Capítulo 6

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3 de septiembre de 1916

Verdún Sur-Mer, Francia.

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Ya podía caminar, esta mañana salí de esa tienda y sentí como el aire frío chocaba contra mi rostro, observaba a mis alrededores, frente a mí había una vivienda en ruinas, donde dentro estaba el centro de mando, camiones estacionados a los lados, coches oficiales pasando, los nuevos reclutas en fila marchando al frente, ese olfato de la pólvora, nuestra artillería abre fuego estremeciendo el lugar disparando hacia el frente.


Quedaba mirando hacia el lugar, veía sólo pequeños destellos de donde la artillería nuestra caía... desearía volver a ese lugar, entonces justo a mi frente se quedó Harneik, mirándome y no me había dado cuenta aún... volteo indiscretamente mi cabeza y la observo a esta correspondiendo su mirada, tan dulce y limpia, lo blanco de su uniforme que contrastaba con lo gris y opaco de su alrededor, luego hundió su cabeza y el color de su rostro se esfumó.


No le puse bastante atención, sin embargo decidí tornar mi camino de vuelta al hospital, pude ingresar en él y tanto el ambiente como la temperatura se elevaban drásticamente tanto dentro como afuera, pude sentir el calor y el fuerte olfato de la sangre, como algunos heridos se les dificultaba respirar, como otros aún sostenían gemidos de dolor.


Me dirigí hasta mi cama, con cuidado y sin mover mucho el pecho, me incliné sobre el colchón y dejé recostada mi cabeza boca-arriba, pensé por unos momentos y me volví a levantar, tomé mi equipo que estaba al frente de mi camilla encima de un baúl, logré sacar mi cuadernillo y un lápiz, lo abrí a la mitad, justo después de lo que había escrito la última vez que estuve en el frente y narré todo lo que había pasado en el hospital... aproveché ese tiempo para apartar las últimas hojas para escribirle una carta a Martina que iba así:


Martina.


Éstas semanas fueron bastante duras para mí, ni si quiera la divina comedia puede narrar lo cruel y sádico que es este lugar, peor que el mismo infierno. Aquí no hay demonios ni tampoco ángeles, esto es el homónimo del purgatorio aquí en la tierra, me dieron en el pecho y estoy en cama de un hospital por una semana, supuestamente no fue grave, sin embargo aún me duele.


Estuve pensando en ti todo el tiempo, como salíamos a refrescarnos al fuerte sol primaveral en los jardines del Hofgarten, como levantábamos los dientes de león soplando sus pétalos, regando con el aire hasta dispersarlos por el verde césped, las tardes que pasábamos en el bar donde trabajabas, la música que escuchábamos y esos bailes mágicos que llenaban mi corazón de infinitos causales rojos.


Martina, te extraño, le ruego a Dios todos los días que vuelva a tomar de tus brazos y recibir tu cálido pecho contra el mío, besar tus labios hasta que se acaben las primaveras, los veranos, otoños e inviernos.


Siempre tuyo.


Peter

Corazones Valientes.Where stories live. Discover now