Capítulo 10: Familia Stevens.

15.6K 990 100
                                    

―¿Vives con él? ―pregunta de nuevo Julian sacándome de mis cavilaciones sobre Noah.

Noah. Noah. ¿Qué mierda hare con Noah?

―Sí… Es mi mejor amigo desde la infancia. ―empiezo a explicar pero luego callo. No le debo explicaciones a Julian. Ni a nadie.

―Entiendo ―responde levantándose. Doy de nuevo un vistazo a su cuerpo cubierto por el uniforme― Mañana necesito que estés aquí tempano.

Su tono autoritario me descoloca, ese tonito de Lo-que-yo-digo-es–ley-nena me causa un tic nervioso. Solo recibo ordenes de una persona y definitivamente no es él. Por más sensual que sea.

―Yo necesito que estés temprano ―contraataco. Poniéndole un poco de lo mismo a mi voz.

A Julian tampoco le agrada. Su ceja arqueada lo delata. Entonces empieza a caminar en mi dirección soltando una palabra por paso hasta pararse frente a mí. ―Yo. Necesito. Que. Estés. Temprano.

Su voz es firme y esta tan cerca que puedo sentir su cálida respiración raspando mi frente. Julian es alto, tanto que aun con mi estatura me saca casi una cabeza. Creo que cualquier mujer podría sentirse pequeña e intimidada a su lado. Pero yo no. De hecho me gusta la tensión entre nosotros cuando nos retamos.

―Yo ne- empiezo a repetir absurdamente pero Julian coloca un dedo sobre mis labios. Trago grueso. ¡Su jodido y caliente dedo está en mi boca! Y se siente sorprendentemente suave. Mi cara estoy segura debe expresar mi sorpresa y nerviosismo porque Julian parece divertido.

―Supongo entonces que los dos estaremos temprano ―sentencia sin apartar sus ojos de los míos ni su dedo de mis labios. Tensión se forma en el ambiente y aumenta a cada respiración que damos, o quizás solo soy yo y la manera tan intensa en que  me mira…. Si. Julian me mira intensamente y no necesito ser una experta para hombres para darme cuenta de ello.

Sus ojos son preciosos. Demonios. Juro que podría mirarlos a cada rato.

 ―Jane, se nos hace tarde ―Noah entra de nuevo a mi oficina. Sin tocar, obviamente. Julian retira su mano de mi boca en slow motion. 

Mierda.

―Hasta mañana, agente Stevens. ―Julian se despide de mi con esas palabras y sale de mi oficina dándole un asentimiento de cabeza a Noah.

―Te dije que me esperaras ―murmuro para Noah.

―Lo siento. No sabía que iba a “interrumpir” ―gruñe cruzándose de brazos― ¿De cuando acá te importa si entro tocando o no? nunca lo hago.

―¡Siempre me ha importado, pero nunca tocas!― resoplo. Es la mera verdad. No lo hace. Ni en nuestro apartamento ni aquí. Prácticamente no tengo privacidad. Y quizás ahora si necesite un poco. Se lo recuerdo.―Y ya sabes que… Julian me gusta.

Y aunque ya Noah lo sabe, su cara no parece muy feliz de escucharlo de nuevo. Una mueca de confusión se instala en su rostro. Como si hubiese dicho una palabra incompresible.

―¿De verdad te gusta? Es decir… ¿Gusta… gusta?

  Arrugando mi entrecejo le respondo ―¿De qué otra manera podría gustarme?

Noah piensa y luego de varios segundos mirándonos, habla.

―¿Por qué?

―¿Por qué qué? ―esta vez es mi frente la que se arruga.

―¿Por qué te gusta?

Resoplo casi riéndome― ¿Qué clase de pregunta es esa?

―Lo vas conociendo, Jane ―bufa acercándose a mí.

Mi Chica RudaWhere stories live. Discover now