La isla de Katnup

Un comienzo no muy especial...

Yo tenía 2 horas. Tenía 2 horas para limpiar toda la taberna,fregar todos los platos y cerrar la taberna. De esa forma podría llegar al cuenta cuentos del pueblo antes de que terminase. Después tenía que correr de vuelta a la taberna antes de que llegase mi padrastro. Si no lo hacia a tiempo me pegaría. Comencé a recoger las mesas y eché a los últimos borrachos. Tardé 43 minutos en recoger las mesas. El reloj de arena se iba vaciando. En esos días yo estaba bastante delgado por el maltrato de mi padrastro. Este hombre me consideraba su esclavo. Mi pelo castaño me llegaba por los hombros,pues sólo podía cortármelo una vez al año. Era una regla de la casa. Observé todas las mesas con mis ojos azules. Un solo cubierto en la mesa me podía causar un buen castigo. Cuando había revisado todas las mesas comencé a barrer. Me aseguré de no dejar ni una sola miga en el suelo. A continuación me metí en la cocina. Fregué todos los platos,vasos,bandejas y cubiertos hasta dejarlos relucientes. Para cuando acabé me quedaban 27 minutos. Parecía que todo iba a ir bien. El cuenta cuentos no habría ni llegado.Pero hubo un percance:
-¡Hectooor!-mi padrastro entró haciendo eses y como siempre borracho.
-¿Si?-pregunté
-¿Has limpiado todo?-contestó entre eructos y tambaleos.
-Sí-dije.
Había aprendido a intentar no decir más de 2 palabras, pues cualquier comentario que no le gustase a mi padre adoptivo podría causarme un castigo. La bebida que mi padrastro bebía se le escurría por su pelirroja barba. Y las tablas crujían estridentemente por su peso.
Mi padrastro tiró la cerveza al suelo. Se acercó a mí y me gritó al oído:
-¡Limpia eso!-
Aguanté mis ganas de vomitar a causa de su pestilente aliento. Agarré un trapo y comencé a limpiar. Mi padrastro me dio una patada que me hizo perder el aire.
-¡Me voy a acostar!-gritó mientras subía las escaleras..
Esperé hasta que los crujidos de la madera cesaran y sus ronquidos comenzaran.
Después agarré mi estropeada capa y me escurrí por la puerta.