Uno

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Mi nombre es Samuel o Sam, para mi familia y amigos, soy un chico normal, tengo un papá y una mamá, pero hay una cosa que yo jamás he sido capaz de adivinar, ¿por qué no me parezco a mis padres? Es decir, la gente dice que tengo los mismos ojos que mi papá, de un verde tan intenso que parecen dos esmeraldas, pero en todo lo demás soy completamente diferente a ellos.

La cosa estaba en que yo era castaño y de cabello lacio, mis pómulos estaban marcados, tenía una pequeña nariz de botón y mi estatura era un poco más baja que los de mi edad y nadie entendía el por qué, pero yo era feliz.

Mi padre me amaba y mi mamá, bueno... con ella nunca había tenido una relación muy apegada y mi padre siempre contaba que yo de pequeño no me dejaba cargar por ella, si no era mi padre o mi abuela Anne, no me podía cargar nadie más.

En fin, soy feliz de por cómo soy y mi padre está orgulloso de mí, aunque la verdad, la duda del por qué soy distinto a ellos me sigue naciendo día a día.

🌖🌒🌗🌒

Hoy parecía ser un día como cualquier otro, desperté a la misma hora de siempre y al bajar distinguía a papá y a Marlene (ella es la que se supone que debo llamar "mamá" pero jamás he podido decirle así).

- Buenos días, Sam-. Papá me saludo tan sólo al bajar las escaleras y sentarme en la mesa.

- Buenos días papá, buenos días Marlene-. Ella me saludó con una sonrisa.

- Harry, hoy llegaré más temprano, ¿de acuerdo?-. Papá asintió y le deseó un buen día al igual que yo.

- ¿Hoy me llevarás a la escuela, papá?-. Asintió y recogió sus cosas.

- Ve por tu mochila-. Me levanté y fui a por mis cosas.

Salir de la casa e ir a la escuela era la rutina diaria, digamos que no soy un chico que hable mucho, podré ser el que hace bromas a los compañeros o cosas por el estilo pero en cuanto a mi carácter, soy idéntico a mi padre.

Llegué a la escuela y fui directo a buscar a mi única amiga aquí, su nombre es Emma y es de esas personas que pueden escucharte horas y horas sin detenerte, sabe aconsejar aunque bueno... seamos unos niños sin problemas.

- ¡Hey Sam!-. Llegó sonriente hasta mí y so la saludé con una suave sonrisa.

- Hola Em-. Ambos nos pusimos a caminar hacía mi casillero.

- Espero que estés listo para las inscripciones de ahora.

- ¿Inscripciones?.- Cerré mi casillero después de haber dejado y agarrado mis libros-. No sé a cuáles te refieres.

- A las del equipo de fútbol, habías dicho que querías entrar éste año y así practicarlo-. Hice una mueca. Sí... había olvidado ese detalle.

- ¿Tienes idea de lo que debo llevar para inscribirme?-. Asintió y me dio una hoja con requisitos. Bien, cumplía con los escolares pero me faltaba la carta de nacimiento y tendría que pedírsela a papá, él sabe en donde está todo en la casa-. Gracias, Em.

- De nada Sam, espero verte allí.

Las clases estuvieron tranquilas durante todo el día, los maestros no encargaban muchos trabajos y eran pacientes y solo uno que otro alumno era revoltoso hasta llegar a estresar a todos pero siempre lograban tranquilizarlos.

Para la hora en la que me tocaba salir, mi padre me esperaba afuera de la escuela en su auto.

— Hola papá-. La verdad, el que mi padre viniese por mí después de clases, siempre me hacía feliz.

— Hol Sam-. Mi papá abrió la puerta del copiloto y encendió el auto al subirse-. Hoy estará Marlene con nosotros recuerda , así que será una pequeña comida familiar.

— Bien, hace tiempo que Marlene no venía a comer con nosotros-. Papá asintió.

Unos minutos de silencio hizo que por fin recordara el hecho de la inscripción para el equipo.

- ¿Papá?-. Hizo un sonido en afirmación a que me escuchaba-. ¿Recuerdas que quería entrar al equipo de fútbol?

- Claro que lo recuerdo, ¿ya empezaron las inscripciones para ello?-. Asentí-. ¿Necesitas que te dé algo para que puedas ir a inscribirte?

— Sí, necesito unos papeles.

— Bien, llegando a casa te los doy.

Llegamos a casa rápido. Por fuera pude distinguir su auto y con tan sólo verla y saludar corrí al cuarto de mis padres en busca de los documentos que necesitaba para el fútbol. Así mi papá no necesitaría venir a buscarlas.

Ojalá recordara en donde ponía mi papá todo.

Harry:

Llegar a casa y encontrarme con Marlene era una de las cosas más extrañas que me ha pasado.

Ella casi nunca llegaba a comer o incluso, había días en los que ni siquiera llegaba a casa, pero Samuel y yo ya estábamos acostumbrados a que ella llegara a altas horas de la noche o que incluso no llegara a casa. El que llegara antes de lo previsto había sido una agradable sorpresa.

— ¿Por qué llegaste temprano?-. Fue lo primero que pregunté al verla limpiando los platos que habían quedado sucios.

— ¿Una ya no puede llegar temprano a su propio hogar sin que la interroguen?-. Alcé una ceja.

— Eso no funciona conmigo Marlene-. Bufó. Si bueno, era mi casa antes que de ella y podía quejarme todo lo que quisiese.

— Bueno, no tenía nada que hacer y vine para acá-. Asentí. Eso tenía sentido-. ¿Algo nuevo que deba saber sobre Samuel? Cada vez lo veo más distanciado.

— Sí... pero no creo que sea nada malo, solamente quiere entrar a equipo de fútbol.

— Cada vez se parece más, ¿no es así?-. Suspiré y asentí.

— Sí, supongo que sí-. Dejamos la platica por un lado y fuimos directo a la sala para poder ver televisión a solas.

Estuvimos un tiempo viendo televisión hasta escuchar los pasos de Sam bajando las escaleras y con sus papeles en las manos.

— ¿Papá, Marlene?-. Ambos volteamos a verlo-. ¿Quién se supone que es Louis Tomlinson?

¿Soy de un vientre rentado? | Larry StylinsonWhere stories live. Discover now