Capítulo 2: Bifurcación.

8K 408 18
                                    

Llego la hora concertada para partir y allí se encontraba el cazador, con una mochila de piel al hombro, la escopeta que antes relucía sobre la chimenea en las manos y una pequeña hacha colgada al cinto. Por su parte, Ellen vestía igual que hacía una hora, con sus ceñido vestido negro adornado con una caperuza roja, y llevaba una cesta con algunas frutas y la medicina que tanto necesitaba su querida abuela. 

Igor había tomado una ducha, tal y como le había recomendado la muchacha, y ahora lucía su pelo recogido en una corta coleta. Tambien se había arreglado la barba. Su aspecto había mejorado bastante, pero la joven seguía sintiendo asco ante aquel borrachuzo de tres al cuarto. Al menos tenía protección, pero le había salido cara, o  eso pensaba el hombre. Este esperaba consumar con la chica en cuanto volvieran de su peligroso viaje, pero esa idea no entraba en los planes de la chica. Prefería morir en el bosque antes que compartir cama con tal especimen. No tenía planeado como librarse de él, decidio pensarlo más adelante. De momento, el papel de chica inocente y algo atontada le había funcionado a la perfección.

Se pusieron en camino y pronto caminaban bajo los frondosos árboles del bosque, por un estrecho camino de tierra bordeado por arbustos de distintos colores y de los que colgaban diversos tipos de bayas. 

– ¿Esta seguro de que es por aquí? –preguntó la chica. 

–  Completamente. Si lo que quieres es atravesar el bosque es por aquí. Al menos la parte fácil. Nunca me he adentrado lo suficiente como para terminar el camino que ahora pisamos. 

La chica ni contesto, y se limitó a seguir caminando. 

Tras unos veinte minutos un golpeo constante llego a los oídos de la pareja, a la cual le resultaba familiar dicho sonido pero no conseguian identificarlo. Siguieron avanzando hasta que el camino se bifurcaba en dos. Un fornido chico de unos veinte años golpeaba el tronco de un árbol con su hacha en la zona que quedaba entre ambos caminos. El cazador aferró la escopeta con más fuerza, dispuesto a usarla. 

– Buenos días, joven – gritó. El leñador se giró hacia él. 

– Buenos días, señor. ¿Que les hace adentrarse tanto aquí? – preguntó. Tenía el pelo corto y negro, y una cara que despilfarraba humildad y simpatia. 

– Queremos atravesar el bosque – respondió Igor, mas relajado al ver que no había peligro alguno–. Pero nunca he llegado hasta aquí. ¿Cual es el mejor camino para cruzar? 

– Oh, les deseo suerte en su aventura, dicen las malas lenguas que este bosque esta maldito. Si toman el camino de mi izquierda les será mas fácil llegar  a donde desean, ya que es el más corto. Les ahorrara unas cuatro horas de viaje. En cambio, si deciden tomar el de mi derecha, deberan viajar al menos diez horas para cruzar la arboleda. 

–  Veo que conoce bastante bien estos parajes –dijo Ellen. 

–  Más me vale, señorita, me gano la vida en ellos. 

–  Entonces, ¿el camino de la izquierda? – intervino Igor.

–  En efecto. Les deseo lo mejor en su viaje – dijo el chico dedicándoles una sonrisa. 

– Muchísimas gracias, joven – dijo el cazador. 

Y tal como el chico les había recomendado, tomaron el camino de su izquierda, el mejor según el joven leñador.  Confiados avanzaron por el camino, que distaba mucho de ser el más corto, o el mejor, como les había prometido. Por un motivo u otro el joven, de sonrisa alegre y simpatica, les había enviado a una muerte casi segura. 

Y así es, como nuestros protagonistas son vilmente engañados...

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now