Feel It All (Tokio Hotel/Tom y Bill Fanfic)

Número 5. Nuestro Amor es Asqueroso.

He tenido unos problemas en los últimos días, así que no pude subir... pero he acabado otro capítulo y ahora puedo subir éste.

NOTA: Les advierto que en éste capítulo hay contenido adulto. (No sé qué tan adulto, tho)

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Respiré profundamente y abrí los ojos. Bill estaba a mí lado, como normalmente. Las últimas semanas eran un rayón en mi memoria y probablemente en la suya también.

Melanie y yo habíamos que cesar nuestras discusiones para que hubiera paz en la casa, además de que era muy difícil mantener las apariencias cuando estaba bajo el efecto de las drogas. Ese era otro tema... Bill usaba cada vez más coca, lo veía calentarla en la cuchara y en más de una ocasión sentada en la tina con él fui yo misma quién le ayudó a inyectarse.

A mí en cambio me hacía mal, esa mañana era de aquellas mañanas, cuando despertaba y recordaba quién era, lo qué hacía para vivir y para lo que vivía.

Estaba tumbada en el colchón, vistiendo nada más que unas bragas grises que en algún momento debieron haber sido blancas. Estaba boca arriba, no podía negar que mi pecho subía y bajaba con cada inhalación y cada exhalación, tampoco podía negar que tenía el cabello revuelto alrededor de mi cabeza, los brazos y las piernas extendidos sobre el colchón mientras admiraba aquel punto en la pared.

Bill estaba a mi lado, su atuendo era más o menos el mismo al mío, pero él permanecía dormido. Su respiración era lenta y pausada, no se movía demasiado durante la noche, apenas me tocaba a pesar de lo pequeño del colchón que compartíamos. Me senté, esperando a que despertara. A veces me preguntaba por qué Bill se sentía tan como estando conmigo mientras que el resto de las personas parecían huir de mí.

Me llamé loca, recordando que Mel y Albert se habían hecho amigos míos también, aunque de Albert supiera poco. Mich me resultaba desagradable, siempre nos observaba a Bill y a mí, me ponía los nervios de punta y ni siquiera estando de lo más drogada creí haberme atrevido a cruzar más de dos palabras con él.

Abracé las rodillas a mi pecho y observé al rubio. Siempre sacaba a relucir el tema de los polvos mágicos, supuse que como a mí, le gustaba el cuento de Peter Pan, aunque no fuera el nuestro.

- ¿Qué tanto me miras? – Preguntó de pronto, su voz estaba apagada, seguía un poco dormido y sus cuerdas vocales obviamente no estaban preparadas para empezar el día.

- Perdona, es que me quedé hipnotizada con ese tatuaje. – Dije, señalando a su pecho.

Bill no había abierto los ojos así que con una de mis manos alcancé su pecho, el espacio colorido en medio de sus pezones perforados. Bill giró la cabeza con pereza y se tardó lo que quiso en abrir los ojos rojos y dirigir su mirada hacia mí.

- Tus manos son muy suaves. – Me dijo en un tono pensativo.

Le sonreí sin saber qué decir, tracé las líneas oscuras de su tatuaje y Bill se incorporó lentamente, permitiendo que mis dedos acariciaran su piel. Una vez sentado puso su mano izquierda en mi rodilla.

- Cómo es la vida... - comenté en voz baja, - ¡tus manos son todavía más suaves que las mías!

Bill me dirigió una pequeña sonrisa de lado y con cautela avanzó con su mano por mi cuerpo. Lo tomé como una invitación y seguí tocándolo a él, era como si me hubiesen mostrado una figurita y me hubiesen dicho lo bien hecha que estaba; tenía el deber de sostener aquella figurita en mis manos, palpar cada centímetro hasta percatarme de que no había filo en ninguna de las orillas.  Y Bill era una figurita hecha a la perfección. Admiré el camino que trazaban mis manos en su pecho y luego en sus hombros, él estaba ensimismado en un asunto parecido que involucraba mi cuerpo. Sentí sus manos en mi piel, en sitios donde generalmente no me dejaba tocar sin costo; pero a Bill se lo permití e inclusive esperé por días para que este día llegara y finalmente pusiera de su parte.