Número 18. Claustrofóbico.

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Tom

Mamá se sentó a mi lado en el asiento del copiloto durante el camino de vuelta a casa. La chica en el asiento de atrás estaba irreconocible si la comparaba con la que había subido a ese mismo auto unos meses antes.

Estaba sentada justo detrás de mí, de vez en vez echaba los ojos hacia el espejo y la veía observando por la ventana. Sus hombros estaban inclinados hacia el frente y hacia abajo, a pesar de todo sus ojos estaban despiertos y claros.

Mamá también la miró por el mismo medio, ambos dudamos sobre cómo entablar conversación con ella. Si mi madre no estuviera ahí podría haberme resultado más sencillo, pero era la primera vez que aquellas dos se encontraban.

A mamá le costaba especial trabajo lidiar con todo aquel desastre. Bill simplemente no cooperaba con los médicos, sin contar con sus intentos de salir del hospital, su actitud por sí sola era la de un desquiciado. Y mamá nunca podía estar en la misma habitación con él por más de unos cuantos minutos.

No comprendíamos qué era exactamente lo que le pasaba, Bill no era así antes, nunca había sido tan huraño, tan reservado... ni siquiera yo podía entender lo que había en sus ojos, intenté preguntar, intenté no hablar. Dejé que escuchara algunos demos y esperé a que al menos eso lo inspirara a escribir, pensé que si ponía el lápiz sobre el papel se sinceraría conmigo, y no funcionó. Nada funcionó, Bill no se movía cuando lo visitábamos. No hablaba y apenas parpadeaba.

Cuando le conté a mamá que la chica, Kora, ya saldría del hospital ella se echó a llorar. No lo había visto como yo; la chica se recuperó mucho más rápido, aceptó la ayuda que Bill nos obligó a darle y la aprovechó del modo que mi hermano debía de estar aceptándola también. Lo que le dábamos a Bill era de buena gana, con amor... y la extraña sentada en mi auto parecía más agradecida que él.

- ¡Cómo es eso posible! – Mamá lloró con fuerza, ni siquiera papá supo cómo tranquilizarla. - ¡Esa araña no lo merece!

Puse la vista en el techo, mamá no conocía a la chica de la que hablaba. La escuché insultarla y aunque no debió importarme, sentí que era injusto. Yo la vi cada semana desde que la dejé ahí. Bill me lo pidió explícitamente, las únicas veces que abría la boca lo hacía para preguntar por ella y aun así preguntaba poco.
En un principio no quise verla, ni conocerla. Lo último que necesitaba era que pensara que yo era su amigo o algo por el estilo, no, solo quería cumplir la promesa que estúpidamente le hice a mi hermano. Una vez que la dejé en el hospital y la vi entrar por las puertas de vidrio con las palabras "acceso restringido" en rojo, pensé que sería lo mismo que con Bill. No tendría sentido ir a verla, después de todo ni siquiera me conocía, ¿qué bien podría hacerle mi visita? Entendí que había cuidado a Bill, fue sin duda su voz la que escuché al teléfono cuando por fin supimos dónde estaba; la chica merecía un poco de ayuda, y no me gustaría haberle dado unos billetes y dejarla a su suerte...pero lo que Bill me había pedido ya lo había cumplido: la chica estaba fuera de calle, recibiendo ayuda de gente que sabía lo que hacía. Ya nada más estaba en mis manos.

Bill tenía otra idea y me lo dejó claro apenas le conté que ya estaba hecho. Se molestó cuando se dio cuenta de que no estaba en el mismo centro que él, pero por supuesto que no los pondría juntos; si la chica era mala influencia eso sería la peor idea.

- ¿Sola? – Preguntó Bill en voz baja.

Fue la única vez desde que estuvo internado que me miró a los ojos, los suyos húmedos y desenfocados, con bolsas oscuras formándose sobre ellos.

Recuerdo haberlo observado en silencio sin saber cómo explicarle mi lógica sin que se molestara.

- ¿La dejaste sola? – Su boca permaneció abierta con incredulidad, negó con la cabeza y puso ambas manos sobre la mesa, - no la puedes dejar ahí abandonada. ¡Te pedí que la ayudaras! ¿Cómo mierda crees que vivimos? ¡Pasamos de todo juntos, no la puedes dejar sola!

Feel It All (Tokio Hotel/Tom y Bill Fanfic)Where stories live. Discover now