42. Manos ensangrentadas

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—¿Cuando volvamos?

Él la miró sorprendido.

—Sí, ya me oíste ayer cuando se lo dije al canciller.

—Pero yo no quiero volver a Isley.

—¿No quieres ver a tu familia?

—La verdad es que no. Ya no soy la Wendolyn que conocieron, quizás incluso me tengan miedo —dijo cabizbaja—. Pero no es ese el motivo por el que no quiero regresar.

—Entonces, ¿cuál?

—No quiero volver a estar encerrada en una torre.

—No lo estarás. Ahora sabes controlar tu sed, podrás moverte por todo el castillo.

—Después de cruzar Skhädell, no quiero vivir escondida y eso es lo que tendremos que hacer si volvemos a Svetlïa, de lo contrario, los mirlaj nos darán caza.

—¿Prefieres quedarte aquí? —preguntó estupefacto.

—Tal vez no en la corte, pero somos vampiros y nada puede cambiarlo. Pertenecemos a Vasilia —concluyó.

Se puso en pie y tomó la carta de Sophie.

—Me retiro a mi dormitorio. Quiero prepararme para el baile.

—Wendolyn...

Ella se detuvo frente a su puerta y suspiró.

—William, si deseas volver a Svetlïa, hazlo, pero esta vez no te acompañaré.

Quizás fuera lo mejor. Si el zral se marchaba sin ella, significaría que no era tan importante para él. Incluso si no se lo decía, tendría su respuesta.

—Milady, esta noche tiene lugar el evento final que celebra la caída de los licántropos —le informó Alina cuando salió del baño—

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—Milady, esta noche tiene lugar el evento final que celebra la caída de los licántropos —le informó Alina cuando salió del baño—. Tenemos vuestro vestido y joyas preparados. ¡Será la velada más especial de todas y el canciller quería asegurarse de que llevarais las mejores galas!

Claro, para llamar la atención de más vampiros a los que espiar por él. Reprimió un suspiro.

—Gracias, Alina.

Sus doncellas la peinaron y secaron su pelo, mezclaron aceites para perfumarlo y marcar sus rizos. Lo recogieron y adornaron con múltiples peinetas e hilos de oro. Su maquillaje era más marcado y oscuro alrededor de los ojos. Vistieron sus labios de carmín y, finalmente, la ataviaron con el vestido borgoña y las joyas más lujosas que había portado hasta ese momento; según le explicaron, era tradición vestirse del color de la sangre.

Hacía exactamente cuatro siglos, durante la fría noche del vigesimoprimer día del Mes de la Lealtad, los licántropos fueron derrotados por Drago y Anghelika. Hoy Dragosta lo celebraba por todo lo alto.

A media noche, William y Wendy abandonaron sus aposentos y se reunieron con Alaric y sus soldados que los esperaban para escoltarlos al gran salón donde tendría lugar la celebración del siglo.

Los eternos malditos ✔️ [El canto de la calavera 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora