Número 19. Prométeme.

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//El que les prometí! //

Kora

Sus padres eran personas extrañas, no había mejor forma de decirlo; hablaban y reían, ni siquiera señalaron que era una extraña. Simone era casi amigable, me sonreía al hablarme y esperaba a que respondiera con paciencia. No quería cometer un error estúpido, me costaba encontrar palabras que describieran lo que pensaba pero que no sonaran demasiado desinteresaras.

"¿Qué estudiaste?" "¿Te gustan las mascotas?" "¿Cómo era el convento?" Nadie quería escuchar sobre lo que pasó cuando dejé a las hermanas; no tenían idea de cuánto deseaba ser capaz de ignorarlo como ellos, pero según mi terapeuta debía llegar a términos con ello. Aceptar y continuar.

Su padre me resultaba aún más difícil de comprender. Lo vi reír con Tom, sonriéndole y hablándole como si se tratara de un amigo, no podía hacer otra cosa que observar. Lucia como siempre lució. Aquello nunca estuvo a mi alcance, y sin embargo siempre lo tuve cerca.

La cena resultó sorprendentemente deliciosa. No lo esperaba, yo había ayudado y no había probado una sopa así desde que tenía nueve años.

- ¿Estás bien? – Preguntó el hombre frente a mí.

Había probado aquella sopa con cuidado para no quemarme la lengua, y no lo hice, pero el sabor era distinto a todo lo que había comido en el hospital y en definitiva mejor que cualquier comida que hubiera probado mientras me drogaba.

- Sí. – Asentí sin levantar la mirada de aquel plato.

Ni siquiera era el único platillo de esa noche. Sospeché que cada cosa sabría mejor que el resto, y no necesariamente era algo bueno. Una vez que terminamos de comer ayudé a limpiar la mesa, llevando los platos a la cocina.

Cuando al fin se fueron ya estaba exhausta, me pregunté exactamente qué se suponía que hiciera. ¿A dónde iría? Nunca me gustó pedir ayuda, parte del problema conmigo siempre fue justamente que no quería depender de otras personas.

Los padres de Tom se despidieron y comprendí cuando la mujer me miró que yo no me iría con ellos, lo cual hizo del asunto un poco más difícil en mi mente.

- Nos veremos mañana. – Me besó la mejilla y arregló un mechón de cabello sobre mi hombro al despedirse.

El hombre, su esposo, se despidió con un saludó más formal. Del tipo que recordaba recibir cuando era niña y alguna pareja entraba al jardín buscando a un niño que llevar consigo. Tragué saliva y sentí el nudo en la garganta cuando lo hice, me despedí en voz baja como una idiota.

Tom cerró la puerta tras sus padres y se dio la vuelta para verme con los pies clavados en el suelo.

- Yo... - sentí la boca seca, necesitaba saber, así que apreté las manos en puños para hablar un poco más claramente. - ¿dónde me quedaré?

Seguí a Tom por el resto de su casa. Cruzamos el pasillo que conocí horas antes. A la izquierda la sala, a la derecha la cocina y el comedor separados solo por una barra. Al fondo había una habitación, pero la puerta estuvo cerrada todo el tiempo a pesar de que a la derecha el baño permanecía abierto. Subimos las escaleras y me encontré con un pasillo adornado de premios y cuadros con discos.

- ¿Tu banda? – Pregunté al detenerme ante un premio metálico con forma graciosa.

Señalé hacia el estante con el dedo índice, Tom se detuvo a unos metros, se llevó las manos a los bolsillos y asintió. Bajé mi mano y lo seguí, comprendí que si no me hablaba de algo era porque no quería hacerlo; solía ser así cuando preguntaba por Bill.

Feel It All (Tokio Hotel/Tom y Bill Fanfic)Where stories live. Discover now