La Respuesta A Mi Pregunta

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Me zambullí en el agua con un sordo sonido. En cuanto me metí unas voces comenzaron a susurrar.
—Pregunta—me susurró una al oído—Y el secreto será desvelado—
Entonces lo entendí. Las mentiras, los engaños, los secretos, las traiciones, ese ahí te respondía a toda duda. Antes de llevársela al Capitán tenía que probar si era verdadera. ¿Qué podía preguntarle? Se me escapaba el aire y las voces me ponían la piel de gallina. Entonces recordé al mago real. El hombre que me había perseguido por los jardines del palacio dispuesto a matarme.
—¿Quién es el mago de la corte?—pregunté.
De mi boca solo salieron burbujas y sonidos incomprensibles. De repente esas mismas burbujas comenzaron a girar. Poco a poco me fueron rodeando hasta que solo pude ver burbujas girando como locas. Intenté salir, pero en cuanto toqué las burbujas me pegó un calambrazo. Aparté el dedo sobresaltado. Las burbujas cubrieron mi cabeza. ¡Me iba a ahogar ahí abajo! De repente sentí un tirón muy fuerte en el pie. Miré hacia abajo asustado para no ver absolutamente nada. La corriente me estaba empujando hacia el fondo. Pataleé como loco intentando salir, pero poco a poco me iba sumergiendo más. Comencé a ahogarme. Los pulmones me ardían a causa de la falta de aire. De repente todo se comenzó a volver negro, hasta que al final, perdí el conocimiento.

Me desperté en una superficie dura. Abrí los ojos y miré a mi alrededor. Estaba en la salón del trono del rey Eduard. En el trono del rey estaba el rey. Retrocedí asustado.
—¿Qué ha pasado?—grité asustado—¿Por qué estoy aquí?—
El rey ni se inmutó. Me acerqué a él asustado. Le pasé la palma de la mano ante los ojos, el ni se inmutó. Le saqué la lengua, le insulte...pero nada. Parecía que no me veía, que no estaba. Al final que cabreé y le arreé una bofetada.
—¡Ahaa!—grité.
Mi mano le había atravesado la cara. Volví a tocarle de nuevo. Mi mano le atravesó limpiamente.
—¿¡Qué demonios!?—
Entonces algo me distrajo. En una cuna apartada había una niña de unos 3 años. Tenía un pelo rubio y estaba apoyada en el borde de la cuna.
—¡EDUARD!—gritó una voz femenina desde el pasillo.
Una mujer interrumpió en la sala. Era alta y eran visibles los síntomas de un embarazo. Su pelo era negro y le llegaba a la cintura. En su cabeza portaba una diadema. Razoné que debía de ser la reina.
—¿Como has podido meter al niño en la armada?—gritó enfurecida.
—Como futuro rey de nuestro reino debe tener facultades como guerrero—contestó Eduard aburrido.
—¡Si ni siquiera ha nacido!—se quejó la reina—¡La armada es un suicidio! ¡Moriría en guerra! ¿Quién guiaría el reino?—
—Lucy podría hacerlo—dijo el rey señalando a la niña de la cuna.
—Ella no puede ser rey, la leyes dicen que debe de ser el varón—
—No cambies de tema cariño. Héctor irá a la armada si o si—
¿Qué? Hector ¿Cómo yo?
—Ya no me tratas como antes, Eduard—dijo la reina con las mejillas cubiertas de lágrimas—Antes mi opinión contaba—
—Tú opinion si que importa—dijo el rey cogiéndole las manos a la reina.
Por un instante la reina sonrió al igual que su marido. De repente el rey se puso serio.
—Pero haremos lo que yo creo que es mejor—dijo—El niño irá a la armada—
—¡No!—chilló la reina—¡Jamás!—
Se dio la vuelta para salir corriendo por la puerta.
—¡Cariño espera!—gritó el rey poniéndose en pie—¡Guardias!—
No esperé ni un momento más y salí por la puerta tras la reina.

La isla de KatnupTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon