El pequeño misionero

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— Ahora eleva tus pensamiento a Cristo, arrepiéntete de tus pecados y pide perdón; prepárate para vivir o para morir. Pero, antes de pensar en tu vida, prepárate para la muerte. El paso por la Tierra es corto, pero tu alma vivirá eternamente. ¿Cuántos pecados han cometido desde que despertaron? Piensen, reflexionen y arrepiéntanse. No repitan los mismos errores mañana y Dios no les fallará.

El sermón del pastor Oh Sungyeon resonó por las paredes de la iglesia y Do Kyungsoo inclinó la cabeza, avergonzado. No estaba cuidando de su vida como debería. O más bien, de su alma que sería eterna. Todos los días después de las clases, el chico bajito seguía la misma rutina: iba a lugares que todos los demás ignoraban. Era un siervo de Dios, un pequeño misionero cuya función principal en la vida predicar el Evangelio a esas personas que no veían que Dios era el camino y que nunca escucharon sus palabras. La salvación. La felicidad. Pero Kyungsoo había estado fallando en su propósito, flaqueando, siendo inaceptablemente débil. Estaba seguro de que era una prueba. Era el mismo diablo queriendo que pecara, queriendo sacarlo del camino de la luz. Pero no se lo iba a permitir. Cerró los ojos, con la mano sobre el corazón, y se arrepintió de cada uno de sus pecados desde lo más profundo de su alma. El fervor con el que rezaba provocó lágrimas a sus ojos y, cuando se sentó para escuchar una plegaria más del pastor Oh, se sintió curado.

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Todos los domingos esa iglesia se llenaba de devotos. O, como a Sehun le gustaba pensar, ocupa asientos. En un lugar pequeño, todos conocen a todos. Siempre era posible ver a Huang Zitao junto a su madre. Ella sujetaba su mano con fuerza, como si le pasara una tranquilidad que ni siquiera la señora Huang sentía, implorando silenciosamente que el chico no bajará la cabeza o se sintiera avergonzado de estar allí cuando todos coincidían en que él estaba siendo usado por el diablo. Pero todos podían ser curados y, al final de las reuniones, Sungyeon hacía una oración reforzada sobre el chico. A lo lejos, todos los miraban condescendientes, felices de que sus hijos no estuvieran enfermos como Tao. Sehun sentía tanto asco de esas personas que se iba antes del final de la última oración. Hijos de puta, exclamaba en pensamientos. Malditos hijos de puta hipócritas.

Pero también estaban sus compañeros de clases. Estaba Do Kyungsoo, muy pequeño al lado de su padre, completamente encogido en la primera fila de asientos, con la biblia bien apretada contra su pecho y los párpados que escondían enormes ojos. Él era el favorito de Oh Sungyeon. Un tocado por Dios, sin duda. El chico se metía en lugares inhóspitos, iba hasta la parte más decadente de la ciudad, predicaba en la escuela en busca de almas que pudieran ser usadas por Dios. Todo se reía de él. Las personas eran malvadas, especialmente los adolescentes. Pero también estaba... Estaba Park Chanyeol. Muy diferente a Kyungsoo, Chanyeol estaba sentado en la última fila. Durante el sermón, repasaba mentalmente todos los mejores momentos de la última vez que tuvo sexo, el día anterior. Esta tan loco, tan ebrio. Estaba seguro de que había algún tipo de droga ilícita en esos brownies que había comido en la cocina de la casa de Sandara. Definitivamente le pediría la receta...

Kim Jongin estaba sentado al lado de su padre. El señor Kim se aseguraría de permanecer después del final de la predicación para hablar con Sungyeon. El chico de piel morena vestía una chaqueta cerrada hasta el cuello y jeans oscuros, parecía ajeno a todo lo que se decía en un tono de voz monótono y grave. Intercambió miradas con Sehun y los dos tuvieron que morderse los labios para no reírse y fueron atentamente observados por la mirada triste de Tao. El chico sintió un frío anormal mientras su garganta se iba secando y era como si algo pesara en la boca de su estómago cuando se dio cuenta de que su lugar en la vida de Sehun estaba siendo ocupado por otra persona. Alguien que sería mucho mejor que él. El chino cerró los ojos e intentó pensar en Yoongi. Pensó en el chico que había ocupado sus pensamientos en los últimos meses y en cuánto le gustaría que la relación dejará de ser virtual y se volviera real. Deseaba poder tocarlo, sentir su corazón latiendo furiosamente en la punta de sus dedos sólo para estar seguro de que era real.

Sobreentendido [taohun-chansoo/traducción]Where stories live. Discover now