Capítulo 20 ✓

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Lunes, 16 de febrero del 2015.

—Entonces... ¿Estàs bien?

—Si.

—Y... ¿Quieres ir al instituto? — Pregunte con clara incredulidad.

—Ajá.

Mire fijamente al enorme ovillo de sabanas que estaba al frente de mí, la habitación estaba a temperatura ambiente y no eran más de las tres de la tarde, una hora totalmente calurosa en estas fechas.

—¿Quieres dejar de mirarme así? — La voz que venia del mar de sabanas sonaba irritada y cansada.

—¿Cómo así? — Ante mi pregunta recibo un quejido suave, me alarme enseguida—. ¿Te duele algo?

—¡Oh dios! ¡No! Bueno... — Las sabanas se movieron un poco—. Tal vez el brazo— Murmuro suavemente.

—Eres la terquedad en persona— Resoplo con una sonrisa formándose en mi rostro, aun sintiendo los nervios recorrer mi cuerpo.

—No tienes moral Ace— Sus palabras salen acidas pero que al final mueren cuando saca su linda cara de las sabanas.

Akari Akagami. 17 años, mide 1,57 y pesa tal vez unos 50/52 kilos. Los hematomas y cortadas que adornaban su cuerpo ya casi son imperceptibles, lo único que aún queda como obvio recuerdo de unos días horribles es su brazo enyesado. Actualmente una gripe ha decidido atacarla, con una fiebre alta y unos mocos que no parecen querer irse. Y ella insiste en ir al instituto, increíble ¿No?

—Bien chica moralmente perfecta ¿Cuál es tu plan para convencer a tu tío? Porque desde donde yo estoy viéndote eh...— Miro su cara colorada y sus ojos brillantes, silbo ante la imagen y le sonrió—. Además de verte hermosa claro. Estas muy enferma.

Escucho un bufido de su parte y voltea a ver el techo de su habitación, escucho un murmuro proveniente de ella.

—Disculpa enana, ¿Qué dijiste?

—Que tú, tu eres mi plan— Dice suavemente aun teniendo la mirada clavada en el techo.

Yo niego con la cabeza mientras me sobo la cien, esta chica es demasiado obstinada. 

—Pero obviamente estás enferma ¡Mírate, si apenas y puedes mantenerte despierta! Tienes fiebre y casi no puedes hablar, ¿Por que insistes en ir? — Le dije mirando mis pies—. Quédate quieta ¿Si? 

Ella no me contesta y comienzo a sentirme mal rápidamente, ha estado dos semanas en casa. Sin salir, con la única compañía de su tío y de todos nosotros.

Me levanto de la silla de escritorio y me acerco a la cama, recostándome junto a ella. Me acomodo de lado apoyando mi cabeza en mi brazo y la miro fijamente.

—Lo siento, es solo que...— Me bloqueo por un momento, sin poder ordenar de forma decente todo lo que quiero decirle.

Ella quita la vista del techo y la dirige hacia mí, mirándome fijamente a mis ojos. Ella estaba con su cabello todo desaliñado, esparcido por toda la almohada, sus ojos un poco llorosos por el malestar de la fiebre, su nariz roja por la irritación siendo de tonalidad más oscura que sus mejillas sonrosadas y sus labios se veían secos, pero aun levemente rosados.

Todo eso y ella seguía viéndose hermosa.

—Has venido todos los días, después de clases cuando en los días de semana, después de tu turno en la cafetería los sábados y los domingos en la mañana— Si ella lo menciona así, suena bastante tedioso, pero yo no lo siento de esa forma—. Lo siento.

El enamorado y La escéptica│Portgas D. Ace│ #LCA18Where stories live. Discover now