Capítulo XXIX: Derrota

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Héctor pensó que lo mejor era callarse, pues Dipper tenía razón, siempre buscaba la forma de humillarlo, de hacerlo quedar más tanto con los demás alumnos como académicamente, criticando sus trabajos y tirándolos por la borda. ¿Se arrepentía? Quién sabe, sólo sabía que tenía miedo. Se preguntaba cómo Dipper se enteró de lo que él decía sobre el castaño.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Dipper volvió a sonreír, pero era una sonrisa que daba más miedo, luego con su mano libre, el castaño sacó una pequeña pirámide del bolsillo de su pantalón. –Lo hablaremos en privado. –Luego Dipper arrojó la pirámide al piso y ésta sacó una cortina de humo. Los espectadores se pusieron a toser, pero cuando la cortina se esfumó el escenario estaba vacío. Empezaron a acercarse para ver si los chicos se habían escondido, pero la chica del principio, bajó con la elegancia de un gato al piso e hizo una reverencia, dando las gracias.

-Esperamos que el espectáculo haya sido increíble para ustedes.

-¡¿Dónde está Héctor?! –Preguntó Candy asustada. La chica la miró fijamente y contestó de manera seca.

-El joven Dipper se encargará de él, no se preocupen por eso. –Luego ella lanzó algo al piso, que formó humo color morado y desapareció del escenario.

Los chicos restantes salieron de la carpa, sin saber a dónde ir, pues Rudo ya no estaba.

-¿Qué hacemos? Dipper nos hará pomada en cualquier momento. –Dijo Lee temblando ligeramente.

-Aparentemente a nosotros no nos hace nada. –Dijo Wendy. –Supongo que porque Tambry, Thompson, Susana y yo le agradamos.

-Entonces Lee y yo iremos a buscar ayuda. –Dijo Candy. –Debe haber alguna forma de salir de aquí...

-¿Y si pedimos ayuda? –Sugirió Thompson.

-Sí, para que ahora Dipper nos ponga en un cómic y a mí o a Lee le partan la cara. –Dijo Candy con sarcasmo y cruzándose de brazos. –Es obvio que los seres de aquí le son demasiado fieles.

Wendy miró al cielo. -¿Y si salieran por el cielo?

-¿Y cómo llegamos hasta ahí? –Dijo Candy molesta, pero ella realmente deseaba salir de allí.

-Busquen una manera, nosotros iremos con Dipper y... -Pero el cielo se volvió negro en ese momento, y una pantalla se hizo presente en el cielo, donde se veía a Héctor amarrado en una silla.

-¿Ya comenzó? ¿Me están viendo, Alicias? –Se escuchó la voz de Dipper de una forma burlona. –Claro que me ven. –Dipper se dejó ver en la pantalla, con su caballito en mano y Héctor tratando de soltarse de las enredaderas de oro que lo sostenían a la silla, pero las púas de ésta sólo lo lastimaban. – ¡Hay, Héctor! ¡Deja de dar lástima, te ves más patético de lo que ya eres! –Con una mano, el castaño lo tomó de ambas mejillas, apretando la cara del chico. –Arruinas mi utopía con tu mera presencia. Me gustaría echarte de aquí, pero conociéndote, irías a hacer un escándalo a tu favor. –Héctor no podía hablar del miedo, pues ese Dipper no lo reconocía y temía enfrentarlo. -¡¿O ME EQUIVOCO?! –Y luego Dipper le soltó una bofetada que hasta a los espectadores les dolió, luego el castaño sonrió. –Además, que armes una escenita no le conviene a Bill. –El joven miró hacia los chicos. –Los demás están invitados al castillo, quiero hablar con ustedes, no tarden en llegar. –Luego, Dipper dio un golpe con el caballo hacia la pantalla y ésta se apagó.

-Vayan por ayuda, nosotros iremos con Dipper. –Sugirió Tambry señalándose a sí misma, a Wendy y a Thompson. Candy, Lee y Susana asintieron, no querían enfrentar a Dipper. Ambos se fueron por otro lado buscando una salida. Wendy y los demás se encaminaron al castillo.

El fotógrafo y el rockero (BillDip) Completo.Where stories live. Discover now