Capítulo: 56

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Dolor

La luna alumbró sus rápidos pasos dirigidos a ningún lugar. Dafne corría sin saber en dónde iba a parar, solo corría. Su pelo saltaba a en su espalda, su corazón bombeaba la sangre de su cuerpo con rapidez, la misma rapidez con la que el aire entraba y salía de sus pulmones. No había parado de llorar pero ella eso no lo sabía. Las pequeñas lágrimas que caían de sus ojos, con el propósito de mojar su rostro, se secaban al poco tiempo de rozar su piel y entrar en contacto con el aire.

Paró, cuando su pantalón roto se mojó entonces paró, y pudo ver lo que salió con tanta prisa a buscar; el mar. Estaba lejos de casa, o eso creía porque no tenía muy claro donde estaba su casa, ni tampoco tenía claro eso de llamar "mi casa" a ese edificio del que salió corriendo. Observó el mar, las olas rompían poco antes de llegar a sus pies para acariciarlos con delicadeza. No se merecía tener al inmenso océano a sus pies, no lo quería tampoco y se arrodilló ante él. Ahora las olas rompían poco antes de llegar a sus rodillas. Dejó de mirar el océano y a la luna por encima de la línea del horizonte. Miró sus pantalones mojados por el agua salada, los tocó y comenzó el llanto. Ya no eran pequeñas lágrimas escapándoseles sin que ella se enterara. Eran ríos de lágrimas corriendo por su cara que ella era incapaz de ignorar o parar.

La luna se fue marchando al tiempo que el sol comenzaba su majestuosa aparición. Dafne comenzó a notar el frio que hacia horas. Se había metido en sus huesos mientras estaba arrodillada ante el mar.

Louis despertó por el sonido incesante de su móvil. Miró a su derecha con un ojo cerrado y otro abierto para ver a una muchacha rubia dormía junto a él. En su cama una rubia despampanante de culo duro como una piedra, tetas firmes y vientre bien trabajado dormían desnuda y él no recordaba su nombre. Se levantó de la cama con cuidado de no despertarla a la rubia y busco entre la ropa del suelo su móvil. Contestó mientras salía de la habitación y caminaba a la cocina.

— ¿Louis?— preguntó una voz que él no reconoció.

Entró en la cocina, que sucia estaba. "El mismo" dijo mientras buscaba entre los platos sucios alguno que no estuviera tan sucio y que no lo encontró.

— ¿Conoces a Harry?

—Conozco a un Harry. —Ahora buscaba comida por los pocos armarios de la pequeña cocina.

—Tengo a un Harry, dormido, o en un coma etílico tal vez sobre la barra. Cuando empezó a beber me dijo que si tenía que sacarlo de aquí que cogiera su móvil y llamara a Louis. —Le contó una chica.

—Quizás sea mi Harry ¿Esta solo? ¿No hay una chica con él?— Dejó de buscar comida, no había por ninguna parte.

—Si, está solo y hace horas que yo tendría que haber cerrado, ven a por él ahora o llamo a la policía.

—Voy, voy, mándame la dirección y voy.

Despegó el aparato de su oreja y miró la pantalla "10:02" ponía en ella. Caminó hacia su habitación donde seguía la rubia despampanante. Se puso unos calzoncillos y escaló a la cama. Comenzó a acariciar con delicadeza el rostro de la muchacha que descansaba. La chica desnuda se empezó a mover, abrió los ojos y se encontró a Louis sonriéndole. Iba a sonreírle también pero vio el sol tras la ventana "¿qué hora es?" preguntó mientras se incorporaba con rapidez.

—Algo más de las diez, es temprano lo sé pero....

— ¿Temprano?— salió de la cama. — Si mi padre se ha dado cuenta que no he dormido en casa me va a mata. — Buscaba su ropa entre la ropa de Louis esparcida por el suelo.

— ¿Tu padre? ¿Pero tú cuántos años tienes?

No le contestó. Comenzó a vestirse con prisa, Louis la miró unos segundos, cogió unos de los muchos pantalones que tenía en el suelo y se lo puso.

Ella {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora