Capítulo: 60

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Disparaste

Cuando Dafne llegó a casa de la playa Minerva estaba preparando una ensalada de pasta- Ambas se miraron sin decir nada. Dafne ya se iba hacia su cuarto cuando la mujer severa decidió hablar ofreciéndole comer con ella.

—He quedado con un amigo, mañana quizás. — Respondió a la propuesta de su madre y subió las escaleras.

Minerva miró el bol en sus manos y lo dejó sobre la encimera mientras se sentaba en uno de los taburetes. Las había perdido a las dos, a Valeria y a Dafne, y todo lo que podía hacer era terminar su ensalada y seguir tan impecable como siempre. Ella no abandonaría su perfección. Dafne subía las escaleras, Brap las bajaba. Aquel hombre tenía algo que decirle a su mujer, después de mucho tiempo teniendo que decirle ese algo que no sabía que debía decírsele, se lo diría.

La figura femenina se dio una ducha y esperó a que Louis llegara a buscarla. La pintura de Harry seguía en su cuarto, la miró, la acarició, su sonrisa dibujada la hizo sonreír, su pelo alborotado hizo que cerrara los ojos. Su móvil sonó, Louis estaba allí y corrió al encuentro con su amigo. Dafne le dio esa explicación a Louis mientras que comían pasta en un restaurante italiano que encontraron por alguna parte de Los Ángeles.

— ¿Qué has planeado para este verano? —Preguntó Louis.

—Nada. — Respondió ella encogiéndose de hombros. — ¿Qué hará Harry después del verano?

—No lo sé, lo mismo que durante el verano seguramente ¿y tú?

—Me voy a Nueva York a estudiar bellas artes.

— Al final vas hacer lo que te da la gana. Ya era hora, nena.

Dafne rio, después de todas esas semanas sin hacerlo rio y fue gracias a Louis que lo hizo. Él lo consiguió, él era el que siempre lo conseguía sin intentarlo, sin esfuerzos ¿Cómo iba a querer alguien perder a Louis? Nadie querría perder a alguien como él y Dafne no iba a ser menos, no quería perder a su amigo, por ello lo llamó. Tal vez, solo tal vez puede que en esa decisión influyó que Louis era todo lo que la quedaba de Harry o que quería salir de ese pozo en el que calló cuando Valeria se marchó y Louis era el único disponible por sacarla.

Salió de la ducha, se puso algo de ropa y fue en busca de una cerveza. Se sentó en el sofá frente a la televisión encendida una cerveza en la mesa un paquete de patatas vacío junto a él. Comenzó a ver un partido de football americano. A Dafne no le gustaba ver aquellos partidos, a él sí. Aunque no jugara su equipo él los veía, le entretenía. Llamaron al timbre pero Harry no dejó de mirar la pantalla de la televisión. Parecía que volvería a quedarse allí sentado rodeado de latas de cerveza y alguna que otra bolsa de patatas, pero no lo hizo, volvieron a tocar el timbre y se levantó, la pizza ya estaba allí.

—Gracias— Le dijo al repartidor.

Hacía mucho que Harry no le daba las gracias a nadie. No recordaba la última vez que lo hizo y no se dio cuenta que lo acababa de hacer. Dejó la pizza en la cocina y volvió a su partido, mirar aquel juego si era propio de él. Al cabo de unas horas volvieron a tocar el timbre, el partido ya había acabado, la televisión estaba apagada pero Harry la seguía mirando. Soltó la lata vacía que empuñaba y fue abrir la puerta. No era Louis para asegurarse de que Harry seguía respirando.

—Brap. —Lo miró sorprendido. — Pa-pasa. —Le dijo abriendo más la puerta y dejándole paso.

—Dafne se va a Nueva York en dos meses, después del verano.

Harry iba a hablar y agradeció que el padre de Dafne no lo dejara, no sabía que decir. No entendía que hacía allí, tal vez el que su padre fuera el asesino de su hija, de Valeria, tenía algo que ver, pero no lo sabía. Le hablaba de Dafne ¿Estaba aquí por Dafne?

—No estoy aquí por Dafne, bueno al menos no es la principal razón. — Harry le hizo un gesto para que se sentara y ambos se sentaron. — ¿Qué sabes de tu madre, Harry?

— ¿Mi madre? — Brap asintió. —No mucho, vamos nada, no la conocí murió en el parto.

Con todas las cosas que le podría haber dicho va y le dice una que para Harry carecía de sentido, pero si lo tenía. Brap quería darle una explicación al hijo de Helena, Brap quería que Helena fuera algo más que una mujer muerta para la persona que más quiso sin ni siquiera llegar a conocerlo.

—Helena, tu madre tenía los ojos verdes. Eran exactamente iguales que los tuyo, era risueña, bondadosa, generosa y muy perezosa. Te quería y tuvo que pasar mucho para que vivieras, tu padre no quería que nacieras.

Harry quería decir algo, entender de qué iba aquella historia que le empezaba a contar. Cuando Brap dijo "tu padre" entonces lo entendió todo, le iba a contar que era eso por lo que su padre buscaba venganza, la razón por la que mató a Valeria. Le contó la misma historia que a Dafne, le costó menos decir su verdad aquella vez. Al terminar su relato Harry no dijo nada Brap tampoco. El hombre sacó un sobre del bolsillo interior de su chaqueta y lo dejó sobre la mesa antes de salir y dejar a Harry solo.

No se movió se quedó allí sentado en la misma posición durante horas, no cogió el sobre, no lo abrió, no leyó el papel que contenía, no aquel día. Cuando el sol ya no estaba y la luna reinaba en el cielo él reaccionó. Salió corriendo de su piso fue hacia su coche. No corría sangre por sus venas, corría ira, no era el corazón el que latía en su pecho, era el odio. Hizo correr su coche, no se paró en los semáforos, ni siquiera se tomó el tiempo de aparca el coche y apagar el motor cuando llego al destino al que tanto ansiaba llega. Solo frenó en seco y salió del coche.

Entró furioso a la casa de su padre, sus hombres trataron de pararlo pero no pudieron. Era imparable. Abrió las puertas del salón con fuerza, Roger se giró, lo miró y por un momento tuvo miedo de su hijo, del hijo al que nunca quiso. Harry golpeó el rostro de aquel hombre haciéndolo caer al suelo, la copa de cristal llena de coñac que sujetaba en su mano cayó rompiéndose al dar con el suelo.

—La mataste. — Le gritó Harry con el rostro enrojo.

Un par de hombre rápidamente lo sujetaron. Harry se deshizo de ellos rápido, con facilidad y volvieron a tratar de sujetarlo. Mientras Roger se levantaba del suelo les hizo una señal para que lo dejaran, lo hicieron.

—Vas a tener que ser un poco más específico. He matado a mucha gente, hijo. — Dijo con burla.

—A mi madre.

—No, a esa la mataste tú.

—Me has hecho la vida imposible, me has estado jodiendo desde que nací por algo que tú hiciste. —Gritó Harry.

—Ya te he dicho que fuiste tú. — Roger acabó gritándole también.

—Yo no le disparé.

Harry que había entrado como un tornado a aquella casa acabando con todo a su paso, Harry que todo lo que había dicho desde que estuvo cara a cara con su padre lo dijo gritando, aquello último lo dijo tranquilo, sin agredir a aquel hombre con sus palabras, sin intención de dañarlo pero hiriéndole como nunca ninguna de sus palabras lo hicieron antes.

Dafne no fue lo suficiente fuerte como para enfrentarse a su madre y Harry no lo fue para enfrentarse a su padre, no, hasta que conocieron la verdad de Brap. Con ella sí pudieron, fueron fuertes, con ella dejaron de sentir culpa y se dieron la oportunidad de seguir viviendo, con ella sus corazones volvieron a latir, los sentían el percho. Después de todo puede que sus corazones solo quisieran volver a latir en sus pechos y dejar de llevar una culpa que no les correspondía, y tal vez enamorarse el uno del otro era la única forma de conseguirlo.


Ella {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora