Capitulo 34: Mi chica ruda.

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Recuerden que siempre hay una luz al final del camino.

JANE

Abro mi boca y ninguna palabra surge. Noah miente.

— ¿No lo sabias? —pregunta con los ojos enrojecidos. Limpia sus mejillas con el dorso de su mano.

Solo puede ser una broma de muy mal gusto. Aunque... Noah ama a Nina. El no se atrevería ¿verdad? De igual manera no consigo creerlo... eso es imposible.

Mi hermanita... No. Niego con la cabeza e ignoro como mis entrañas se licuan. No. Tiene que ser un error. Eso es. Un maldito error.

—Lo siento —balbucea Noah, herido—. Creí que... creí que lo sabias.

Le lanza una mirada colmada de profundo odio a Julian.

Julian le corresponde con la misma intensidad y aunque sabe que lo estoy viendo, no se atreve a mirarme. ¿Por qué?

Es entonces cuando asimilo la realidad y mi garganta se cierra. Mi organismo olvida su función más básica; respirar. Siento las paredes cernirse sobre mí, me engullen, me arrastrán brutalmente a un agujero negro, y por primera vez en mi vida... Me desmayo.

**

No... Nina... —jadeo mientras me esfuerzo por parpadear, trato de enfocar mi borrosa visión, la cegadora luz de la bombilla lastima mis ojos.

— ¿Jane? —creo escuchar a Julian.

— ¿Dónde está? —Carraspeo—. ¡DONDE ESTA!

Tiro bruscamente de mi mano —la cual Julian sostenía— porque no quiero que me toque. Que nadie me toque.

—Jane... tienes que calmarte —pide entre dulce y preocupado, con una profunda y ronca voz.

¿CALMARME?

Me levanto de la camilla con un solo movimiento, haciendo caso omiso del mareo que me hace tambalear. Julian y Noah están aquí. Empujo a Julian casi logrando derribarlo por la sorpresa y me abalanzo como un huracán sobre Noah. Tiro de su camiseta y lo zarandeo.

— ¡Dime que es mentira! ¡ES MENTIRA, NOAH!

Noah empieza a llorar. Trata de no hacerlo, pero es algo involuntario. Lagrimas surcan su rostro y su mirada apesumbrada me destroza, me corrobora una realidad que no estoy preparada para asimilar. Siento a Julian en mi espalda tirar de mis hombros. Tratando que libere a Noah.

— ¡No me toques! —Me volteo y le clavo un fuerte puñetazo en la mandíbula—. ¿Tú lo sabias, verdad? ¡LO SABIAS!

Me lanzo como una fiera sobre Julian. Ahora es Noah quien intenta apartarme y también recibe lo suyo. Lucho contra ambos. Ellos reciben mis puños mientras tratan de contenerme sin lastimarme. Esa es su desventaja.

Conecto potentes golpes donde me es posible. El hombro de Noah, el estómago de Julian, una patada en los muslos de Noah, un codazo en el pecho de Julian. Estoy poseída por la ira y el dolor. Totalmente fuera de control.

— ¡ES MENTIRA! ¡ES MENTIRA!

Mis gritos atraen al personal del hospital y no me detengo. No me importa nada ni nadie, la demencia parece ser mi nueva mejor amiga, mientras lo que parece la mitad del personal médico me miran, con lastima.

— ¿Es esquizofrénica? —me parece escuchar preguntar a alguien.

Julian intenta sujetarme dándome un abrazo por la espalda. Noah agarra mis pies evitando que continúe pateando sin cesar. Me muevo con tanta violencia que los tres caemos al suelo. Sigo protestando, convulsionando, gritando con todas mis fuerzas que es mentira, cuando siento un pinchazo en el hombro y mi cuerpo empieza a anestesiarse, adormecerse.

Mi Chica RudaWhere stories live. Discover now