-Mucho gusto, Alda. -dije, aunque no estaba segura de que me hubiera entendido.

-¿Querés venir conmigo a casa de uno de los chicos? Se llama Claudio. -dijo luego de darle un sorbo a su café.

-Vale, ¿cuándo? -terminé mi desayuno.

-Dentro de un rato. -luego él acabo su desayuno.- Estaré en el gimnasio por si me necesitás. -avisó antes de irse por la puerta.- ¡Grazie, Alda! -lo escuché gritar por el pasillo.

-Grazie, Alda. -esta vez lo dije yo, llevé los platos sucios al lavaplatos y estaba dispuesta a lavarlos.

-Oh, prego, amore mio. -sonrió y negó con la cabeza mirando lo que iba a hacer.- No hace falta. -dijo y yo asentí.

-Vale, arrivederci Alda. -salí de la cocina. Iba a ser difícil esto de que Alda no hablara español.

Mi móvil comenzó a sonar, vi quién era y contesté.

-Hola, Isquito. -saludé saliendo al patio, donde se encontraba la piscina.

-Giselle Elizabeth ¿por qué no me habías llamado? -dijo desde la otra línea.

-Isco, estoy bien, y te iba a llamar por la noche. -me senté en el borde de la piscina y metí mis descalzos pies, moviendolos dentro del agua.

-Me preocupo por ti ¿sabías? -suspiré.

-Sí, Isco, lo sé... -mi voz desapareció cuando por accidente giré mi cabeza a la derecha y vi el gran ventanal de vidrio que me dejaba apreciar a Paulo hacer abdominales, con todo su cuerpo sudado y el cabello pegado a su rostro.

-Entonces él me preguntó que si... ¿Giselle, me estás escuchando? -la voz de Isco me sacó de mis pensamientos no adecuados.

-¿Eh? Ah, sí, continúa. -aparté la vista del gimnasio.

-¿Qué estaba diciendo? -Mierda.

-Ahm, que alguien te estaba preguntando algo. -esta vez escuché a Isco suspirar.- Hey, lo siento, es que estoy muy distraída. Te llamo en la noche ¿sí?

-Vale.

-Vale, chao, te quiero.

-Yo a ti. -colgué la llamada y decidí ver de nuevo hacia el ventanal, donde Paulo ahora se encontraba levantando pesas, casualmente mirando hacia dónde estaba yo, hizo contacto visual conmigo y volteé rápido la cabeza para que no se diera cuenta, aunque lo más seguro era que ya me había visto.

Tomé una bocanada de aire antes de volver a girar la cabeza y asegurarme de que Paulo no me vio.

Gran error, ahí estaba su mirada penetrante en la mía, con una sonrisa triunfante, sabiendo que había caído. Hizo un movimiento y se quitó la camiseta lentamente sobre sus brazos, estaba totalmente estática.

Tiró la camiseta al piso y se puso a correr en la caminadora, me guiñó un ojo y avergonzada aparté la mirada de nuevo. Me levanté del borde de la piscina y entré de nuevo a la casa para arreglarme de una vez.

 Me levanté del borde de la piscina y entré de nuevo a la casa para arreglarme de una vez

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