Capítulo 22 - Toda historia tiene un principio y un final...¿Te atreves a oirla?

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Ruidos lejanos de la sirenas de la policía hicieron detener a Jace abruptamente. Observó a todos lados antes de esconderse entre las sombras que le facilitó el lugar. Tal como imaginó, dos patrullas se detuvieron cerca y de el emergió el famoso detective y tutor de su Laila, Joseph Murray, acompañado por su maldito compañero Evans. Miró con odio vivo a los dos hombres que continuaban intentando arrebatarle a Laila.

Malditos ellos y Daniel.

El hijo de puta lo había hecho caer en una trampa.

Los dos detectives y también los otros alzaron sus armas mientras avanzaban con precaución y observaban sus alrededores en busca de él. Maldito Daniel. Era su hermano, aún así, lo odiaba. Odiaba a todos provenientes de esa familia, aquella a la cual perteneció una vez. La rabia hervía dentro de su venas, sus puños prometían castigo y sus ojos querían ver sangre. Mientras contemplaba a los ineptos detectives prometió que lo mataría igual como lo hizo con su padre. Su semblante se tornó frío y una sonrisa demente se formó en sus labios.

El infierno se había desatado.





[***]


—Reconozco que fue un poco difícil hacer que Jace y su maldito perro te dejaran sin protección. Y ahora como lo conseguí finalmente, me tomaré el tiempo de hacerte sufrir mucho.

—¡No! —le grité. Me lancé a él, empujando con toda mi fuerza su cuerpo y corrí a las escaleras. Jace ocultaba en el dormitorio un arma dentro de la mesa de noche.

—¡Maldita! —Explotó enfurecido.

La mano de Daniel se cerró sobre mi tobillo y tiró de mí. Tuve que agarrarme de la baranda de la escalera y comenzar a tirar de mi pierna. Grité de rabia y de el dolor que sentía en mis brazos por el esfuerzo de sostenerme. Con la otra pierna libre propiné patadas a la cara de Daniel, pero este no desistió de soltarme. Mis manos empezaron a dolerme y cada tirón del tobillo amenazaba con soltarme de la baranda hasta que no pude y me solté. La parte de atrás de mi cabeza se golpeó con el borde de un escalón y mis ojos se llenaron de lágrimas. El dolor en todo mi cuerpo vino después. Sentí el agarre de mi cintura y lo siguiente fue que me lanzó lejos. Caí contra el mueble y las cosas de encima cayeron sobre mí, quebrándose. 

Adolorida, intenté levantarme y arrastrarme, mantenerme fuera del alcancé de Daniel. Escuché su risa y sus pasos acercándose a mí. Entonces me obligó a darme la vuelta y se puso sobre de mí y entonces el aire se esfumó.

—Lo siento preciosa, pero cambié de idea. Sin juegos previos, te mataré ahora mismo —su rostro de transformó cuando apretaba mi garganta con más fuerza—. Siente en carne propia por lo que mi padre tuvo que pasar por culpa de Jace.

No sirvió de nada patalear y arañar su cara, Daniel continuó ahorcando. Abría la boca intentando tomar aire, pero fallando desgraciadamente. Fue tan rápido que no noté el cuchillo en sus manos y que iba directamente mi estómago. ¡No! ¡No! ¡Va a matar a mi hijo! ¡Jaceee! Me retorcí con más fuerza. De repende, Daniel fue arrancado de mi cuerpo y se estrelló contra la pared. Mis ojos se abrieron y observaron con evidente horror como Jace se lanzaba sobre Daniel y golpeaba con fuerza su cara, una y otra vez. Su cabeza giró hacia mí. El verde de su mirada se enfocaron en mi rostro y todos sus frenéticos golpes cesaron. 

Está aquí. Jace está aquí. 

Sin moverme ni un centímetro, una lágrima cayó por mi mejilla mientras lo observaba venir hacia mí.

Te Encontré [ 2°T de TLA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora