Capítulo 1: La chica nueva

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Afuera, Cameron supervisaba como los meseros ponían la mantelería de las mesas, además estaba asesorando personalmente a un practicante de comedor. Kate sonrió, Cameron era adorable cuando se trataba de enseñar, siempre era amable con sus practicantes. Mientras observaba se preguntó a la vez por qué rayos Adriano tenía que ser tan hosco con ellos. Al menos trataría de elegir a la mejor persona que cubra las exigencias de Adriano.

Llegada la hora de las entrevistas empezó el estrés, por así decirlo. Kate entró a The Oak Room desde la apertura, fue el mismo Adriano quien la entrevistó. Ella ya tenía años de experiencia trabajando en los mejores restaurantes de la ciudad. Así que fue extraño sentirse intimidada y analizada por un joven chef que no era nadie en el mundo de la gastronomía. Pero de eso ya bastante tiempo, Adriano ya era alguien importante, y no solo "alguien", sino prácticamente una estrella de la gastronomía nacional con apenas treinta años. Se podría decir que ella se hizo personal de confianza, lo conocía en sus mejores momentos, hasta en los más irritables. En realidad si había alguien en esa cocina capaz de ponerle el freno, esa era ella. Y tenía que cumplir su labor de mano derecha encargándose de las entrevistas que el jefe no quería hacer.

Uno a uno desfilaban los chicos, algunos muy tímidos, otros muy desenvueltos. A veces el currículo era bueno, pero sus respuestas y nerviosismo no la terminaban de convencer. Estaba segura de que no encontraría a nadie que merezca el puesto según el punto de vista de Adriano, al menos no hasta los próximos seis meses.

—Adelante —dijo esperando que esta última sea la correcta.

Una joven entró en silencio a la oficina. Vestía sencilla, se veía un poco nerviosa, pero aun así la miró de frente y le sonrió muy encantadora. La sonrisa de la joven contagió incluso a Kate, ya se había amargado con tantas entrevistas y lo único que quería era volver a la cocina.

—Toma asiento —le dijo sonriente. La chica avanzó firme hacia ella, la saludó primero y luego se sentó. Parecía un poco tímida—. Bien, te llamas Priscila —dijo cuando abrió el currículo—. Priscila, yo soy Kate, mucho gusto.

—El gusto es mío. He escuchado hablar de usted, una gran chef.

—Gracias —se sintió contenta de escuchar eso, hace un buen tiempo que nadie le decía algo así. Ella tenía más años de experiencia que muchos en esa cocina, más que el mismo Adriano además. El nombre de Kate House no era desconocido en ese ambiente, incluso había acompañado a Adriano a eventos y viajes, era un rostro familiar en ese mundo—. Veamos tu currículo —tardó un par de minutos en darle una rápida leída. Era bueno, por algo había pasado las entrevistas previas. Varios cursos y premios, eso era algo que le gustaba a Adriano—. Interesante. Le Cordon Bleu, ¿sabes que nuestro chef también se graduó ahí?

—Claro, el chef Hartmann es muy conocido entre nosotros, es la razón por la que quiero practicar aquí.

—Todavía no terminas la carrera, pero ya has ganado varios premios como estudiante de cocina.

—Si, mis maestros confían mucho en mí, siempre me envían a concursos. Me alegra haber hecho un buen trabajo hasta ahora.

—Ya veo, y dime, en estos restaurantes en los que has practicado y trabajado, ¿cuáles eran tus funciones?

—Fueron de categoría turista en su mayoría, aunque también he estado en Hilton y en Ritz, no mucho tiempo, ya que solo toman contratos temporales de tres meses. —Priss empezó a contar un poco sobre su experiencia. Bajo quienes estuvo cargo, sus funciones, horarios, y demás. No era mucho, pero considerando su juventud y lo duro del mercado laboral era bastante. Aunque quizá no para Adriano.

—Entiendes que no estamos a ese nivel, ¿verdad? —ella asintió.

—Necesitaba el dinero, tenía que trabajar para poder seguir estudiando. Yo sé que cuando una está en la escuela tiene la idea de postular y conseguir empleos en lo mejor de lo mejor, pero la vida laboral no es así. Lo sabe, ¿verdad? —Kate asintió. ¿Cómo no iba a saberlo? Si los hombres habían acaparado el mercado laboral de la gastronomía, encontrar un buen trabajo siendo mujer e inexperta era muy difícil, y cuando lo conseguías no sabías si podrías mantener ese puesto. La presión, las horas extras, los sueldos bajos. Y ni hablar del acoso laboral. ¿Cómo no iba a saber ella lo que era eso?

Calidad TotalWhere stories live. Discover now