🔰XIV🔰

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—¡No!

Jace soltó aquel rugido. Levantándose del asiento frente al escritorio del doctor Herondale. Tan parecido a su hermano pero realmente difrentes. Mientras Alec era cálido y tierno, aquel hombre de nombre Will exponía frialdad y franqueza, algo que, probablemente a Jace le haya agradado en otra ocasión, pero no en esta.

—Solo... No. No hará eso.

Señor Wayland —. Herondale suspiro, pronunciandolo con cansancio —. Llevamos horas en esto, tiene que entender. El señor Magnus Bane a tenido dos recaídas más en menos de dos semanas. Ya serán tres meses y no podemos aguardar a pacientes comatosos por más de dos.

Alec, quien se mantenía presente y callado todo el tiempo, se levanto lentamente. Jace guardo silencio, su respiración se volvió más acompasada y una mano en la cintura y la otra en su rostro. Viendo con sus ojos de diferente color como Alec se acercaba a la puerta.

—No. Jace lo dijo. Yo lo digo. No es una opción, ni una alternativa o una salida. Magnus regresará, despertará y regresará a mi. Haré lo que sea necesario para mantenerlo en tierra.

—Señor Lightwood...

—No —. Alec hablo y Jace se contuvo de dar un golpe a la pared o al doctor —. Por favor, Magnus es todo lo que tengo en esta vida. La persona que amo al igual que usted también tiene a alguien como la señorita Tessa, yo lo tengo a él —. Alec se giro, viendose más frágil de lo esperado y Herondale se enderezó —. Haré lo que sea, pero eso no es una opción y mi respuesta es no. No desconectara a Magnus aún cuando tiene esperanza.

Y con eso Alec dio la vuelta al pomo, salio de la oficina, Jace lo seguía unos pasos atrás. Ofreciendose de llevarlo a su casa para que descanse.

—¿Sabes, Alec? —. Dijo Jace, deteniendo en auto en rojo, mirándolo de reojo —. No es todo lo que tienes en este mundo —. Bromeo Jace intentando aligerar las cosas —. Esta Maryse, Robert, Izzy, Simón, mi esposa y yo, incluso Isak... Todos lo que te queremos y los que le queremos.

—Son familia —. Susurro Alec —. Y también los quiero mucho, pero es Magnus a quien amo, a quien elegí pasar el resto de mi vida a su lado. Al que quiero hacer mi esposo. Formar una familia y decir que es mío y yo soy suyo, Jace. Ustedes son mi familia pero Magnus... Magnus es el amor de mi vida.

Y con eso, Jace, en todo el camino al loft de su hermano, guardo silencio.

Cuando llegaron a Polbox Hill, Alec se bajo en silencio con un asentimiento de cabeza se despidió de su hermano. Pasando la recepción, hasta el ascensor e ir a su piso.

El olor a sándalo lo invadió de pronto, recargándose en la puerta de la entrada soltando lágrimas amargas.

Las palabras de Herondale aún clavaban en lo profundo de su mente, en un incesante eco sin detenerse.

Se esta rindiendo.

Dejarlo ir.

Apagarlo.

Dejarlo ir.

Alec grito, su garganta descargándose en el proceso, grito y grito, las lágrimas amargas cayendo de sus mejillas al suelo; de rodillas en el piso, con un terrible dolor de cabeza, Alec cayo dormido.

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Eran esas pocas veces en las que Alec sorprendia a Magnus, pero quien siempre resultaba sorprendido era él. Cuando Magnus le despertaba con un beso, una visita a su trabajo de pasatiempo, un buenos días, las primeras veces, un buenas noches... En cosas simples pero significativas, que para Alec, eran y son un mundo.

Como en la feria de Santa Mónica, donde hubo un leve concierto de música. Magnus comiendo un helado de chispas de chocolate y Alec el típico de vainilla. Exactamente como su primera cita.

Mira, Alec —. Magnus apunto con su helado hacia una pequeña cabina de fotos —. ¿Que tal si nos tomamos una?

¿Una o varias?

Magnus solto un resoplido divertido, arrastrando a su prometido. Alec no recordó en que que otras ocasiones había reído tanto, sentido la calidez de otra persona a su lado tanto como lo sentía ahora mismo. Haciendo muecas para la cámara frente a ellos, serias, divertidas, amorosas, llenas de gran alegría y grandes sonrisas.

Alec lo considero como su tercer día más favorito.

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Y los dias para Alexander fueron un calvario. Los doctores le perseguían, con los papeles para apagar a Magnus, su autorización. Su permiso para matarlo*.

Y todos esos días, unas semanas, Alec se negó. Firme, claro y fuerte. No.

Pero una noche, mientras se hundía en lágrimas y pequeños sollozos junto a un quejumbroso Presidente y una copa de vino fue cuando su calvario termino.

Jace lo llamo, eran eso de casi media noche, su hermano se había ofrecido a quedarse allí mientras Alec daba el intento de descansar. Las palabras, el como lo dijo, solo hicieron que su corazón saltase de esperanza, limpiándose las lágrimas, cogiendo su chaqueta y llaves saliendo apresurado de su casa para ir a donde su hogar estaba.

Alec, hermano. Tienes que venir ahora, él... Magnus... Magnus despertó.


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(*) en realidad, si. Los doctores a cargo de un paciente comatoso persiguen al familiar luego de un tiempo para poder apagar la máquina que mantiene viva a la persona querida...

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Espero que les haya gustado. :3

Próximo capítulo el final y una pregunta más. :'v

Allex







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