26. PRESIÓN (PARTE 4)

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-debo admitir que cuando me dijiste que trabajaríamos a bordo... esto no fue lo que imagine-dijo Watson a un bajo volumen, para que solo Holmes lo escuchara, aunque fueran los únicos ahí que hablaran inglés. Se encontraba un poco asqueado por el piso que se encontraba lavando, un poco incrédulo de que pudiera ensuciarse de ese modo.

Se encontraban trabajando rodeados de marineros chinos, todos reacomodando la mercancía o izando las velas. Ellos parecían ser los únicos encargados de la limpieza de aquel barco.

-llegaremos en dos días a Wusong, si tenemos suerte allá encontraremos un barco de vapor en vez de un barco de velas, algo un poco más... agradable y... ¡vaya! Estos pisos no pueden haber quedado así de un solo viaje, deduzco que somos las primeras personas en tratar de quitar los hongos formados entre la madera-se quejó el detective, parando sus movimientos por el brusco balanceo que comenzó a tener el barco, algo mareado.

Se encontraba bastante insatisfecho con el camino que habían sido obligados a tomar, teniendo que trabajar en aquellas tareas que no podían menos que parecerle desagradables.

-me disculpo por haberlo arrastrado conmigo en esto, Watson, lo que menos quería era involucrarlo y menos aun viendo a donde nos ha llevado esta persecución-

Watson lanzo un suspiro, limpiando un poco el sudor de su frente, pues el sol les daba de lleno sobre sus cabezas. Cierto era que no estaban acostumbrados a realizar esas actividades de limpieza, sabía cómo eso hería el orgullo de Holmes, incluso el suyo propio, pero eso no haría que se arrepintiera.

-no tiene por qué disculparse, ambos fuimos víctimas en los juegos de Sanders-le dijo el doctor mientras colocaba su mano en el hombro ajeno-no me agrada esto más que a usted, pero no me arrepiento de haber salido a buscarlo... te perdí una vez, no lo haré una segunda-

Era una declaración que Holmes se había visto venir, pero a pesar de haberlo visto venir, no pudo evitar soltar mostrar una sonrisa sincera, misma que Watson se encargó de corresponder. No podía besarlo en público, por lo que tuvo que conformarse con una delicada caricia sobre uno de los costados del rostro del pelinegro, disfrutando del suspiro que había logrado arrancarle.

Reconsiderando un poco las cosas, ya no parecía tan malo la situación en la que se encontraban, eso hasta que a Watson le regreso un dato ignorado a su memoria.

-¿dijiste dos días?-

* * *

No se sentía especialmente bien ese día, fue una sorpresa para él haber sacado fuerzas de solo dios sabe dónde para enfrentar lo que tenía que hacer.

Hablar en público jamás había sido tan difícil para él, mucho menos cuando se trataba de jóvenes estudiantes que posiblemente le admiraran y quisieran, sobre todo siendo el egresado de esa misma universidad, de ese MIT que ya no reconocia.

"Si son listos, tendrán a alguien mejor para admirar" pensó para sus adentros, tratando de concentrarse en las letras que aparecían en la pantalla frente a él, sabiendo que solo debía leer lo que decía.

¿Dónde había quedado su maravillosa e improvisada forma de hablar? Estaba seguro que había muerto con una parte de él tiempo atrás.

Hablar de sus padres no fue su primera opción, pero si ese recuerdo doloroso competía con la pesadilla de Ultron ganando la batalla y destruyendo la tierra... pues era obvio quien era el ganador. Ese recuerdo era su puerta de escape hacia la realidad, donde ese robot homicida que tenía por "hijo" había sido destruido.

Lo que no esperaba erala ausencia de la que sería su ancla a la realidad, quedándose momentáneamente en blanco al ver el nombre de Pepper Potts en la pantalla.

3. Detective StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora