le había reclamado en una de las practicas, al verlo desconcentrado, como si hubiese perdido la cabeza. Haciéndole ver que como el mariscal de campo no estaba funcionando.



— ¿Dónde tienes la cabeza, Señor Greene?— dijo molesto—. Pues en este lugar no se encuentra... La semana que viene tenemos un importante juego. Siéntese en la banca... Le daré su lugar a Michael Dawson.

— ¡Genial!...— susurró molesto.



    Para empeorar sus días, veía como alguien tomaba su lugar y a él lo mandaban a sentar en la banca.



    La vida a su parecer no se quería alegrar con él. Y en verdad, él tampoco ayudaba mucho.



— ¿Te sientes bien, Daphne? — le había preguntado su madre al entrar en su habitación.

— Sí...

— ¿Segura?

— Sí...

— No te escuchó muy convencida... Además, ¿por qué has estado llorando?— dijo al colocar su mano derecha en la mejilla de su hija, mientras se sentaba a su lado.

— Porque soy una tonta...

— No eres una tonta...

—Si lo soy... Hace días me acerqué a Ethan. El chico del que te hablé... Y recibí lo que me merecía por hablarle.

— ¿Qué te ha hecho ese Ethan?

— Decirme la verdad que me merecía... ¿Cómo se me ha ocurrido ofrecerle mi ayuda para que pase álgebra? — se dijo molesta, mientras su madre la abrazaba.

— ¿Le dijiste que podías ayudarlo con álgebra?

— Sí... No pude soportar verlo tan triste... Sé lo que significa estar a punto de perder lo que más se quiere. Y el sueña con su posibilidad de entrar a UCLA con una beca deportiva. Pero si no pasa álgebra... Tal vez nunca la encuentre... ¡Va a entrar a UCLA!

— Tú también encontraras una beca donde quieres estudiar...

— Mamá... Es lo que sueño cada día. Encontrar una beca en la academia Juilliard. En ese conservatorio de artes escénicas. Pero no quiero ilusionarme...

— Nunca te has dado por vencida en lo que te has propuesto en la vida. Y no es momento de que empieces a hacerlo...

— Sólo... Sólo...

— Ese chico no puede hacerte sentir deprimida.



    Mientras tanto, en su habitación, Ethan miraba aquellos trofeos que había acumulado durante todo ese tiempo en la preparatoria. Junto a las fotos con el equipo. Su familia. Y sus amigos.



     Se tumbó en la cama, mientras las palabras de la profesora Marshall retumbaban en su cabeza. No podía con aquello. Por lo que prendió su equipo de sonido y empezó a sonar el Cd que tenía dentro de allí. Haciéndole escuchar "Nothing else Matter" de Metallica.



<< Puedo ayudarte, si quieres... >>, el tono de voz de Daphne volvió a sus pensamientos.


    Ethan miró de nuevo los trofeos, y pensó en su beca. ¿Qué otra alternativa tenía?



    Quizá esa era la única oportunidad que tendría, sin deseaba encontrar aquella beca para estudiar en UCLA y así poder regresar a Los Ángeles. Su amada ciudad.



   A la mañana siguiente, como era su costumbre, Daphne llegó temprano y se sentó en su asiento. Siempre había sido la primera en llegar, mientras los demás siempre tardaban en entrar.



    Y uno de esos estudiantes era Ethan.



— ¿Qué le pasa a mi corazón cuando tú estás cerca? — se dijo Daphne en silencio al verlo entrar al salón de biología.

— ¿Has visto cómo a veces te mira, la número uno del salón? — le preguntó Zöe a Ethan al acercarse a él y al sentarse en la misma mesa en que él lo hacía, como siempre, después de darle un beso en la mejilla.

— ¿De qué hablas?— dijo al ignorarla. Ella siempre actuaba como una novia celosa, sin ser nada realmente de él. Sólo una ex, que se negaba a admitirse aquella realidad, al ser la capitana de las porritas.

— ¿No me vendrás a decir que nunca te has percatado que siempre te mira como boba?

— No... La verdad, no. De igual forma no me importa... No tengo ojos para ninguna chica, aún. — le aclaró para hacerla molestar.

— Muy gracioso...— dijo al separarse algo de él.



   Ethan se giró para ver a Daphne, después de hacia tanto tiempo. Encontrándose con sus ojos y en rubor en sus mejillas al ver que la había descubierto mirándole. A pesar de lo lejos que se encontraba uno del otro. Los años en que había compartido asientos juntos habían quedado atrás. Hacía dos años, cuando él había ingresado a aquel lugar para terminar sus estudios en aquella preparatoria.



    Si había que tener que hacer algún sacrificio ese año. Lo haría... ¿Qué tendría que perder?, se dijo a sí mismo. Sin saber que encontraría algo que jamás esperaría encontrar. Algo que jamás podría olvidar.


Su única esperanza (Editada)Where stories live. Discover now