Capítulo 21

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Capítulo 21

   Ethan subió a su automóvil que había rentado y condujo al hospital, junto a Nathan y a Daphne, sintiendo que si a ella le ocurría algo, él sería el único culpable.



   Ella estaba aún fría y su respiración era algo lenta. Se odiaba por no haberse percatado antes de su palidez.



   Cuando llegó al hospital, tuvo que mentirle a la recepcionista de que parentesco tenía con Daphne, aunque Nathan le fue de mucha ayuda, cuando lo llamó: Papá.



    Como pudo y gracias al que niño se sabía el teléfono de la casa de sus abuelos, que seguía siendo para sorpresa suya el mismo que él conocía, llamó a los padres de Daphne y le informó sobre lo sucedido.



    Cuando pudo entrar a verla, la encontró tan indefensa, allí dormida en esa cama de hospital. Tenía un suero en su brazo derecho. Y aún se veía tan pálida.




— Lo siento, Daphne...— susurró, mientras se encontraba a un lado de ella. Sentado en una silla. Rogando que ella se pusiera bien.



    En aquel instante el médico que la había atendido entró, informándole sobre su estado. Ella había sido ingresada al hospital justo a tiempo. Y ahora se le estaba haciendo unos exámenes para saber a qué se había debido su desmayo.



— ¿Cree que se pondrá bien?

— Esperemos que sí... Se ve que es una mujer fuerte. Pero todo depende de la manera como ella evolucione...

— Cualquier cosa, por favor avíseme... Es mi prometida.

— Lo tendremos informado, señor Greene. Su hijo ha preguntado también por su madre. Le debo recordar que esta área no es para niños...

— Esperaremos a su abuela en el cafetín... Gracias.— dijo al ponerse de pie, y ver por última vez a Daphne. El doctor tenía razón. Aquel lugar no era para un niño como Nathan.




    El pasado y el presente volvían a unirse, en su vida, en ese instante.



     Ver de nuevo, frente a frente, a los padres de Daphne, le había recordado aquellas muchas veces en que estuvo en New York. Aquellas muchas veces en que intentó saber sobre ella, encontrando simplemente respuestas evasivas, sin encontrar aquello que esperaba realmente saber. Dónde estaba Daphne y por qué se había ido, sin darle la cara.



    Y ahora, como ironía de la vida, había encontrado aquellas respuestas. Cinco años después. Sabiendo una verdad que no esperaba.




— Buenos días, señores Ramírez...— fue su frío saludo.

— Ethan...— dijo el padre de Daphne, aún sorprendido de verlo allí.

— ¡¿Qué le hiciste a mi hija?!— fue la pregunta que en cambio tuvo que enfrentarse por parte de la madre de Daphne. Acercándose a su nieto, para alejarlo de su padre.

— Papá no le hizo nada... Estábamos en mi cuarto cuando mamá se desmayó en la cocina.

— Es un gusto verla de nuevo, señora Ramírez...— le respondió al fin, sintiendo que no tenía sentido seguir siguiendo en aquel lugar—. Creo que es momento de que me retire— se acercó a su hijo—. Volveré, campeón, volveré cuando tu mami se ponga bien.



    Y decidió alejarse de allí, manteniendo aquella distancia que ahora le caracterizaba. No obstante, no se marcharía de allí, hasta que tuviese otra conversación con Daphne. Ella aún tenía muchas cosas que responderle.




— ¿Qué haces aquí?— susurró débilmente al ver a su madre, a un lado de la cama—. ¿Qué sucedió? ¿Qué hago en este lugar? ¿Dónde está Nathan?

— Cálmate... Nathan está bien. Está con tu padre... Ethan te trajo de emergencia a este lugar, después de encontrarte inconsciente en la cocina... Ha sido él quien se ha comunicado con nosotros, por eso estamos aquí. ¿Con qué has hecho todo lo posible para reencontrarte de nuevo con él?

— ¿Perdí el conocimiento? —preguntó al recostarse en la cama—. Madre... No es lo que piensas ni lo que crees. Nunca le dije donde vivía. Sólo... Sólo que...

— ¿Te dejó embarazada cuando eras una adolescente? ¿O has olvidado que fue la razón de por qué huyeras a Venezuela?

— Fue la culpa de ambos... Sin embargo, fui yo quien le mintió a no decirle la verdad. Madre...

— ¿Le dirás que estás enferma y que te extirparan uno de tus ovarios?

— No pienso decírselo. Sólo lo he buscado para reunirlo con Nathan. Él tiene derecho de crecer también con su padre. No puedo robarle eso. No más. Ethan no necesita saber nada de mi operación ni de que estoy enferma... No estoy buscando su perdón, ni revivir el pasado... Lo nuestro se acabó cuando le dije adiós. Cuando decidí enfrentar todo esto sola.

— Daphne... No quiero que vuelvas a hacerte daño. No creas que me engañas. Sé que lo sigues amando. Que nunca le has dejado de amar.

— Eso ya no importa... Quien importa ahora es Nathan. Y estoy haciendo esto por mi hijo. No por mí.



Daphne respiró hondo, conteniéndose para no llorar.

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Sigo editándola, por lo que solo pido un poco de paciencia. Gracias por darle una oportunidad a mi novela 

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Su única esperanza (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora