Capítulo 25

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"Ten aunque sea un pequeño sueño conmigo".

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Sentí como mi espíritu se desprendía de mi, y como mis manos cubiertas de sangre se agitaban contra mis muslos.

Y al abrir los ojos una luz incandescente me ilumina la cara, la radio encendida.

Los suelos finos y blancos, las ventanas abiertas dejando entrar los rayos del sol, dando a enormes jardines. Sábanas blancas.

Pareciera que he llegado al cielo, y entonces pude ver a unos doctores cubriendo con mantas una camilla.y el estado mayor del ejército ofreciendo medallas, el general déjose allí la del caído y pasando con cada camilla; una a una.

Me recosté de nuevo, desentendido. Y llegó una enfermera y se postó a un lado, poniendo su palma sobre mi frente. Rubia, ojos miel, delgada y alta, de rostro fino, pero pronunciadas facciones.

- Estuvo dormido 72 horas, soldado.

Sentía como las pegatinas alrededor de mis ojos me molestaban y ella pasó su pulgar sobre estos, en una delicada pasada.

- ¿Qué ha pasado? - Le preguntó, un poco asustado.

- Le han suministrado dos dosis de 24 horas de morfina y usted ha quedado en coma 72, le seguimos suministrando porque el reporte decir que usted sufre de histeria de guerra. Además de una herida de bala en la zona abdominal superior, tuvo suerte. No ha tocado ningún órgano interno.

Me recuesto de nuevo y observo al techado, cierro los ojos y contengo la tristeza, con el nudo en la garganta profundo, pero logro aguantar. La miro a los ojos a aquella enfermera y le digo.

- Gracias.

Estaba por contestar y el estado mayor imterrumpe, la enfermera se pone en firmes y da unos pasos atrás.

El general de brigada Lettkow, vello facial pronunciado, concentrado por arriba de sus labios, ya grande el señor, luciendo sus medallas y usando su Pickelhaube en compañía de un mayor, dos capitanes y tres tenientes.

El general se acercó a mi y me preguntó.

- ¿Qué le sucedió hijo?

- Mi general, un disparo en el estómago.

El general gira a ver a sus oficiales y toma la documentación, pide mi nombre.

- Señor ---- Interrumpe uno de sus oficiales ---- este soldado estuvo en los asaltos a Soissons y Samogneux, destruyó una ametralladora.

Y entonces de un carrito de utensilios donde tomó una de estas cruces, y la medalla del herido en bronce y las deja en el tocador a un costado de la camilla.

- Haz servido al Káiser y al Imperio Alemán con orgullo hijo, Dios te bendiga y espero te recuperes.

- Gracias señor.

El saludo militar prusiano y el general se va en compañía de su estado mayor.

La enfermera me sonríe y se retira del lugar.

Al cerrar los ojos aún sentía las cenizas en mi rostro, las esquirlas calientes en mis manos y las heridas abiertas.

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- Peter Langenberg

15 de Octubre de 1916.

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