Draco me dijo que era preciosa

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Me siento en mi cama e inspiro hondo mientras me trago mis lágrimas.

He caído una vez más en el vacío del que tanto me costó salir, que jodido, que puta mierda, que dañino sentir que no tienes nada aún teniendo muchísimas cosas; que triste sentirte sola aún teniendo a docenas de personas cerca.

Niego con mi cabeza y me aparto las lágrimas de la cara con fiereza. No debo de llorar por él. No más.

Salgo de mi habitación y me dirijo hacia fuera de la tienda, con cuidado de que nadie me vea. Ron está allí: le sonrío, falsamente, y sigo caminando más hacia el bosque: necesito pensar.

Ron no ha parecido darse cuenta de mi falsa sonrisa. Es simplemente impresionante cómo una sonrisa puedes engañar a los demás. Puedes estar desmoronándote por dentro, pero si sonríes, nadie nota lo rota que estás.

Llega un punto en el que te ves en el espejo y no reconoces el reflejo; sabes que eres tú, pero ya no reconoces a la persona que te has convertido. ¿Dónde quedó la niña que sonreía a pesar de todo? ¿La niña que tenía grandes sueños? ¿Dónde  quedó aquella dulzura que la caracterizaba?

Esa niña cambio. Esa niña creció. Y ya no está. Esa niña se convirtió ahora en una joven.

Intento relajarme un poco y, cuando me encuentro más calmada y sé que no voy a llorar delante de todos, me dirijo de nuevo hacia la tienda de campaña.

Cuando entro en esta, me recibe Loia sentada en el sofá. Se me hace raro que no esté con Draco.

Ruedo los ojos cuando se levanta y me sonríe con una sonrisa más falsa que la inteligencia de un Troll.

-Ann, necesito hablar contigo un momento.
-¿Qué ocurre? -pregunto.
-Me gusta mucho Draco. -confiesa.

Alzo la ceja y una carcajada se escapa de mis labios. Ella me mira con el ceño fruncido.

-Me da igual que te guste, Draco me quiere a mí y espero que lo entiendas.
-Y lo entiendo pero, ayer, Draco me dijo que era preciosa, incluso más que tú.
-No te creo, Draco me quiere Loia y, aunque lo quieras, no vas a estropear mi relación por tener complejo de zorra mentirosa.
-No digo que no te quiera pero, tienes que entender que los hombres necesitan desear a una mujer y, si no tienen a alguien que valga la pena como tal, acaban buscando a otras personas.

Se gira y comienza a alejarse de mí, dejándome con la duda sembrada en mi interior.

Repaso sus palabras en mi cabeza. ¿Es verdad lo que dice? Corro hacia mi habitación y me detengo durante un momento en el espejo.

Me miro a mí misma. Y me repito las palabras que Draco me dijo en mi cabeza: "Eres hermosa. Eres tan hermosa. Y puedes ser algo. Puedes ser todo. No odies porque alguien rompió tu corazón, o porque tus padres se separaron o porque el chico idiota de tu escuela te llamó gorda, fea o estúpida. No te concentres en las cosas que no puedes controlar. Llora cuando lo necesites. No te sostengas de recuerdos dolorosos. Olvida las cosas que no valen la pena ser recordadas. Vive por algo. Vive por ti misma."

Debo hacer caso a Draco. Debo de hablar con él y aclarar todas las cosas: estoy segura de que él me ama a mí. Solo a mí.

Me coloco un bikini y mi ropa encima y salgo de la tienda de campaña hacia el lago para poder darme un baño. Cuando llego, me encuentro con Draco metido en este. Me mira y me entrega una pequeña sonrisa.

-Hey. -saludo. -Si quieres vengo en otro momento. -susurro.

A lo mejor, ha quedado aquí con Loia o quiere estar solo para pensar. El primer pensamiento me duele.

-No, no. Entra.

Asiento. Aparto mi camiseta y mis pantalones y me meto en el lago. Sumerjo mi cabeza bajo el agua, desfrutando de la tranquilidad que me proporciona este entorno.

-Ann. -le miro. -No tengo nada con Loia, ¿vale? Solo te amo a ti y no quiero amar a nadie más.

Asiento y siento como las lágrimas se agolpan en mis ojos. Ni siquiera sé por qué voy a llorar, solo sé que me ha gustado tanto escuchar esas palabras de parte de Draco.

Draco se acerca nadando hacia mí y me envuelve en sus brazos. Sollozo y apoyo mi cabeza en su pecho. Sé que solo han sido dos días pero, le he echado tanto de menos... Creí que lo perdería...

-Lo siento mucho, nena. -murmura y da un casto beso en mi frente.

El resto del día pasa así: Draco y yo juntos. Solo él y yo.

Los días pasaron rápido y sin muchos percances graves.

Draco pasaba completamente de Loia y casi no hablaban, aunque ella lo intentara, y siempre estaba conmigo, cosa que agradecía. Me hacía gracia ver la cara de Loia cada vez que Draco la rechazaba.

Ron se puso el guardapelo que contenía parte del alma de Tom y esto creó horribles consecuencias. El alma de Tom intervino en Ron y le corrompió, esto hizo que se fuera pero luego volvió.

Ahora todos estábamos bien, habíamos conseguido derrotar otro Horrocrux. Solo nos faltaba derrotar a Nagini, la diadema de Rowena Ravenclaw, el trozo de alma que había en el interior de Harry y la copa de Helga Hufflepuff la cual, según lo dicho de Harry, estaba en el interior de la bóveda de Bellatrix en el banco de Gringotts. Sería difícil sacarla de allí.

Hermione, Loia, Ron, Harry y yo estamos en el exterior de la tienda, hablando entretenidos cuando de repente escuchamos ruido no muy lejos. Nos levantamos y nos dirigimos hacia donde hemos escuchado el ruido y, nos encontramos con personas a los que no querríamos haber visto: personas que estoy segura de que están aliados con Voldemort.

Intentamos escondernos pero, es tarde, nos han visto.

Todos comenzamos a correr lejos mientras maldiciones vuelan hacia nosotros. Consiguen atraparlos a todos menos a Draco y a mí. Él nos esconde en una cueva que habíamos descubierto anteriormente.

-Draco, debemos ayudarles. -murmuro.

-Son demasiados, Ann. Cuando los lleven a la mansión Malfoy entraremos, sé como hacerlo sin que nos vean.

Cuando los mortífagos desaparecen con nuestros amigos, Draco y yo hacemos lo mismo, apareciendo a las afueras de la mansión Malfoy.

Draco agarra mi mano y me guía. Me fijo que no hemos entrado por la verja, ¿hacia donde vamos?

-Sé un pasadizo que da directo a mi cuarto. Lo hice cuando de pequeño quería escapar de mi casa sin que me vieran.

Asiento y le sigo, poco después llegamos a un gran árbol. Draco hace un hechizo no verbal con su varita y, en la superficie del árbol se abre una bifurcación. Es pequeña, pero lo bastante grande para que entremos.

Lo siguiente es ir a gatas por un largo pasadizo hasta que llegamos a la habitación de Draco. Me da su mano y ayuda a que me levante. Observo la habitación, no ha cambiado nada desde que no estamos aquí.

✨Las sombras se convertían en un cielo estrellado cada vez que lo veía✨

Un futuro incierto •Draco Malfoy• #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora