Un tiempo después

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"Lo mejor va a ser no darle mucha importancia a lo que pasó hoy porque si no voy a terminar cayendo en lo mismo de siempre. Y ya no, no. Hoy no voy a pensar más y le voy a hacer caso a mi psiquiatra, la Doctora Delia Rincón, aunque sea por esta noche, y voy a mirar una película o una novela, para distraerme, porque no puede ser que solamente trabaje y no me entretenga nunca. Ahora que recuperé mi capacidad de concentración seguro me engancho con alguna novela. Aunque sería mejor que estudiara en vez de ver novelas, ¿pero estudiar ahora? No, no tengo ganas", me dije y saqué de un cajón del escritorio de mi habitación una vieja lista en donde tenía anotadas todas las novelas que quería ver. "Café con aroma de mujer", "No, es muy larga y la tengo que descargar. No, no, si ya ni sé de dónde puedo hacer eso. "Señora Tentación", "No, tampoco, a ésa no la voy a conseguir ni en pedo en internet. ¡Qué cagada! Es con Lucía Méndez y perdimos al mexicano del club de fans. También, ¡pobre mexicano!, fue re amable con nosotras y con todos los quilombos que se armaron después de "la noche de la mucha luz" no le dimos ni pelota. Ni lo vimos de nuevo. Quedamos recontra mal con el pibe, ¡pobre! Ni siquiera Samuel salió después con él, ¿o sí? No sé, no me acuerdo. Le tengo que preguntar..."

"Y bueno, no me va a quedar otra que ver "Tú o nadie" por ¿décima vez?, sí, pero hace más de dos años que no la veo y está subida entera a youtube..." , pensé y segundos después el video del primer capítulo de esa novela apareció en la pantalla de mi computadora.

Lucía Méndez caminaba por las calles de la Guadalajara cargando una bolsa. Que había comprado el vestido para casarse era un detalle del que uno debía enterarse en la escena siguiente. "Ya me la sé de memoria esta novela. Pero igual me gusta... Mirá que volver a la empresa y nada menos que como gerente de sistemas. ¡Qué logro! Estaba contento. Se le notaba. Claro, porque todavía no sabe que lo contrataron solamente porque es más barato que un gerente con experiencia. Cuando se dé cuenta se le va a ir la alegría a la mierda...", concluí. "Se sorprendió al verme ahí. Sí, sí, se sorprendió. Seguro que no se lo esperaba. ¿Me tratará bien mañana? No sé, no pude adivinar nada en su expresión. Menos mal que esto no me pasó el año pasado, porque si veía cómo estaba, ¡uy, Dios! ¡No! Por suerte me encontró bien. Bueno, aunque sea de afuera, porque creo que de ahí nunca estuve tan bien como ahora. O bah, no, no creo, estoy segura", me dije y miré las uñas de mis manos pintadas de marrón cuando tomé el mouse de la computadora para pasar al segundo video de la novela. Había pasado la mayor parte de mi vida sin prestarle demasiada atención a las uñas. Raras veces me las pintaba y las pocas que lo hacía, siempre era con brillos transparentes o esmaltes color calcio. Pero las cosas habían cambiado. Ya no salía de mi casa con las uñas descuidadas y siempre estaban coloreadas con colores marrones o rojos.

"Yo no la entiendo a Lucía Méndez. No la entiendo a esta mina", pensé mientras miraba el video. "¿Cómo no le gustaba Andrés García? ¡Qué boluda!". Hacía pocos días había leído un reportaje en donde ella decía que durante la filmación de "Tú o Nadie" se había enamorado de Salvador Pineda, el que hacía de malo, y no de Andrés García, el protagonista, y yo estaba sorprendida por la novedad. "¡Ay, no, no! ¿Por qué se lo dije? Que me calienta Andrés García (como se veía en los ochenta, ¡ojo!) me lo podría haber callado. ¡Le conté todas mis fantasías sexuales! ¡Todas! ¡Qué boluda fui, por Dios! Debe haber pensado que me excito con los mexicanos recios de bigotes que me pegan. ¡No! ¡No! ¿Por qué le conté que tenía fantasías con Andrés García? ¿Para qué?", me reproché. "Bueno, bueno, ¡basta! Ya no tengo que pensar más, ¡basta! Es estéril, es en vano. Y además Ferni me dijo que le calentaban las embarazadas a punto de parir, así que para aberrados, gana él acá, eh...", me dije para tranquilizarme y seguí mirando la novela.

No me quieren ni para dejarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora