La Iglesia

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Cuando llegamos era de noche. Descendimos al puerto en silencio. Nos deslizamos como sombras a través de la ciudad de Darien. Unos pocos soldados se quedaron en el barco para volver a salir a alta mar, de forma que Lucy nos se percatase de que habíamos escapado de Katnup.

—Padre-le susurré al rey

-¿Si?-me contestó sin girarse.

-¿Adonde vamos?-le pregunté.

-Una iglesia abandonada, un lugar lo suficientemente tranquilo como para poder prepararnos de la guerra que se avecina.-dijo seriamente.

Asentí en silencio. La guerra que se avecina...Íbamos a tener que derrotar a Lucy y luego...¿matarla?

Al rato llegamos a la iglesia. Era una alta estructura de piedra. Los tejados estaban blancos a causa de los excrementos de paloma. Las tejas derruidas eran de un color rojo grisáceo. La mayoría estaban rotas a causa de su avanzada edad. Tenía un alto campanario donde todavía se podía ver la oxidada campana. En la parte delantera había una inmensa vidriera. Algunos de sus cristales estaban rotos. Justo debajo de esta residía una gigantesca puerta de roble. Esta era la única que cosa que parecía seguir intacta.

Entra tres soldados empujaron la puerta. En el interior la única luz provenía de las cristaleras. Algunos de los bancos estaban intactos y otros destruidos. Algunos estaban en pie otros volcados por diversas partes de la Iglesia. Una lámpara de araña estaba hecha añicos en el suelo. El Sagrario estaba abierto y vacío, como si hubiesen robado.

Los guardias del rey encendieron unas lámparas de aceite y las posaron al rededor para poder ver todo con claridad. Con el rabillo del ojo divisé unas ratas corriendo para esconderse.

-Que...hum...¿reliquia?-dije sin saber muy bien que decir.

-Es una mierda, puedes decirlo-dijo el rey.

Acto seguido entró en la sacristía.

-¿Una ayudita?-le dijo a sus guardias.

Dos de sus guardias corrieron ayudarle. Entre esos tres sacaron una mesa y unas sillas. Después entre todos apartaron los bancos para tener espacio. Después atrincheramos la puerta por si algún vagabundo intentaba entrar y luego le daba a la lengua. Mi padre e tendió unos mapas sobre la mesa.

-Bien, es hora de planificar-dijo frotándose las manos.

-Yupi-dijo Lenna sarcásticamente.

Yo me mantuve callado. La hora había llegado, la guerra iba a empezar.

La isla de KatnupDove le storie prendono vita. Scoprilo ora