Capítulo 4

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Las horas habían pasado, yo estaba en mí casa y desde que había llegado no podía dejar de pensar en una sóla cosa: ¿Qué le había molestado a Namjoon? No comprendía.

Aún me quedaba media hora para pensar, aunque en realidad debía ir a su casa pero ya ni siquiera sabía si realmente quería. Completamente frustrado me di por vencido, sería más fácil preguntarle que seguir fingiendo que lo sabía y sólo lo había olvidado.

¿Qué era este sentimiento que repentinamente me había invadido?
Me sentía incómodo, con un nudo en la garganta.

La puerta sonó haciéndome bajar de la nube en la que estaba y caminé hasta ella completamente sorprendido por la persona que yacía del otro lado.

— Necesito que hablemos -murmuró y yo me corrí dejándolo entrar.

— ¿Qué quieres ahora? -recrimine.

— Te amo.

— Ya basta, Min, ¿Cuánto más seguirás con esto? -me quejé mientras le daba la espalda cerrando la puerta. Cuando me di vuelta él estaba prácticamente sobre mí. — Aléjate

— Aléjame -exigio mientras sus ojos se clavaban sobre los míos y su mano acariciaba un poco mi mejilla. — no puedes, porque me amas aún tanto como yo a ti.

Cuando volvió a hablar entendí todo, porqué estaba ahí, porqué me estaba acariciando y principalmente porqué me había dicho te amo.

— ¿Otra vez estás borracho, Yoongi? -lo alejé de mi y suspiré frustrado, ¿Siquiera había considero que él fuera capaz de decir algo así sobrio? Que idiota era.

— Claro que no, no estoy borracho Seokjin -comentó él ahora tambaleándose un poco.

— Cállate y camina -gruñi viendo mí reloj de pulsera, aún tenía 20 minutos, debía deshacerme de este hombre antes de que fuera tarde.

Mi mano lo tomó por el brazo y prácticamente lo arrastré escaleras arriba a la ducha.

— Siéntate -lo obligué a sentarse en la bañera y posteriormente abrí el agua, tibia, dejando que le cayera en la cabeza. — será mejor que recobres la conciencia pronto Yoongi, no puedo estar todo el día para cuidarte de tus borracheras como antes.

— ¿Por qué, te verás con el sexy crítico de comida? ja jaja -sus palabras comenzaban a irritarme más de la cuenta pero preferí callar. — No entiendo qué le vez, SeokJin. Yo soy más guapo -sonrió y me acerqué a él haciendo que me mirara.

— No le veo nada porque no me interesa... -le sonreí falsamente y cuando estaba por alejarme él me tiró a la bañera y sobre su cuerpo. — ¿Qué haces? ¿Eres imbécil o que? -gruñi intentando ponerme de pie, él me aferró más a su cuerpo.

— ¿Entonces si él no te interesa porque no te quedas conmigo? Yo te amo, SeokJin, por ti es que estoy así y lo sabes, ¿No sientes ni siquiera un poco de remordimiento?

— Si estás así es única y exclusivamente por ti, Yoongi, tienes un problema desde antes de nuestro divorcio, no intentes darme esa carga a mí. -ahora enojado me alejé de él saliendo de ahí. Lo saqué a él también de abajo del agua y le tiré una toalla en la cabeza. — secate, iré por algo de la ropa que nunca te dignaste a buscar.

— No entiendo porqué te pones así -rió mientras se secaba la cabeza.

Cuando volví a entrar al baño lo vi sentado en un borde de la bañera, intentando ocultar un evidente llanto. Me sentí terrible, mi corazón se había estrujado y el remordimiento apoderado de mí.

— Ten -extendi la ropa en una de mis manos sin siquiera mirarlo.

— Tú eras lo único que me quedaba, Jin -murmuró él y sonrió melancólicamente, pude ver su reflejo en el espejo. Ahora también quería llorar. — Pero lo entiendo y espero que él te de todo lo que yo no pude. -tomó la ropa y con bastante velocidad se vistió, aunque por momentos se tambaleaba.

Él simplemente se fue, así como llego y la diferencia era que ahora sentía confusión, ¿Estaba bien dejarlo ahora? Él no era ningún santo, eso era bien sabido, pero ¿yo realmente no podía perdonar sus errores?
Unas lágrimas rebeldes de habían escapado de mí y me deje caer sobre una de las sillas del comedor ocultando mi rostro entre mis manos. Habría seguido así por varios minutos más de no ser porque el teléfono sonó.

— ¿Vas a venir o qué? -oí del otro lado de la línea viendo nuevamente el reloj que colgaba de mi muñeca, iba casi diez minutos tarde. Suspiré pesadamente y intentando disimular mi voz quebrada.

— Si, dame un segundo -murmuré y colgué.

Me cambié de ropa, pues un estaba empapado, y finalmente salí de ahí en dirección a la casa de Namjoon. Un lindo departamento llegando al centro de la agetreada Seúl.
Toqué timbre dos veces antes de que me abriera y una vez estuve escaleras arriba simplemente entré quitándome los zapatos.

— Disculpa la demora -murmuré.

— ¿Estas bien? -él se acercó a mi viendome. — Tus ojos están rojos, ¿Has llorado?

— No, Namjoon, no he llorado -sin mirarlo caminé unos cuantos pasos lejos de él y dándole la espalda. — ¿Por qué estás molesto?

— Porque tú... Eres simplemente -él parecía querer hablar pero no poder hacerlo. ¿Por qué?

— ¿Soy? -murmuré a sabiendas de la respuesta.

— Nada, olvídalo -carraspeo y caminó hasta la cocina.

— ¿Ahora me tienes lástima? -camine detrás de él con bastante molestia. — Habla Namjoon, dime qué es lo que piensas de mí, ¿O acaso crees que no lo se?

— ¿Quieres que hable? ¡Hablaré! Eres arrogante, soberbio, engreído, ¡Un patán! Te crees que eres el único que sabe y puede cocinar y menosprecias a la gente. ¡También eres manipulador! Y tan... Ugh... Tan, tan ¡IRRITANTE! Quieres que todo sea a tu modo y si no lo es se pones a llorar como una niña -mientras hablaba él se acercaba más y más a mí. Me acusaba con sus ojos, con sus palabras y acciones, con ese dedo que me apuntaba y ahora estaba sobre mi pecho.

— ¿Me quieres hacer hablar de ti Namjoon? ¿Realmente quieres que diga todo lo que tú eres? -gruñi bastante consternado.

— Anda, hazlo, dime

— No lo haré, no soy tan maleducado como tú para andar sacando las miserias ajenas del otro al aire. -él sonrió y continuó caminando, y obligándome a caminar hasta que una pared nos detuvo y él me acorraló entre sus brazos. — correte -exigí

— ¿No quieres porque no eres maleducado o porque sabes que no hay nada para decir? -murmuró con una victoriosa sonrisa y bastante cerca de mí. Tanto así que cuando nuestro ojos se encontraron su mueca cambio a una de calma y todo quedó en silencio.

Cooking Lovers ¡En Edición!Where stories live. Discover now