Epílogo: En el planeta de Lesbos

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Narra Lena

No tardamos en llegar al pequeño planeta Lesbos. Aterrizamos en una playa paradisiaca. La arena era muy blanca y de tacto suave. El agua del mar de un azul intenso, del mismo color de los ojos de mi pareja. Se me hace extraño referirme a Kara de este modo. Hacía un año y pico que poco me lo imaginaba, me parecía estar viviendo un dulce sueño.

Nos ha recibido un grupo de chicas jóvenes, luciendo alegres biquinis de varios colores. Nos han cogido de las manos y conducido a su humilde poblado. Sus casas están hechas de madera, hojas de palmera y cañas secas de unos raros arbustos. Nos asignan uno. Llegan un par de mujeres, que nos ayudan a quitarnos la ropa y sanan nuestras heridas.

Nos dejamos cuidar. No evito mirar el impresionante cuerpo de mi princesa. La deseo tanto.

La mujer más mayor, me sonríe como si leyera mis anhelos. Nos comentan que en el baúl encontraremos la ropa necesaria. Se van, dejándonos semidesnudas y con las fuerzas restablecidas.

Las dos nos sentimos muy tímidas. Aunque, no es la primera vez que hemos hecho el amor, esta es la primera vez siendo nosotras mismas. Ya no hay aquella lacerante tensión sexual. Sé que debo de romper el hielo yo, Kara está algo cohibida. El desparpajo, o descaro, que había lucido siendo Linda se había muerto al dejar de tomar la criptonita roja. Un poco lo echo en falta, pero me gusta mucho más así.

Nos amamos de forma lenta, redescubriéndonos y palpando amor en cada poro de nuestra piel. Quedamos dormidas con los cuerpos entrelazados.

Me despertó un rayo de sol. Kara seguía dormida. Su pelo rubio brilla, parece de oro. Pensé en sus palabras de ayer, cuando quería regresar junto a sus amigos. La entendía mucho. Aunque ha sido un gozo compartir aquellas horas a su lado, dedicándonos todo el amor que alberga en nuestro interior, no quita que me sienta algo egoísta. ¿Pero a caso, no nos merecíamos ser felices?

Muchas preguntas brotan de mi interior, como una cascada. Lo único claro que tengo es que ya no concebiría una vida sin Kara. Me da ya igual las empresa L-Corp, el ejército, el bien y el mal, hacer justicia o el sentido del correcto. Sólo quiero estar junto a ella.

De repente, vuelvo a sentir la voz dulce del General Jon. Sólo quiere saber si estamos bien.

- ¿Están contigo Álex y Maggie?

- Sí. ¿Quieres que les comente algo?

- Se me ha ocurrido que vengan de vacaciones en el planeta Lesbos. Se merecen también un poco de relax. A parte, a Álex le ayudará a encontrar la paz que le ha faltado. Las dos hermanas necesitan reencontrarse y sanar sendas heridas. Si no es así no se incorporaran en el ejército en condiciones.

- Me parece bien. Se los planteare y buscaremos el modo de enviarlas.- hace una pausa dudando de si hacer la pregunta que temo:- ¿Y tú regresarás al ejército?

Tan sólo túWhere stories live. Discover now