¿Ey, mundo?

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Todas las paredes de ese hospital parecían contar una historia diferente.

Sobre esas paredes blancas y el interminable temblor de las luces, el mundo parecía tener un sabor paradójico. Jongin creció consciente de que había sólo una cosa genuinamente concreta en las leyes humanas: los buenos siempre ganaban y los malos eran castigados y, al final, recibían exactamente lo que merecían. Era el cliché básico de la vida, lo que creció viendo en los dibujos y leyendo en los libros que siempre despreció durante la infancia. Pero, de alguna manera extraña y en esa enfermiza obsesión que había creado por el chico hermoso y de aspecto frágil, era dolorosamente fácil crear una imagen completamente distorsionada de la realidad sobre quién realmente era Byun Baekhyun.

Sin embargo, parecía casi obsceno cada paso dado por los médicos, enfermeros y personal en el silencio melancólico y blanco de ese hospital. Era el hospital más cercano a la calle de las Causas Imposibles, y la madre de Park Chanyeol tenía la mano en el hombro de su hijo, vestida de blanco como todos los otros enfermeros, bebiendo café negro en una vaso de plástico, y el fuerte olor dejaba el estómago del moreno revuelto. Ella también parecía tensa, como si estuviera moldeada en cera y en cualquier momento su rostro fuera a comenzar a derretirse. Y la hora marcada en el reloj de Jongin parecía no moverse, siempre lento, siempre eterno.

En los últimos días, el tiempo parecía transcurrir de manera diferente. A veces, pasaba tres horas en la casa de Byun Baekhyun y se sentía como minutos. Sin embargo, cuando estaba solo y su cuerpo ardía con los recuerdos hechos en esa habitación de la casa más bonita de la ciudad, el tiempo se arrastraba lento y tortuoso... Era inevitable no recordar como ese cuerpo temblaba en sus brazos cuando lo acercó a él en la lluvia en la cancha de fútbol, ​​lo que parecía haber ocurrido hace meses. Mirando el blanco sucio de las paredes, pensó en lo frágil que era Baekhyun y en lo fuerte que era en la cama, en que siempre estaba dispuesto a entregarse incluso cuando parecía no querer hacerlo. En como solía dar órdenes en un tono aristocrático de quien se creía el dueño del mundo. Tal vez realmente creía que mantenía el control de todo. En esas semanas que compartieron la cama, Baekhyun mandó y desmandó a Jongin como bien quería.

Tal vez ese era exactamente el problema...

Lo obsceno de la situación era que, si Baekhyun hubiera hablado de sentimientos, Jongin seguiría siendo su esclavo.

• •

La esbelta y delgada mujer desentonaba completamente con todos los residentes de esa ciudad. Ella olía a perfume francés y a una eterna comprensión que sólo las personas de más años parecían tener en sus grandes y profundos ojos. Había solo una maleta en una de sus manos, y el cabello negro y largo caía por su espalda en suaves y sedosas cascadas. Parecía más joven de lo que realmente era. Tenía un nombre y un pasado, pero ambos fueron olvidados en la prisa de vivir una vida diferente. Respiró hondo el olor de ese lugar y con el escarpín rojo en sus pies parecía no tener dificultad para moverse en el piso de piedras.

Solo había pasado un día en esa ciudad, varios años atrás, y era aterrador como podía recordar cada casita de esa calle. Podía recordar con perfección fotográfica al pequeño Soo corriendo por ese lugar, los dos bracitos extendidos en el aire y lo encantado que había quedado con la fuente y que quiso entrar en ella con ropa y mojarse completamente. Recordó lo feliz que se veía vivir una vida diferente, y cómo lo agarró antes de quedarse dormido, como si Seung fuera la persona más preciosa del mundo. Y recordó el dolor y las lágrimas cuando se fue sin mirar atrás, dejando solo un número con la vecina, la enfermera que trabajaba en el hospital cercano. Recordaba a su hijo, delgado y demasiado alto para su edad, y como sus ojos le recordaban a los de Kyungsoo.

Había deseado que ambos fueran amigos.

En el crujido de las hojas contra el viento, ella extendió la mano y tocó la puerta de la casa de Do Kyungmin. La sonrisa cruel que adornó sus labios pintados de rojo cuando éste abrió la puerta no escondió nada el desprecio que sentía por su marido. Park Yumin hizo un excelente trabajo al detallar el incidente que le causó a Kyungsoo, y Kyungmin no tenía ni idea de lo que una madre era capaz de hacer por un hijo.

Sobreentendido [taohun-chansoo/traducción]Where stories live. Discover now