🔰III🔰

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Alexander suspiro por onceava vez en la camilla del hospital, había logrado al fin que lo dejaran caminar con la muleta y el suero a su lado, como única compañera.

Los pasillos del hospital para llegar al ascensor hasta la habitación de Magnus eran largo, bien iluminados y asquerosamente blancos, tanto que era enfermizo. Se supone que esto debería de ayudar a los tratamientos, pero en lugar parecía como un manicomio. Pero mas bonito y limpio.

Cuando Alexander llego a la puerta de Magnus su mano se quedo quiera en la perilla de la puerta de la habitación de Magnus, y se sintió tan nervioso que solo se quedo quieto y aquella vez en la que Magnus iba a pisar su departamento por primera vez le salto a la mente.

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—¿Sabes? Tal vez me consideres un obsesivo-compulsivo —. Alexander subía la escaleras con lentitud, aquel ángel había aceptado venir a una cena en su departamento una semana después de su cita inicial —. Espero que no me veas raro.

—¿Sabes? Empiezo a creer que eres muy nervioso —. Magnus se mordió el labio inferior intentando aguantar su risa —. Y no, no creeré eso Alexander, solo diré que eres muy ordenado —. Alexander soltó una risita pequeña mientras ponía las llaves dentro del cerrojo para abrir la puerta.

Alexander tomo la manija de esta incapaz de hacer girar. Miro a Magnus atrás que lo miraba expectante y con una media sonrisa de confianza que hizo que Alec tomara un suspiro, sonriera y abriera su puerta:—. Bienvenido a mi humilde hogar.

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Aunque en ocasiones como esta Alexander no estaría entrando a su casa, su hogar con Magnus actualmente, a la cocina, al estudio o simplemente a su habitación para seguir con la sesión de besos. En esta ocasión, Alexander estaría entrando a la habitación donde la vida de Magnus pendía de un hilo extremadamente delgado.

—Hola, mi amor —. Alexander susurro, incapaz de hacer demasiado ruido aun sabiendo que no lo despertaría y la costumbre cuando llegaba tarde del trabajo para no querer despertar a Magnus se hacía presente —. ...

Alexander se quedo en silencio cuando atravesó la puerta de la habitación por completo, su corazón dio un tamborileo doloroso y las lágrimas agolparse en sus ojos.

Magnus. Su Magnus. Su ángel estaba allí, echado en la camilla inmóvil y parecía un cadáver de no ser por los pitidos que aquella maquina de nombre desconocido soltaba, pitidos lentos, agonicos y doloroso. Tenia un ojo golpeado, una venda alrededor de la cabeza, gargantilla y conectado a cables que aún lo mantenían en tierra. El cabello siempre peinado en punta o en fleco, con partes de colores ahora lucían opacos, oscuros y sin cuidado que caía sobre su frente. Su pecho subía y bajaba desgraciadamente lento; su cuerpo, aquel que Alec había tenido la gloria de tocar, explorar, adorar y amar no era mas que uno inmóvil, piel pálida sobre una cama con sábanas celestes y los brazos a cada lado de si.

Alexander soltó un sollozo, creyó estar preparado, después de llorar durante dos días, maldiciendose con Jace a su lado, Isabelle o sus padres y ahora se daba cuenta que no estaba preparado.

Nunca lo estaría si se trata de Magnus.

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A veces, y solo a veces, los recuerdos pueden ser detalles mínimos y ‘sin importancia’ que le vienen a la mente de Alec. :3

Espero que les haya gustado. :D


Se les ama :'v

—Allex—



If You Stay |Malec-AU|Where stories live. Discover now