35. YO REALMENTE...

1.2K 173 38
                                    

Miro el techo por varios minutos, alcanzando a distinguir cada detalle como si la luz estuviera encendida.

Era fácil para él hacerlo después de haber mirado aquel techo tantas veces, perdiéndose varios minutos antes de ir a dormir.

Su mente había estado sana alguna vez... ahora, confiar en su juicio le parecía una idea por completo estúpida.

"Un tipo estúpido con estúpidas ideas, nada podría salir mal" pensó el hombre con sarcasmo.

La pantalla de su teléfono iluminaba ligeramente a su alrededor, apenas un leve destello que le avisa que estaba aún lado de él.

Estaba a punto de comprobar una teoría que había formado, solo esperando a encontrar la conexión, una que sería difícil de encontrar a menos que la buscaras específicamente.

Un pequeño control descansaba sobre su pecho, con sus dedos jugando con él y mientras se cuestionaba si le podría llegar a ser de utilidad. Sabía que no, solo lo había robado para que Holmes no tuviera modo de contactar a nadie.

Lo había tomado para dejarlo incomunicado, para dejarlo solo. Aparte de para algunas travesuras, ese control era bastante innecesario ahora.

Pensó paso a paso lo que tenía que hacer, ya que cada vez que las palabras salían de su boca, con motivo de sus planes, su mente siempre encontraba un punto a perfeccionar.

No podía evitarlo, era bastante organizado, excesivamente metódico, con su mente empezando a trabajar involuntariamente apenas algo despertaba su interés... o su ira.

Se había encontrado con personas bastante desagradables en toda su vida. Estaba aquel borracho que había matado a su familia apenas estas se enteraron de sus negocios sucios.

Comprendía al hombre de cierta manera. Una adicción difícil de controlar, problemas de dinero, poca paciencia, una pequeña familia en la quiebra y una madre que a pesar que lo amaba estaba dispuesta a denunciarlo ante las autoridades al ver lo que hacía.

Si él se hubiera visto en esa situación probablemente también habría hecho lo mismo. Lástima que le hubiera tocado a Edward Harrilson en lugar de a él.

Sentía un odio indescriptible por las personas que cometían esa clase de crímenes. Los odiaba por le quitaban mérito al arte que aquello significaba, cometiendo errores que cualquier policía podía apreciar, incluso aunque fuera un incompetente.

Le había cortado la mano al hombre como reprimenda, luego matándolo y cubriendo sus huellas y las propias de aquel departamento de clase baja.

De alguna manera eso le satisfacía.

Y lo que le había ocurrido a ese hombre para volverse un adicto al alcohol y luego morir no era complicado.

Hizo un trato con Moriarty, prometió un pago, falto a su palabra y pago las consecuencias. No tenía por qué esperarlo, después de todo, Moriarty mantenía a algunos de sus agentes cerca de las personas con las que hacía los tratos, solo por si se les ocurría hacerse los listos con él.

No tenía problemas con ayudarle de vez en cuando, tomando partido en situaciones en las que nunca había estado, buscando experiencia y crecimiento, pero siempre pagando, ya fueran favores, dinero o devolviendo prestamos de información, identidad, objetos o inmobiliarias. No le gustaba tener deudas con nadie.

Le agradaba el sujeto, lástima que Jim se había obsesionado tanto con el Sherlock de su tiempo que estaba dispuesto a dar su vida con tal de verlo caer.

"Ninguna presa vale tanto" pensó, para luego preguntarse si él estaba dispuesto a llegar a eso con tal de ver caer a los gemelos de diferentes tiempos muertos "no, aun quiero vivir, ellos no son el premio mayor, aun no"

3. Detective StarkWhere stories live. Discover now