Lo que vino después

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Ferni, el oso y yo llegamos a la salida del hotel. Era el momento de pagar el turno.

-Me acabo de dar cuenta de un detalle- me dijo Ferni cuando estábamos frente al vidrio espejado de la caja.

-¿De qué detalle?- le pregunté.

-Que no tengo efectivo. Y pagar con tarjeta, un hotel, en mi situación... porque la tarjeta que tengo es una extensión de la de mi mamá y se va a ver el gasto en el resumen...

-Ah, sí, sí, no te preocupes, yo pago- le dije y saqué cien pesos de mi billetera.

Salimos del hotel y nos metimos en un taxi. Ferni me abrazó y yo me refugié en sus brazos, pero no pude evitar volver a llorar. El taxista nos propuso dejar a él primero en su casa y luego seguir camino hasta la mía, que quedaba más lejos.

-¿Te parece?- me preguntó Ferni.

-Sí, sí, está bien, hagamos así- le respondí.

-No, pero a mí no me parece. Yo prefiero acompañarte- me dijo – No, mejor a ella la deja primero- le indicó al chofer.

-Pero te va a salir más caro así –le dijo el taxista.

-No importa. ¿Tarjeta aceptas?- preguntó Ferni.

-No, no, tanta tecnología no tengo- le respondió el taxista, con un tono burlón.

-Ah... – dijo Ferni

-No te preocupes, yo tengo efectivo, te doy – le dije.

-No, no, cuando llego a mi casa, entro y busco plata.

Que sí, que no, al final ganó él y no dejó que le diera el dinero.

Cuando el taxi se detuvo en la puerta de mi casa, Ferni se despidió de mí con un beso, no sin antes asegurarse de que mis padres no estuvieran espiando detrás de la ventana. Me propuso que volviéramos a encontrarnos al otro día, pues su novia iba a estar toda esa jornada ocupada, haciendo un trabajo de investigación para un posgrado. Le dije: "Mañana es sábado... sí, sí, está bien..." y me bajé del taxi con el oso en brazos.

Antes de poner las llaves en la puerta, me sequé las lágrimas. Hice bien, porque mis padres estaban despiertos, esperando mi regreso sentados en el living y vestidos con ropa de cama. No repararon en mi cara, pues el oso los distrajo.

-¿Y ese muñeco? ¿Qué es? A ver...- me preguntó mi madre caminando hacia mí.

-Un oso, mamá. Me lo regalo Ferni.

-Ah.... ¡qué lindo que es!- me dijo mientras lo miraba de cerca.

-¿Ves? ¿Ves?- dijo mi padre contento – Te hace regalos Ferni. Gasta plata. El tipo está a full. Re enamorado. Ocho años después sigue al pie del cañón. Impresionante lo de él.

-Bueno, que el tipo esta recontra enganchado con Ana ya lo sabemos hace rato – le dijo mi madre – También, ¿qué más puede pedir para él? Yo no sé...- agregó mientras caminaba hacia su habitación y se interrumpió – Pero bueh, mejor no me meto, no digo nada. Que sea lo que Dios quiera...

-Vos siempre con los mismo, tirándole abajo a tu hija al único tipo bueno que encontró, que la quiere, que está enamorado. Hasta vino acá llorando y todo. Mirá cómo la quiere que todavía le dura el amor- exclamó mi padre mientras caminaba detrás de ella.

No me quieren ni para dejarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora