Capitulo 27: En Shock

8.4K 540 231
                                    

Julian ríe. –Vaya, Jane. Suenas muy segu...

Enmudece cuando empiezo a arrastrar mi mano por toda su longitud. Es ridículo lo bien que se siente.

Nunca he sido delicada. Ni mucho menos paciente. Y en vista de que no tengo idea cuanto pueda durar este momento, me apresuro.

Sin que él lo espere lo tomo en mi boca.

–Jodido Cristo...–Jadea sorprendido.

Julian es grande. No puedo tomarlo por completo, pero hago el intento. Las estocadas son lentas y profundas. Puedo sentirlo allí, haciendo una presión casi dolorosa en mi garganta.

Y su sabor... Dulce bebé Jesús.

No diré que es tan dulce que podría ocasionarme caries dental.

Julian tiene un sabor exótico.

Sabe a piel. A Sexo. A algo carnal y lujurioso.

Algo adictivo.

–Jane...

No me detengo.

Y él no para de mirarme.

Esto podría ser muy vergonzoso. Solo que... no lo es.

Ni un poco.

Me gusta que me mire.

Me gusta tenerlo en mi boca.

Me gusta que estemos haciendo esto en un lugar prohibido.

Estoy tan jodida.

–Si... si sigues haciendo eso... esto será muy rápido –concluye casi gimoteando.

Quiero decirle que no me importa que sea rápido. Quiero decirle que ansió verlo descontrolado por mí.

No digo nada ya que, bueno, mi boca está completamente llena.

Emprendo un ritmo más vertiginoso. Más rápido. Julian se estremece. Empuja sus caderas para poder follar mi boca a profundidad.

–Maldita sea, Jane. Esto... es tan bueno.

Esta respirando con dificultad y su cuerpo vibra. Sus ojos están oscurecidos por el placer y su boca semiabierta es un puto pecado.

Unos minutos después realmente soy yo la que necesita un respiro.

Julian no es suave ni gentil –como tampoco lo soy yo–. Avasalla mi boca con rudeza. La domina como si fuese su dueño y señor.

–Joder –suspira con una cara de éxtasis puro.

Sale de mi boca dejándome respirar. Inhalo y exhalo profundamente un par de veces para recomponerme y no puedo dejar de mirarlo.

Poderoso Jesús.

Julian luce tan caliente como el infierno mismo y me ofrece una mirada intensa, sus ojos constituyen una mezcla entre ardiente y susceptible, consiguiendo que mi corazón se sacuda en mi pecho. La sacudida me aterroriza un poco porque si esa mirada causa eso es mí, no quiero imaginar lo que sentiré cuando lo tenga realmente en mi interior.

Desde donde lo veo posiblemente sea mi fin.

Ahora mismo no me importa.

No pienso darle tregua. Lo acaricio con mi mano y también uso mi boca, aplico esa matadora combinación y recupero el ritmo incendiario que teníamos.

–Jane –respira–. Dios, Jane.

No me detengo. No hay nada en el maldito mundo que consiga detenerme.

Mi Chica RudaWhere stories live. Discover now