Capítulo 37 - Hasta que la muerte o algo más los separe.

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—Mierda. —Mascullé ante lla mala situación en que viene acontinuación. Hice una rápida huida, pero no me lo dejaron nada fácil, me toman de los cabellos y tiran hasta hacerme retroceder.

—¡Ahhh! —grité, tratando de quitar la mano de mi pelo—. ¡Suéltame!

—Esta vez no te escapas. —escupió cerca de mi oído.

—Nadie. Puede. Dañarme —Un rugido emergió detrás de nosotros.

La mano que me mantenía prisionera se desvaneció. Me aparté velozmente. Rox había logrado ponerse en pie nuevamente, y con su arma apuntó y apretó el gatillo. Los ojos del hombre se abrieron amplios y un hilo de sangre apareció entre sus labios. Sus manos quisieron cogerme de nuevo, pero no lo consiguió, cayó fulminado a suelo y no se movió de ahí. Pasaron unos segundos antes de que me acercara y golpeara su estómago con el pie para comprobar si estaba realmente fuera.

Levanté la cabeza hacia Rox.

—Creo que está muer....—dije, pero me detuve a media oración al verla pierder el equilibrio—. ¡Rox!

Ella se recargó en mis hombros. El peso de su cuerpo y la inestabilidad hizo que no tuviera otra opción que dejarnos caer. Me arrodillé junto a ella y acomodé su cabeza en mis piernas. Ro emite gemidos de dolor mientras repete una y otra vez "Nadie puede dañarme"

Mi mano se empapó de rojo cuando toqué su camiseta.

—Oh, Dios. Oh, Dios —repetí una y otra vez mientras veo su ropa cubriéndose de rojo—. ¿Rox? Por favor, mantente despierta. No cierres tus ojos. Quédate conmigo.

Sus párpados se cierran y se abren pausadamente tratando de no hacerlo, pero falla en el intento. No supe que hacer. Tenía en mis manos a una mujer herida, muriéndose, en medio de un estacionamiento y con el peligro volviera a por nosotras. Quise escondernos, pero temí provocar más daño si trato de moverla. Miré a todos lados. Sólo hay oscuridad y más oscuridad. Apreté su mano con fuerza, haciéndole saber que sigo a su lado.

—Tranquila, todo irá bien. Iré a buscar ayuda, ¿vale? 

Soltando su mano con sumo cuidado, me puse en pie. El cuerpo tiembla completo al avanzar de vuelta al establecimiento en busca ayuda. A medida me acerco el estruendo del conflicto continúa intensamente. Paré. El miedo me tomó con más fuerza y la poca valentía se está esfumando.

Agité la cabeza. ¡Hazlo por Rox! ¡Está muriendo! Maldita seas, Laila, encuentra a Jace. Tomé coraje, avancé a la entrada y tiré ambas puerta esperando que se abriera, pero no funciona. ¿Qué diablos pasa? 

—¡Vamos! ¡Ábrete! —mascullaba impaciente mientras tiro y tiro de ella, pero no cede. ¡Mierda, mierda! ¿Qué ocurre? ¿Por qué no abre? La única posible explicación es que los matones de Darren han atrancado desde adentro con la intención de dejar indefensos a la gente de Hamilton. Aquello me dio mucho más miedo.

Comencé a desesperarme.

¿Ahora qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué ha...¡La puerta de emergencia! Eso es. 

Sin reparo, fui al lado lateral y busqué cualquier entrada que me ayudara a ingresar. Al instante hallé la puerta de emergencia, en seguida me apresuré a abrirla, pero al segundo en que abro los disparos y la trifulca  dejó de oírse. Nada. Todo se sumió en un completo silencio.

El silencio es el peor enemigo. 

Intento no imaginar cosas horribles.

Te Encontré [ 2°T de TLA]Where stories live. Discover now