Capítulo 6: Una encarnizada contienda.

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Igor, que ignoraba el paradero de su acompañante deambuló por las oscuras sendas que se extendían por el bosque. Tras la caía las ramas de un árbol lo habían frenado antes de tocar el suelo. Al menos esta vez no han intentado matarme, pensó.

Recorrió varios caminos sin encontrar resistencia alguna, pero pronto eso cambiaría. Comenzó a oír aullidos, y de entre los matorrales tres lobos con un pelaje de color grisáceo se abalanzaron sobre él. Esquivó el primer asalto, pero uno de ellos arremetió de nuevo. Igor propinó una fuerte patada en la cabeza del mamífero, que retrocedió gimiendo y llevándose la pata delantera al hocico. Los otros dos atacaron conjuntamente, pero esta vez el cazador sabía lo que hacer. En lugar de retroceder o intentar esquivarlos, se lanzó contra uno de ellos. Su movimiento se asemejó a un placaje de un jugador de futbol americano. Arrastró al animal varios metros hacia atrás, y en cuanto tuvo ocasión se situó sobre el con las manos alrededor de su cuello. Con un brusco movimiento, lleno de fuerza, giró sus musculados brazos partiendo el cuello del animal, que cayó desplomado en el suelo. 

No pudo defenderse del siguiente ataque, ya que lo pilló desprevenido. El lobo hincó sus afilados colmillos en la pierna del hombre, que consiguió zafarse –no sin proferir antes un grito de dolor–  a base de patadas propinadas con la pierna libre. El animal soltó a su presa, y se dedicó a observarla desde una distancia prudencial, pensando su próximo ataque. El primer animal herido se le unió. Igor vigilaba a ambas fieras mientras buscaba a tientas algo que le sirvierse como arma. Dio con un palo, quizá una rama, lo suficientemente grueso como para usarlo. 

Esperó la siguiente arremetida, que no tardó en consumarse. Los animales atacaron al unísono. Igor asió el palo y con un movimiento circular a la vez que se levantaba golpeó a ambos animales. El primero en recuperarse atacó de nuevo, con las fauces bien abiertas y mostrando su hilera de afilados dientes preparados para penetrar hasta el hueso. Pero en cambio lo que se encontró fue el palo, entrando por su boca y destrozando cualquier órgano en su paso hacia el estómago. El animal cayó muerto, vomitando sangre por la boca. 

Igor se puso en pie, tras sacar el palo del interior de su víctima y miró desafiante al animal que quedaba, que no sabía que decisión tomar; atacar enfrentándose a una muerte casi segura o huir, y refugiarse en la espesura del bosque. Pero no fue necesario, ya que Igor lanzó el palo con tanta fuerza que atravesó parte del animal, aún sin tener casi filo. La fiera seguía aún con vida, pero el arma arrojadiza de su oponente le había herido de gravedad y no podía moverse. Igor se acercó y aplastó la tráquea del animal con su bota hasta que este murió. 

Después de esto, un escalofriante grito llego hasta la posición del cazador. Era Ellen. 

Y así es como nuestro cazador demuestra que sabe lo que se hace...

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now