J.jungkook
No podía ver a nadie más que a ella en este instante. Su ojos, sus labios, sus mejillas, todo era perfecto.
—¿Te gusta? —pregunté sin dejar de observarla.
—Mhm, está delicioso —sonrió y no pude evitar hacerlo también. Tomé una servilleta y la acerque a sus labios para limpiar el rastro de crema que había quedado en estos.
—¿Quieres un poco más?
—No, no, estoy bien —dijo mientras dejaba el plato vacío sobre la mesa. Posé mi mano sobre la suya y miré nuestras sortijas.
Estábamos oficialmente casados desde ayer. Después de casi dos años, al fin logré que aceptara.
Nuestra boda no fue muy grande ni muy pequeña, estuvieron mis padres, los chicos, Suk, su familia y algunos viejos amigos de la escuela.
La luna de miel sería en 'París, Francia' y el vuelo saldría esta tarde.
—Tengo una sorpresa para ti —habló.
—¿Sorpresa?, ¿Para mi? —asiente.
—Dame tu mano —hice lo que me ordenó y extendí mi mano hacia ella.
—¿Que harás? —sonreí al sentir su tacto.
—Cierra los ojos
—Ya está —dije cuando estaba listo. Sentí como guiaba mi mano y la posaba sobre ¿Su abdomen?. Abrí mis ojos extrañado y me encontré con su preciosa sonrisa.
—Tengo 8 semanas —sonríe.
—¿Que?
—Seremos padres Jungkook —de pronto ya me encuentro besando sus labios.
—¿Desde cuando lo sabes?, ¿Porque no me lo dijiste?, ¿Alguien más lo sabe?
—Hace una semana. Porque quería que fuera una sorpresa después de la boda y no, nadie más lo sabe.
—Oh cariño —vuelvo a tomar su rostro entre mis manos.— Te amo, te amo, te amo y no te imaginas cuanto —deposité un pequeño beso sobre sus labios y la envolví en mis brazos.
—Me gustaría quedarme más tiempo así contigo, pero debemos prepararnos para no perder el vuelo.
—Tienes razón —sonreí.
🍵
Hoy era nuestra primera mañana en París.
Haneul aún dormía tranquilamente a mi lado. Aparté el cabello de su rostro y me dediqué a observar cada detalles de este. Sus pestañas, sus labios, sus mejillas, su nariz, todo.
¿Que hice para merecer a tan hermosa mujer?
Se giró hacia mi quedando frente a frente y sonrió para seguido abrir sus ojos.
—Lo siento Ángel, ¿Te he despertado?
—No idiota
—¿Porque me hablas así? —hice puchero.
—¿Has despertado hace mucho?
—No —besé su mejilla.
—¿Que haremos hoy?
—Hay muchos lugares a los que iremos.
—Estoy emocionada por conocer aquí.
—Arriba entonces. Yo iré a preparar el desayuno.
